Esos días, esas personas, esos momentos tan dolorosos permanecen ahora en el recuerdo, no porque no importara, sino porque a pesar de una pérdida, se debía de continuar con la vida de todos aquellos que para esa persona fue importante.
Pasó tiempo desde el funeral, cuatro semanas para ser exacto, y siendo bastante sincero, fueron un poco caóticas.
Para empezar: Ethan. Ese chico que creí que era capaz de controlarse a sí mismo, con el poder suficiente de hacerse una propia fuerza interna, cayó en depresión, no lo culpo por hacerlo, cualquiera lo haría, lo que sí estoy en contra es que ya estando allí, no hacía algo por salir o siquiera replantearse a sí mismo si lo que hacía estaba siendo correcto o le traería algún beneficio. Los primeros días faltó al trabajo y cuando llegaba estaba en un estado de somnolencia, estaba en otro lugar, no había encontrado indicios que consumiera alguna droga, pero sí que consumía mucho alcohol, y su resaca era realmente poderosa como para interferir en su trabajo. Justamente hace un par de días él recibió un memorándum en el que decía que, respecto a su baja de profesionalismo, estaba en la tabla para ser despedido.
Scarlett, por su parte, estaba preocupada que el padre de su hijo, si es que fuese Ethan, se convirtiera en un alcohólico y su vida se fuera por la borda. Continuamente venía a mi casa para hablar sobre eso y para que le ayudara con su embarazo, al parecer era el único al que le tenía confianza, por lo que yo era el que la apoyaba en sus momentos duros.
Y eso lleva a otro problema, Scarlett al venir tanto a casa ponía celosa a Xime, llegando a tal punto que discutíamos por lo mismo, eso no era bueno ni para la relación ni para el bebé.
—¿A qué hora es la cita? —preguntó Xime cuando yo entraba a la ducha desnudo.
—Como en dos horas —dije revisando el reloj a lado del buró.
Volteé y caminé hasta adentrarme en la ducha, abrí la llave y el agua empezaba a caer, puse mi toalla a un lado y cuando estaba a punto de mojar mi cuerpo Xime tocó la puerta.
—¿Nos bañamos juntos? —sonrió pervertidamente.
—Amor, si nos bañamos juntos necesitaremos una ducha después de esta.
—No importa.
Llegó hasta mí y me empezó a besar, me empezó a besar intensamente, tanto que no fue necesaria excitarla, porque ella ya lo estaba. Me jaló hasta la cama en donde se recostó y viendo su pijama me imaginaba como sería tenerla y hacerla mía.
—¿Qué haces? —preguntó traviesa.
—Desnudándote con la mirada.
—¿Y si mejor lo haces con tus manos?
No dije una palabra más y me concentré en ella, me concentré en su cuerpo y la forma en como quería hacerla mía. Mis manos empezaron a recorrer su piel, centímetro a centímetro, empezando por sus detalles como cuello y su espalda, bajando más y más hasta sus partes más suaves y sensibles, mis manos no solo la despojaron de su ropa, también la despojaron del control de su cuerpo, Mis labios besaban cada detalle y lunar de ella, y viéndola desnuda y en su forma perfecta, la hice mía, no solo teníamos sexo sino que jugábamos al amor en la habitación, y con tan solo rozar su piel nuestros cuerpos se prendían en fuego, a tal punto que el sudor era parte de nosotros.
Amaba sentir su piel junto a la mía y sentir su deseo mientras hacíamos el amor, y estando acostados en la cama no podía desear algo que fuera más perfecto que esto.
—Amor, se nos hará tarde —dije viendo el reloj.
Ella asintió y volvimos a hacer nuestros quehaceres, ambos nos vestimos y aunque tenía ganas de otra ronda, no podíamos hacerlo porque ya teníamos un compromiso al cual asistir y de mucha importancia.
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Mi mejor promesa (SAGA: Esperanza) #1
RomanceSebastián Flores es un profesor que vive en un pent-house en Los Ángeles (California), tiene un pasado que lo atormenta, pero en una noche sin consuelo, llega a su hogar una chica embarazada justo a media noche. ¿Podrá Ximena Díaz hacerlo recuperar...