Capítulo 25: Perdida

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Todo se detuvo para mí, ni siquiera me sentía vivo, todo se volvió borroso, y no podía pensar en nada, me había bloqueado.

La doctora me entregó un consentimiento para escribir la decisión que tomaría. Estaba tan congelado que di un par de pasos hacia atrás y me senté en la primera silla que vi, Me quedé viendo aquel papel, intentando analizar lo que estaba pasando, pero no podía pensar, intentaba leer, pero no podía hacerlo, solo estaban preguntas en mi mente: ¿qué haré?, ¿a quién debía salvar? Era lo que mi cabeza rebobinaba una y otra vez. Si fuera por mí les daría mi vida a cambio, pero odiaba que eso no se pudiera hacer. Muchos recuerdos llegaron a mi mente, y sin pensar de más, porque sabía que, si lo hacía solo me torturar, escribí la decisión final y la firmé, la decisión más dura de toda mi vida.

Volteé hacía Kendall que estaba al lado de mí, quien solo me miraba fija, no pude descifrar sus expresiones, pero podía suponer que era de angustia o algo así.

Regresé mi vista al lugar donde estaba la doctora, pero ya no estaba ahí, había desaparecido y yo me quedé con el papel a un costado mío.

Miré hacía la puerta, por alguna extraña razón, y vi a Ethan entrar al hospital, me buscó con la mirada y fue caminando rápido hacia mí, pero cuando logró ver que Kendall estaba conmigo, lentificó su paso. Creí que este era el lugar en donde ellos dos podían hablar e intentar arreglar sus diferencias, pero no fue así, fue totalmente lo opuesto.

—Me voy —dijo de una Kendall.

Empezó a caminar hacia la entrada, yo no quería que hiciese eso, por lo que me levanté rápido y la agarré del brazo para detenerla. Se dio la vuelta hacia mí.

—Kendall —dije un poco disgustado.

—¡No!

Se zafó de mi agarré y siguió su camino hacia la puerta, pasó a un lado de Ethan, y él solo se le quedó viendo fijo, ella sin titubear salió del hospital. De un cierto modo eso me decepcionó.

—¿Por qué estaba aquí? —preguntó confundido.

—Ella me acompañó hasta las bodegas y nos trajo hasta el hospital.

Él asintió con la cabeza y buscó algo en su bolsillo, lo encontró, lo sacó y me lo entregó en la mano. Era el estuche en donde estaba el anillo, lo abrí y pude ver el hermoso anillo que contenía, y que me golpeaba demasiado por dentro.

—¿Por qué? —pregunté extrañado.

—Le pedí a James que me dejara entrar a tu Pent-house porque estabas en el hospital y necesitabas algo, entonces fui a encontrar el anillo, creí que te ayudaría. ¿Cómo está?

Cuando me preguntó sobre su estado, me quebré aún más, deseaba con toda mi alma decirle que estaba bien, y que ellos dos estarían mejor, pero no pude hacerlo, me odiaba y me despreciaba por tener que decirle esta situación, y no un "están bien". Cada vez me quebraba más y no sabía cómo mi cuerpo podía soportar tanta carga sentimental, sentía que en algún momento iba a explotar en un diluvio de sensaciones.

Poco más de una hora pasó y llegó la doctora White. Me levanté de inmediato y anhelaba con toda mi alma que tuviera buenas noticias de mi esposa.

—Lamento haberme retirado antes, hubo una emergencia.

—¿Cómo está mi esposa?

—Su esposa está más estable —empezó—, pudimos retirarle la bala y sus signos vitales están en correcto funcionamiento, pero al sufrir un trauma como ese, en su esposa cada vez más bajan las posibilidades para que su cuerpo sea sustentable para el bebé, por lo que programaremos el parto lo antes posible.

Mi mejor promesa (SAGA: Esperanza) #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora