Capítulo 4: Mi nueva compañera

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Casi salto de alegría, me sentía muy contento, nos abrazamos de felicidad. Cuando se separó de mí estaba a unos pocos centímetros, juro que casi podía sentir su respiración. Me levanté rápidamente y ella también lo hizo. Terminamos de comer y salimos del área de comida.

—Bueno, ya que vas a quedar conmigo, necesitamos que tengas ropa.

Ella no dijo nada. La agarré de la mano y la llevé a una tienda departamental en donde vendían ropa de mujer. Dejé que Ximena escogiera lo que ella quisiera, y la verdad no fue mucho, solo unas cuantas blusas, unos Jean, ropa interior, etc.

Salimos del centro comercial con una cantidad considerable de bolsas, subimos al auto y nos dirigimos a casa. Otra vez no teníamos nada de qué hablar, por lo que nuevamente intenté romper el hielo.

—Y... dime, Ximena, ¿cómo llegaste hasta donde vivía?

—Vi que no había nadie en la recepción, tomé el elevador y presioné el primer número que vi.

—Ok... —asentí con la cabeza— ¿te puedo hacer una pregunta?

—Ya la hiciste.

Me reí un poco, en serio esta chica tenía sentido del humor. Seguía sin creer que aceptara lo que le había propuesto, pero eso me mantenía muy contento.

—¿Qué te dijeron tus padres o el chico?

—Pues —se encogió de hombros—, el chico idiota no se quería hacer responsable y mis padres querían que lo abortara. Realmente quiero tener al bebé, es por eso por lo que hui de casa.

—En serio lo siento mucho —le agarré la mano con la que tenía libre—, debió de ser duro para ti.

—Lo es, pero ya no quiero seguir hablando sobre eso.

Asentí con la cabeza, tenía razón, ya no tendría sentido que siguiéramos hablando de eso. Llegamos al edificio, aparqué a un lado de la puerta y James nos ayudó a sacar las bolsas del auto. Le di las llaves a él para que guardara el coche. Ximena y yo subimos por el elevador, abrí la puerta de casa y entramos. Cuando terminamos de dejar las cosas dentro de casa, cerré la puerta.

—Bueno, Ximena, ya que este será tu hogar durante meses te acomodaré.

Agarramos sus cosas y las pusimos en la habitación de la planta baja, guardamos las cosas y le di un tour por toda la casa, se asombró demasiado. Cuando volvimos a la sala le pregunté:

—¿Y qué te parece la casa?

—Es muy bonita y bastante grande.

—Sí, la verdad necesitaba compartirla con alguien. Solo una última cosa, aquí solo hay una regla: jamás entres en mi oficina, ¿entendido?

—Sí, mi capitán.

Me reí, la verdad la chica hacía que mis emociones se revolotearan. Se me acercó y me abrazó, eso me sorprendió bastante.

—Muchas gracias, en serio. —sonrió.

—Sí, no es nada.

La miraba fijamente, su mirada era penetrante, su tacto era suave y eléctrico, realmente Ximena podía hacerme sentir bastantes cosas.

Antes que sucediera algo más se escuchó un toque en la puerta, alguien tocaba. Me dejó de abrazar y se retiró para sentarse en el sillón. Me dirigí y cuando la abrí me espanté un poco, Ethan estaba al otro lado de la puerta. Él era un año mayor que yo, un compañero de trabajo, rubio de ojos azules, piel clara y unos pómulos bien definidos, un hombre apuesto.

—Hola, Sebastián —dijo.

Antes que pudiera decir una palabra él mismo se dio el permiso de entrar, yo solo cerré la puerta detrás de él.

Mi mejor promesa (SAGA: Esperanza) #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora