Capítulo 5: Más confianza y mi pasado

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Me desperté en la mañana, me bañé, me cambié y bajé a la cocina, Ximena también ya se había levantado. Le preparé el desayuno y alrededor de medio día fuimos al doctor para que la revisara, para que nos dijera como estaba la situación del bebé y cuáles serían los cuidados necesarios.

Recorrimos unas cuantas calles en coche hasta llegar al hospital, una señorita en la recepción nos atendió.

—Buenas tardes, venimos a una consulta con el obstetra —dije.

—Bueno... —revisó en su computadora—, sí, los estábamos esperando, ¿es su esposa?

Cuando preguntó eso me congelé, no sabía que contestarle, quería decirle la verdad, pero sabía que, si lo negaba, no me permitirían saber lo que sucedía.

—Sí —asentí con la cabeza.

Ximena se me quedó viendo con extrañeza, me volteé hacia ella y solo encogí los hombros. La señorita nos guio hasta la sala en la que esperamos hasta que nos llamara la doctora White.

—La familia Flores —llamó la doctora cuando salió por una puerta.

—Aquí —contesté.

Sí, me apellidaba Flores. Nos levantamos de la silla y nos dirigimos al consultorio. La doctora le hizo revisiones que no entendía para qué servían. Después de unos cuantos nos sentamos en las sillas que estaban a un lado de la mesa principal.

—Bueno —la doctora ojeó las hojas—, al parecer su embarazo va conforme a lo planeado, no hay contratiempos, tiene 8 semanas, todo está en orden.

Sentí un gran alivio por dentro, no había nada de qué preocuparse y eso me alegraba mucho. Ximena sonrió de oreja a oreja y se tocó el vientre mientras veía a la doctora. La doctora nos sonrió y luego se retiró a buscar algo en su gabinete.

—Le voy a recetar una medicación para evitar algún problema —se sentó mientras tenía un frasco en la mano y empezó a escribir—. Necesito que no haga mucho esfuerzo físico, puede hacer las labores normales, solo que no cosas extremas, ¿sí sabe a lo que me refiero?

Ximena asintió con la cabeza, yo la verdad no sabía a qué es lo que se refería la doctora, por lo que solo sonreí.

—De acuerdo, eso es todo —arrancó la hoja de su bloc—, les agentaré una cita en unas semanas para revisar cómo va el embarazo.

Nos entregó el papel, nos levantamos, le dimos las gracias a la doctora y salimos de su consultorio. Nos dirigimos a la farmacia y la señorita nos entregó un par de frascos, tenía que seguirlos al pie de la letra. Salimos de su hospital, tomamos el auto y nos dirigimos a casa.

Cuando llegamos al edificio, aparqué y nos dirigimos a la recepción para tomar el elevador, allí nos encontramos a Kendall Bradley, mi vecina del departamento de abajo. Una mujer un par de centímetros más baja que yo, de cabello rubio liso, con unos ojos color azul y una piel clara, una mujer bastante bella, de mi edad.

—Hola, Sebastián —Kendall me saludó alegremente.

—Hola, Kendall, ¿cómo estás?

—Bien, ¿y tú?

—Muy bien —sonreí al recordar la sonrisa de Ximena—. Oh, por cierto, ella es Ximena —la presenté— mi nueva compañera de piso.

—Mucho gusto —dijo Ximena.

—Mucho gusto también —contestó Kendall.

—Nos tenemos que ir —finalicé.

Agarré la mano de Ximena, nos despedimos de Kendall y nos fuimos al elevador. Allí, pensando en otras cosas, ella me sacó de mis pensamientos.

Mi mejor promesa (SAGA: Esperanza) #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora