Capítulo 22: No te vayas

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Realmente me emocionaba saber que cada vez faltaba menos tiempo para que el bebé naciera. Habían pasado cuatro semanas de la última visita a la doctora. Ya que ahora ella estaba en la semana 32 del embarazo, contaba los días faltantes para el parto. En este tiempo todo iba bien, con respecto a su embarazo y a nuestra relación.

Scarlett se ausentaba más seguido, por lo que mis peleas con mi amor por sus celos se hicieron mucho menos frecuentes. También salíamos a todos lados juntos, paulatinamente nuestra relación se inclinó más a las caricias y ternura.

Pero no todo iba a ser arco-iris y felicidad, desde el día de ayer hasta ahora ella había estado muy alejada de mí, ya no quería que la tocara, ni que le hablara con amor, prácticamente a que me distanciara de ella, supongo que era por sus hormonas y por la falta de sexo de la última semana, pero esta noche tenía un regalo para ella, algo que esperaba y la hiciera muy feliz, algo que ni siquiera se me había pasado por la mente desde que se fue Diana, y que ahora me sentía preparado para afrontar esa situación de nuevo.

—¿Qué haces, amor? —pregunté cuando acabé de desayunar.

—Nada —respondió viendo su celular.

Asentí y no dije nada más, puse los platos en el lavaplatos de la cocina y regresé con mi amor. Ella estaba muy metida en su celular y me preguntaba que tanto estaba haciendo con él desde ayer.

—¿Entonces cuál será el nombre de nuestro bebé? —pregunté tratando de llamar su atención.

Ella solo me vio de reojo y regresó a su celular, estaba muy metida en él y eso ya me empezaba a fastidiar un poco.

—¿Qué ocurre? —pregunté más cerca.

—Nada.

—Desde ayer estás así, dime que ocurre.

—Ya te dije que nada.

Rodeó sus ojos y se levantó de la silla del comedor para dirigirse a la sala, en donde se sentó en el sillón mediano. La seguí y me senté enfrente.

—Hoy te tengo una sorpresa muy especial para la noche —dije emocionado.

—No me interesa.

—Mi amor, desde ayer no has querido que te toque ni que me acerque a ti, ¿qué sucede?

—Nada, ya hablamos de esto, Sebastián.

En la noche de ayer le insistí hasta el cansancio y no obtuve ninguna explicación de ella, solo me respondía que dejara de fastidiar y que la dejara sola.

—En serio estoy muy preocupado por ti.

—¿Y? —contestó desinteresada.

—Mi vida, en serio me preocupas mucho.

—Yo no te pedí que te preocuparas de mí.

Me acerqué a ella y traté de tomarla de la mano, pero inmediatamente la quitó, intenté darle un beso en los labios y de nuevo maniobró para evitarlo.

Su actitud cortante e hiriente me dolía mucho, no sé qué había hecho mal o que es lo que había pasado para que ella me tratase así, estaba estresado por no saber qué era lo que ocurría y me sentía muy mal.

En un momento de mi esfuerzo por encontrar la raíz de la actitud de Xime, sonó el timbre de la puerta, eso me extraño mucho ya que no esperaba a nadie, con ninguna persona había pactado para que viniese a casa hoy.

Xime inmediatamente guardó su celular y se dirigió a la puerta sin siquiera mirarme, tampoco se fijó en la mirilla y abrió la puerta sin más. Un chico de alrededor su edad se le acercó y la abrazó muy fuerte y felizmente, conocía ese abrazo y no era solo de cariño, era de amor. El chico estaba vestido con una sudadera gris, una playera blanca y unos jeans un poco rasgados, además que tenía un cabello oscuro, piel un poco blanca y se notaba que hacía mucho ejercicio. Me extrañé demasiado y empecé a sentir unos celos enormes.

Mi mejor promesa (SAGA: Esperanza) #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora