Además, de encantado de volver a hacerla suya aprovechando que dentro de ella estaba, Terry se lo demostraba con besos y lentos embates. Empero, Candy de una segunda entrega, en ese momento, no estaba segura de ser participante; primero, porque se le estaban acalambrando las piernas; segundo, por las luces que alumbraron fugazmente el estacionamiento de la casa, y por último, del portazo que se escuchara y de la alarma de auto que se activó.
Sintiéndola más atenta de lo que sucedía abajo que de lo que él le hacía, a centímetros se separó de ella para anunciarle:
— Es papá quien ha llegado.
Decírselo le causó pánico a Candy; y su rostro lo reflejó, peleando con todo su cuerpo para hacerlo levantarse. En cambio, Terry, siendo más fuerte que su luchadora, no se movió ni un ápice y de lo más sereno le recomendaba:
— No te preocupes. No subirá.
— ¡¿Estás seguro?!
Las manos de Candy estaban empujando el pecho del joven, el cual, se lo afirmaba:
— Sí.
— De todos modos... —, la femenina voz denotaba nerviosismo, — ¡me moriría de la pena si nos encuentra así!
Gracias a la vergüenza que brilló en sus ojos suplicantes, él diría:
— Está bien; pero quédate tranquila. No pasará nada.
Terry besó uno de sus senos y, acomedido le subió el top.
Arreglándoselo, Candy percibió cuando él lentamente la iba abandonando; y por haberlo hecho en su totalidad, increíblemente la joven se sintió sola y vacía. Sin embargo, al recordar la presencia de un progenitor que se avecinaba, eso le impidió gritar que volviera inmediatamente al lugar donde había estado.
Él, por su parte, ya se había acomodado sus pants y puesto de pie para recoger las prendas femeninas y dárselas para que ella corriera al baño donde nuevamente iría a encerrarse para asearse, vestirse y acordarse a solas de lo maravillosamente apenas vivido, mientras que Terry se dedicaba a encender la luz de una lámpara de pie fijándose casi de inmediato en la mancha que yacía sobre la colcha del camastro. Para cubrirla, él solamente se inclinó para atrapar un cojín del suelo y lo colocó encima dándose la tarea de no olvidarse a cambiarla después por sí mismo.
Ubicada también su camiseta, la agarró y usó oyendo cuando le llamaron:
— ¿Terry, estás ahí?
Yendo a la puerta que le conducía a la parte baja de su casa, el joven la tomó y levantó para contestar:
— Sí, padre.
— ¿Cómo te sentiste?
— Muy bien. ¿A ti cómo te fue?
— También muy bien. ¿Caliento la cena y bajas?
— ¿Me llamas cuando esté lista?
— Ya sabes que sí.
— ¿Papá? — se llamó porque Richard ya se iba.
— Dime.
Y ante su presencia, él solicitaba:
— ¿Podrías poner un plato extra en la mesa?
— ¿Es que acaso tenemos visita?
— Se trata de Candy.
— Oh, qué bien. Claro que sí.
Después de agradecerle a su sonriente padre, el hijo Grandchester bajó la puerta para ir a llamar a otra.
Por los leves toques, Candy saltó. Pero ya estando lista, atendió mostrándose ante él quien le sonreía hermosamente y le preguntaba:
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Tu lugar es a mi lado
Fanfiction(Mayo 2013) En un escenario juvenil los siempre protagonistas se confrontarán a las consecuencias de los arrebatos de su edad. ESTA HISTORIA, COMO LAS ENCONTRADAS EN MI PERFIL, SON DE TOTAL AUTORÍA. NO DE DOMINIO PÚBLICO.