¿Acaso había entendido bien? ¿Terry iba a llevarla al colegio? Sí, eso justamente el joven Grandchester iba a hacer, porque —además de proponérselo a su padre después de beber el jugo que ella nunca salió a tomar y que él, así como puso levantó del suelo y llevó a la cocina al abandonar la habitación de Candy—, ya estaba dejando su silla para ir en busca de las llaves de su auto y sí, llevarla hasta la puerta del colegio.
¿Por qué? Era la cuestión que se leía en su rostro; y Richard quien sonreía de su asombro combinado con alegría, le extendió una bolsa de plástico con cierre que contenía un sándwich que él mismo le hubo preparado.
Recibiéndolo, Candy agradeció por el lunch; pero... no estaba segura de querer moverse de su lugar ni mucho menos de seguirlo para subirse a su auto y... desde la puerta se escuchó un llamado: el de Terry, anunciándole que apenas había el tiempo suficiente para llegar a la primera clase.
Conteniendo sus ganas de objetar, la joven White se despidió de su custodio, deseándole éste un buen día e yendo ella detrás de aquél el cual al arribar a su vehículo, la portezuela derecha para su copiloto abriría. Sin embargo, la chica no ingresaría por ahí, sino usaría la puerta izquierda para ocupar el asiento trasero.
Burlándose de sí mismo, el guapo muchacho, en su nuevo puesto de chofer, cerró la puerta y regresó sus pasos para también ingresar al auto y disponerse a manejar, haciéndose el trayecto de un ambiente tenso y pesado ya que ella ni a mirarlo se dignaba. No obstante, Terry rompería el silencio al preguntar:
— ¿A qué hora sales hoy?
La chica levantó una mano indicándole el número con sus dedos meñique y anular. Enterado que a las dos de la tarde, el joven se atrevía a cuestionar:
— ¿Quieres que vaya por ti?
En la mente, Candy respondía:
— Me imagino que al planear llevarme, es porque también decidiste ir por mí
¿Y acaso le molestaba la idea? ¡Para nada! por eso a él, que por el retrovisor la miraba en espera de una respuesta, le dedicó: un levantamiento de hombro.
Aún con su indiferencia, Terry le decía:
— Bueno, entonces, ahí estaré cinco minutos antes de que suene la campana. ¿Te parece bien?
Un pujido hubo sido la contestación; seguidamente ella giró la cabeza hacia la ventanilla para admirar el paisaje de afuera, pero queriendo controlar por dentro la emoción que le provocó su próxima cita.
Empero, esas horas que todavía faltaban, ella las viviría en un infierno que comenzó en el instante en que el auto fue recorriendo las millas, acercándose cada vez más y más a la preparatoria donde se detuvo, y terminaría hasta que lo viera de nuevo y aún después de eso.
Dentro de ese tiempo, Terry, después de recordarle que ahí estaría esperándole, se dirigió a su casa para dormir un rato; mientras tanto Candy se confrontaría: con la curiosidad de sus compañeras de estudio al verle bajar del carro de su ex novio quien a la salida puntual cumpliría su palabra, y también con la mesa directiva que en la sala de juntas comentarían su especial caso.
. . .
La depresión de la que fue presa debido a un rompimiento amoroso, la hubo llevado a faltar a la escuela y a reprobar los exámenes, empujándola la presión familiar y escolar a recurrir a la droga para pasarlos.
Entonces, revelada su trampa y dada una segunda oportunidad, a Candy se le obligaría a presentarlos nuevamente, empezando ese mismo martes y terminando el viernes, un día antes de la clausura para ser considerada parte de la generación a egresar.
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Tu lugar es a mi lado
Fanfiction(Mayo 2013) En un escenario juvenil los siempre protagonistas se confrontarán a las consecuencias de los arrebatos de su edad. ESTA HISTORIA, COMO LAS ENCONTRADAS EN MI PERFIL, SON DE TOTAL AUTORÍA. NO DE DOMINIO PÚBLICO.