Parte sin título 32

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Siento el retraso en este capítulo, pero llevaba traducidas 6000 palabras de lsa 8000 que tiene y va el word y me dice que archivo corrupto y no me lo dejó abrir y tuve que empezar de cero.


Amanecer en el calor del cuerpo de Regina, en la suave curva de los brazos de la morena mientras el frío apedreaba en el cristal, apartándolas de la mirada del mundo. Emma permanece en la misma posición durante largos minutos, dentro del abrazo de su reina, escuchando el corazón latir sereno y reconfortante, susurrándole amor. La rubia tiene una sonrisa tonta en el rostro al contemplar los trazos de la morena entregada al sueño. Ya no es capaz de contar las veces que había soñado con ese momento, imaginándose cómo sería el calor esparcido por el cuerpo, calentando la piel, quemando el deseo de volar del nido. Es como si hubiera esperado media vida por ese momento.

La salvadora alcanza los labios de la alcaldesa para un piquito rápido y se obliga a dejar la cama. Aún es temprano para la hora en la que habían quedado para encontrarse con los Charming y continuar hacia el picadero. La salvadora recorre el camino hasta el cuarto de su hijo lo más silenciosamente posible y entra encontrándose a Henry envuelto en su edredón rojo burdeos con el escudo de Gryffindor, la casa preferida de los dos de la Escuela de Magia y Hechicería de Hogwarts. Con todo el cariño, Swan pasa los dedos por el cabello del pequeño, que va despertándose poco a poco.

«Solo cinco minutos más, mamá...» reclama sin abrir los ojos y se gira para el otro lado

«Buenos días a ti también, chico» la rubia se acuerda de ella misma, siempre pidiendo cinco minutos más antes de despertarse, especialmente los fines de semana cuando podía dormir hasta más tarde.

«Buenos días...» responde aún medio dormido

«Vamos, Henry, necesito tu ayuda» se sienta al lado del pequeño y le da un beso en la mejilla

«Cualquier operación que estés tramando, ma, puede esperar un poquito más...»

«¡Infelizmente la operación Desayuno en la cama con Regina Mills no puede esperar!» dice y consigue la atención del muchacho

«Creo que...» desorbita los ojos tras procesar la información recibida «Espera, ¿vas a prepararle el desayuno a mi madre?» el adolescente se sienta y la observa

«Bueno, aún no sé donde quedan algunas cosas en la cocina o en la despensa, así que, necesito tu ayuda» mira al hijo con su mirada más dulce, la misma que usa Henry para conseguir las cosas por parte de Regina

«¡Ok, vamos entonces...pero solo si puedo desayunar con vosotras dos!» pide el pequeño, totalmente feliz por tener a sus dos madres juntas

«¡Hecho!» los dos chocan los cinco y bajan a la cocina

Mientras Henry pela y corta las frutas para una ensalada de frutas, Emma se concentra en hacer los huevos revueltos con bacón. A pesar de no admitirlo, es una de las cosas preferidas de Regina. La rubia también se encarga de las tostadas y el muchacho cuela el café fuerte y sin azúcar, tal y como a la alcaldesa le gusta. Para Emma y para él, dos tazas bien grandes de chocolate caliente con canela. Todo listo, el muchacho coloca las cosas en una bandeja grande y, antes de subir, la sheriff hace aparecer unas sencillas margaritas. Los dos sonríen y se concentran en no dejar caer nada por el camino.

Henry abre la puerta lentamente y ve a su madre morena aún durmiendo, abrazada a la almohada de Emma. Espera hasta que su madre rubia pase y cierra la puerta sin hacer ruido. La sherif pone la bandeja en la mesita de noche y sube a la cama junto al hijo, yendo los dos a abrazar a la alcaldesa. Al recibir los mimos de los dos, Regina abre una sonrisa antes que los ojos y se estira, remolona.

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