Parte sin título 5

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Regina siente la tensión creciendo. Mira a la rubia y no sabe bien qué hacer. Incluso se le ocurre de nuevo la idea de besarla, pero la morena se dice a sí misma que eso sería estúpido y no quiere resolver las cosas entre ellas de esa manera.

«Emma» se acerca con cautela y le toca el brazo. En ese mismo instante, la rubia abre los ojos y sus pupilas están oscuras, apenas mira a Regina y la lanza con fuerza contra la pared. Sin oportunidad de defenderse, la alcaldesa siente el fuerte golpe en su cuerpo y cae en un gemido de dolor.

«¡Regina!» Emma tarda un segundo en darse cuenta de lo que ha hecho. Los objetos caen al suelo, desordenados, y ella corre hacia la morena «Regina...» Emma la mira con los ojos llenos de lágrimas, sin atreverse a tocarla «Regina, no quería...perdóname» la mira y siente rabia de sí misma, ¿cómo había sido capaz de herir a la madre de su hijo?

«Emma...» un susurro casi inaudible y cargado de dolor la hace sentirse aún peor «Está...» la morena abre los ojos «Está todo bien» intenta sonreír.

«No, Regina, no está todo bien. ¡Mira lo que te he hecho!» la rubia llora desesperadamente

«Ayúdame, por favor» no consigue levantarse sola, siente un gran dolor en su espalda.

«No puedo tocarte, Regina» la salvadora se ve perdida, sin tener a quién recurrir y sin saber cómo ayudar a la reina.

«Tú puedes, Emma. Te necesito» extiende el brazo en un dolorido esfuerzo

«No hagas eso, no te muevas» la rubia se acerca

«Ven aquí» llama la morena, aún débil «Tienes que ayudarme, Emma, no voy a poder curarme sola» dice con súplica en sus ojos

«No soy capaz, Regina, y no quiero hacerte más daño» dice la sheriff

«Emma, claro que puedes. Las dos podemos. Pero tienes que ayudarme, no puedo levantarme» admite, haciendo esfuerzo para no dejar que la otra vea todo su dolor.

«Está bien, ¿qué tengo que hacer?» aún recelosa, decide escucharla

«Llévame a tu cama» pide con toda la calma que consigue reunir

Emma duda. Pasa las manos por su cabello, intentado calmarse y convencerse de que aquello era lo que había que hacer, cuando su deseo es el de salir corriendo en busca de alguien que realmente pueda ayudar sin herir más a Regina. La posibilidad de perderla la asusta por encima de todo. Luchando contra su razón, se agacha lentamente y coloca sus brazos bajo el cuerpo de la morena. Hace mucho tiempo que quería hacer eso, pero en una situación completamente diferente. Sí, admite abiertamente para sí misma que desea a Regina Mills en sus brazos. La alcaldesa suelta un pequeño gemido, lo que hace que el corazón de Emma se detenga. Con cuidado para no sacudirla mucho, camina hasta la cama y la acomoda.

«No fue tan difícil, ¿verdad?» ella intenta sonreír

«¿Por qué aún quieres mi ayuda, Regina? ¡Mira lo que te he hecho!» la rubia no consigue calmarse

«No fuiste tú, Emma. Sé que no. Necesito la ayuda de Emma, de mi Emma, de la que tiene magia de luz y estaba aprendiendo a usarla conmigo, de la Emma que, por algún motivo que no entiendo, de todas las personas de este mundo, decidió confiar precisamente en mí para enseñarla» la voz de Regina es dulce, como si aquel golpe también le hubiera roto algo por dentro que le había impedido decir lo que sentía por la sheriff.

«Tu Emma...» la salvadora repite, casi sin poder creerlo. Una nueva emoción que se transforma en agua cayendo de sus ojos.

Regina cierra los suyos e intenta respirar mejor, pero siente mucho dolor y deja escapar un ligero gemido. Parece más fácil dejarse llevar por aquel torpor que comienza a nublarle el pensamiento y...

Dark ParadiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora