Parte sin título 39

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Ya era noche cerrada y probablemente la ciudad entera duerme. O casi. En la cabaña del árbol, Tinkerbell está inclinada sobre una gran cantidad de materiales, moldeando algo bastante delicado y hecho de una aleación de metales preciosos, conseguidos por los enanitos. Leroy ronca durmiendo en el sofá, mientras Nova está acomodada en el cuarto que había sido el de Regina. En el cuarto del hada verde, quien ronca tranquilamente es Hook, a quien se le permitió estar ahí tras jurar por todos los dioses de los mares que no diría nada sobre la piedra o sobre lo que Tinker estaba haciendo.

El hada verde continúa trabajando sin cesar, pues no admite que el resultado sea menos que perfecto. A intervalos regulares, admira la piedra, que brilla como si estuviera satisfecha con su destino. Tink casi no puede respirar ante la belleza de aquella gema, que parece más hermosa de lo que las leyendas cuentan sobre ella. Solo entonces la rubia se da cuenta de que era martes y que había faltado a su cita con Regina.

«¡Mierda! ¡Qué buena hada madrina que soy!» se recuesta en la silla y cruza los brazos «Espero que me perdones cuando descubras el motivo, Regina...» cierra los ojos y piensa en la alcaldesa, intentando anticipar su reacción cuando descubra el verdadero motivo del baile.

Tinkerbell percibe algo diferente en el aire y se pone en alerta. Sabe que hay alguien más ahí aparte de Leroy, Nova y Hook. Entre gritar y permanecer en silencio, prefiere mantenerse cautelosa. ¿Quién podría saber dónde ella está? ¿Acaso Regina...? No, ella ya conocía la energía de su ahijada, no era ella.

«¡Déjate ver!» da una orden al viento y pronto una nube negra se hace presente en la adorable salita de la cabaña del árbol

«¡Hola, verdecita!» una sonrisa llena de sarcasmo y un par de ojos brillantemente azules se hacen presentes cuando Maléfica se deja ver

«¿Qué estás...?»

«¡Entonces es verdad!» la hechicera ignora al hada y se acerca a la piedra, que emite una luz más fuerte cuando la mujer dragón se acerca

«Yo...no...Maléfica...» por un segundo, Tinker no sabe cómo actuar ni descifrar las intenciones de la otra

«No te preocupes, verdecita, no estoy aquí para robar la piedra. Solo he venido a verla personalmente» tranquiliza a la rubia

«¿Cómo te...?»

«Escuché algunos rumores...» se encoge de hombros «Los enanitos no son exactamente los seres más discretos del universo. Aún menos después de beber» le guiña un ojo de Tinkerbell

«¡Oh! ¿Crees que...?»

«No, Regina no sabe nada ni ha escuchado nada, o ella misma habría venido a que le explicaras. Quédate tranquila...» sonríe ampliamente «Y también me he asegurado de que los enanitos no comenten nada» confiesa

«¿Qué has hecho?» Tinkerbell la mira preocupada

«No le he hecho daño a nadie. Solo les quite los recuerdos de todo lo relacionado con la piedra» se encoge una vez más de hombros

«¿Tú qué?»

«¡No es para tanto, hadita! ¿Quieres despertar a los otros?» Mal la mira «No es que anden por ahí desmemoriados y sin saber quiénes son, solo hice que se olvidaran de la piedra. Acéptalo como una ayudita para mantener el secreto» le guiña seductoramente y el hada finalmente se relaja, esbozando incluso una sonrisa «¡Vamos, admite que te gusto!» provoca la hechicera

«Yo...» el hada intenta mirar a la otra indignada, pero acaba revelando una sonrisa «¡Está bien, sí, me gustas!»

«Hum...» Maléfica sonríe a medias «¿Sabes? Contra todas las posibilidades, tú también me gustas» acaba diciendo y sorprendiendo al hada «Ahora, ¿por qué no me cuentas en qué estás trabajando?» se acomoda en una de las sillas y se queda frente a Tinker

Dark ParadiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora