Parte sin título 33

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  El capitulo esperado por todas, creo yo. Aviso que es muy poético, nada vulgar, como todo el fic, eso sí, muy romántico, no apto para diabéticas. Jajaja.


Un universo cuántico, como en este en el que vivimos, no es aleatorio ni predeterminado. Es potencia a cada segundo. Todo lo que podemos hacer es intervenir. El libre albedrío es la capacidad que cada persona tiene de modificar el resultado. Funciona más o menos así: a cada segundo, el universo se divide en posibilidades infinitas y la mayoría de ellas nunca acontece. No hay un "uni-verso", hay más, mucho más que una lectura. Dentro de la historia contada, están las que no pudieron ser contadas, las posibilidades que nunca acontecieron. Así, cada palabra escrita es una red para capturar la palabra que escapó.

La historia no para porque no puede parar. Continúa contándose, esperando una intervención para cambiar lo que sucederá a continuación. Y en este universo, el amor es una intervención. De manos dadas, comienza a descender sobre alguien. De manos dadas, muy deprisa, como los latidos de un corazón cuando ama. Un camino de bajada, un peñasco invitando al vuelo sin red de protección, sin alas que sustenten en el cielo. Porque no hay seguridad, ni siquiera la certeza del regreso.

La vida de Emma Swan fue puesta boca abajo el día en que cumplía 28 años. Hasta entonces, había vivido como huérfana en decenas de orfanatos, había pasado por diversas familias adoptivas y siempre había estado sola, cuestionándose por qué había sido abandonada por sus padres. Aquella misma noche, había reencontrado a su hijo al que había entregado en adopción diez años atrás y había sido llevada a una ciudad que ni siquiera existía en el mapa. En Storybrooke, Emma Swan se convirtió en la sheriff local y fue convencida por su hijo para creer que los cuentos de hada eran bastante reales: ella misma, en realidad, era la hija perdida de Snow White y el Príncipe Charming, el fruto del amor verdadero, la que debería romper la maldición lanzada por la Evil Queen. Y más aún: había descubierto que poseía el don de la magia.

Era como si, durante toda su vida, hubiera estado soñando con la manera correcta y construido de forma equivocada, pero quizás sea eso lo que la mayoría de las personas hace todos los días, sin nunca creer que un sueño puede traer la verdad. Desafiando su propia falta de fe, sin embargo, Emma Swan se dispuso a aprender que lo imposible, a veces, sucede. Y lo improbable es más real que aquello que está frente a nuestros ojos. Fue así que se volvió la salvadora. La maldición fue rota y la rubia reencontró a su familia, viviendo aventuras que llenarían más de un libro de fantasía.

Cuando parecía que ya no había nada más que pudiera ser añadido a su fabulosa historia, su corazón decidió latir a un compás diferente por nada menos que Regina Mills, la alcaldesa de Storybrooke, la madre adoptiva de su hijo y la Reina Malvada. Y entonces lo más surreal que podría pasar en este enredo, pasó: Regina descubrió en Emma Swan a su amor verdadero.


Al salir del cuarto de Maléfica en el caserón del picadero, Emma está decidida a sorprender a su enamorada una vez más. Bastaba con que la morena le dijera sí. Y Regina lo dijo. La salvadora solo tiene un lugar en mente cuando su enamorada le entrega su mano. En pocos segundos, usando su magia, Swan las lleva a las dos a la cabaña del árbol.

Regina siente que los sentimientos le brotan a flor de piel cuando es rodeada en un abrazo de cuerpo entero. Tan bueno sentir la eternidad en pequeños instantes...La chimenea permanece encendida, las dos se miran bajo la luz tenue que envuelve la sala.

«Quiero pedirte una cosa más...» Emma deja que sus dedos se enreden en las madejas oscuras de la otra, su voz es suave y medio titubeante.

«¿El qué?» Regina tiene sus dos brazos alrededor de la cintura de Emma, manteniéndola junto a ella, sus ojos paseando por el rostro de su enamorada, captando sus expresiones.

Dark ParadiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora