Parte sin título 22

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Los trolls y los ogros están alineados en mitad del bosque de Storybrooke, mientras Emma Swan les pasa revista. Tras el primer ataque fallido a la ciudad, ahora liderada por Snow White y Charming, la Dark One había comprendido que ejecutar lo que pretendía no sería tan fácil como creía. Habían pasado dos semanas desde aquella primera batalla, y la rubia se las había pasado yendo más a fondo en sus nuevas habilidades para buscar conocimiento sobre la guerra, sobre qué hacer, cómo liderar a aquellos que estaban bajo su poder.

Desde entonces, había conseguido equilibrar las fuerzas, a pesar de la fuerte resistencia mantenida, principalmente, por la inteligencia militar de Mulan y por las magias combinadas de Maléfica, Elsa y Tinkerbell. Emma no esperaba ver tan pronto de vuelta a la reina de Arendelle, y menos aún tan consciente de sus fuerzas y capaz de enfrentarse a criaturas venidas del Bosque Encantado.

El primer cambio de planes fue no atacar abiertamente a las fuerzas de la ciudad. Con invasiones sorpresa a horas diferentes y en pequeños grupos, los ágiles trolls conseguían robar comida suficiente para alimentarse y provocar encima daños en el pueblo, perjudicar plantaciones, asustar animales y, principalmente, esparcir el pánico por la ciudad. La población está asustada.

Emma se dejó ver dos veces avisando que no quería tener que hacerle daño a nadie, pero que haría lo que fuera preciso para alcanzar sus objetivos y que nunca cuestionaría los métodos que sus criaturas usaran para ayudarla a recuperar la daga. El gélido brillo en los ojos de la rubia fue suficiente para inocular el miedo en los que la vieron. Había sido doloroso, especialmente para sus padres y amigos.

August no se conforma, intenta de todas las formas pensar en una salida, un camino, pero nada encuentra. Maléfica está con él, ayudándolo a hurgar entre las pertenencias de Rumpelstiltskin en busca de una pista, de algo que pudiera detener aquella zambullida de Swan en la oscuridad. Como la hechicera se temía, nada encuentran. Mal sabe que solo la presencia de Regina podría solucionar aquello. Y cada día que pasa sin noticias o una señal de la reina aumenta su angustia.

«¿De verdad Regina pretende regresar?» August está apoyado en el mostrador de la tienda de Gold.

Maléfica camina por la tienda, tocando algunos objetos, colgados desaliñadamente en el techo, sus seguros pasos resuenan en el sitio y el hijo de Marco no puede dejar de reparar en la belleza de la rubia en su traje femenino de color azul cobalto. Los dos han tenido algunos buenos encuentros desde que se habían besado en el hall del ayuntamiento, incluso en mitad del caos de la ciudad, pero la rubia no le había escondido a August que también le gustaba salir con Whale. Al principio, a ninguno de los dos les gustó aquella situación, sin embargo, la hechicera no presta mucha atención a reglas o convenciones sociales, se permite ser libre y exige la misma libertad a sus compañeros. El médico y el actual vice alcalde terminaron por aceptar las condiciones, aunque aún se sentían algo inseguros y parecían esperar que, de hecho, ella escogiera a alguno de los dos.

«Regina solo se apartó del lado de la señorita Swan porque ella era la única que podría ir hasta Avalon, la única capaz de traer a Merlín o...» un idea pasó por la mente de la rubia

«¿O...?» August llama su atención

«O convencer al mago para que venga a Storybrooke» se gira para mirar los ojos azules del moreno «Aunque ella no venga con él...» dice la rubia en voz baja la última parte, pero lo suficiente para que él escuche, pero transmitiendo su aprensión y tristeza.

«Mal...¿crees que...Regina...puede...?»

«El aprendiz del mago fue bien claro en su recado, solo Merlín podría ayudar a la señorita Swan. Tiene que ser hallado y traído a Storybrooke, pero...no hay nada que diga que aquel que lo encuentre pueda o tenga que volver también» admite con cierto pesar

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