Parte sin título 4

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La declaración de Emma paraliza a Regina. La reina siente algo en su pecho, como si aquellas palabras hubiesen ido a morar en su corazón. De alguna forma, siente también la magia de luz creciendo dentro de sí. Mira a la rubia y no sabe qué decir.

«Regina...» Emma se ve dentro de los ojos de la morena «¿Por qué estás aquí?» hay un dolor que traspasa a la salvadora, además del miedo por estar transformándose en algo que pueda herir a personas que ella ama. Aún así, cuando está cerca de la alcaldesa, la oscuridad parece retroceder en su interior.

«Porque...yo...» ante aquella mirada, Regina no consigue formular una disculpa. La respuesta que tanto teme está ahí, lista a ganar vida y girar alrededor de ellas «Porque...» la reina evoca la imagen del hijo, queriendo atribuir a él su presencia junto a la sheriff, sin embargo, ni siquiera Henry es capaz de frenar aquello que parece querer estallar en ella «Porque yo...tampoco...puedo vivir sin ti, Emma» dice Regina y aprieta la mano de la salvadora que aún se encuentra entre las suyas. Una sonrisa tímida se forma en su rostro, suavizándolo, algo que encanta a la sheriff aún más.

Emma sustenta su mirada, sin importarle las dos lágrimas que se forman allí y caen por sus mejillas. Ella sabe cuán difícil es para Regina demostrar lo que siente, quizás con excepción de Henry, a quien la morena ama incondicionalmente. Y es la vez de la salvadora de quedarse paralizada ante todo lo que aquella simple frase conlleva, pero que significa un mundo para las dos. El silencio que planea sobre ellas es reconfortante y aquel toque de las manos actúa acercando los mundos opuestos que Emma Swan y Regina Mills representan.

La sheriff baja la mirada para observar uno de los dedos de la alcaldesa haciendo caricias en el dorso de su mano. Aquel gesto pequeño provoca una sonrisa en Emma. Regina agradece mentalmente el hecho de que la salvadora no vea su rostro, sonrojado en ese momento. La reina no consigue racionalizar sus emociones y, por primera vez, en un largo tiempo, no está preocupada con eso. Solo se dejar ir en aquel tímido contacto.

Cuando Emma alza los ojos, una ternura inédita la invade. Querría poder guardar para siempre aquella imagen: las mejillas rosadas, la sonrisa insegura y la mirada serena de Regina, una expresión que nunca había visto en la morena. Sin embargo, antes de poder decir o hacer nada, la agonía en el pecho que había sentido esa mañana vuelve a incomodar a la rubia. Contrae el rostro en una mueca de dolor, asustando a la alcaldesa.

«Emma, ¿qué...?»

«Regina, es mejor que salgas de aquí»

«¿Estás loca, Swan? No te voy a dejar»

«Regina, no quiero hacerte daño»

«Me sé defender, sheriff. Solo dime qué está sucediendo»

«Las voces, ellas quieren...» Emma cierra los ojos e intenta respirar en mitad de la angustia «Quieren que te mate» con la mirada oscura la rubia mira a la reina

Regina decide actuar. Sale de detrás de la barra y se pone delante de la sheriff, agarrando sus dos brazos y manteniendo solo una corta distancia entre las dos.

«Emma, concéntrate en mi voz y respira. Tú no quieres hacer esto, tienes magia de luz dentro de ti, ¿recuerdas?»

«Regina...» la mirada de la salvadora es cada vez más oscura y está a punto de perder el control sobre su magia «No sé si conseguiré aguantar por más tiempo, por favor» suplica desesperada.

«Emma, sé que eres más fuerte que cualquier voz en tu cabeza diciéndote lo que tienes que hacer. Yo confío en ti, Swan. Ahora escúchame, mírame» ordena y la rubia obedece «Respira conmigo, piensa en Henry, piensa en nuestro hijo, él te necesita»

Dark ParadiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora