A Ti Es A Quien Quiero

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Al estar ahí solo recordaba algún verano en el bosque, cuando fuimos a acampar para buscar nuestras musas, entre el ruido de las guitarras, el ruido del río y el murmurar de los árboles, las rosas, el sonido de las botellas chocar y de los encendedores al accionarse para encender un cigarrillo más, el ruido de las pierdas lanzadas al río, buscando llegar más lejos que la anterior, éramos lluvia, éramos humo, éramos melodía tranquila, éramos ilusión de nuevo, éramos eso que dejamos ir un verano, frente al lago, que después de todo provenía del mar, y éramos el aire, que iba hacia ninguna parte.


Dejé que manejara de camino a casa, sus maletas eran pocas, y sabía que su amada pareja vendría atrás de él en unas horas, y no había cosa que me hiciera más feliz, que verlo ir hacia delante.


-Tenemos que comprar algo para comer, ya no tengo nada, para el desayuno o la merienda - me concentré en el asfalto, y el ruido del aire acondicionado -



-Esta bien, pero sin licor, no es el mejor analgésico, se lo que te digo, solo es un placebo y cuando no está más hay un vacío, tu eres médico sabes que es así, sabes qué puede hacerte, no vayas al abismo, la obscuridad parece atractiva pero creme desgasta la vista del corazón y parte las ilusiones, no vale la pena la tranquilidad si no hay con quien platicar la emoción - giró a la derecha para ir al super mercado, hacía mucho que no me desconectaba tanto que cuando reaccioné ya estábamos estacionados - Bien, serán cosas simples no nos quedaremos en casa para deprimirnos, no habrá chocolate, ni nada de eso que es motor para deprimirse - caminaba por el pasillo y fuimos por un carrito, me subí en la punta Y Robert aceleró, solo él sabe como hacerme feliz y nunca hizo falta mucho, solo el tiempo de tenernos juntos, yo me fui por que necesitaba sanar, y el se quedó solo -



-Perdón - dije al bajar sonriendo del carrito - Me fui por que me sentía rota y solo quería unir mis partes pero no pensé en ti, estabas igual que yo, fui tan egoísta, aun lo soy, estas casado y te entretengo aquí, con el mismo cuento, no se por que me sucede lo mismo siempre - bajé la vista mientras caminaba su lado, detuvo el carrito y me sujetó de los hombros para mirarme fijamente -



-Si no te hubieras ido no hubiese conocido a Max, por que cuando el carajo me estaba llevando, cuando tiré mis posibilidades al caño, fui por un café, solo para hacer tiempo para que abrieran el bar donde solía embriagarme, y cuando estaba entrando me encontré con él, ya lo conocía de algún concierto, o algún rodaje, de algún sitio, nos reconocimos al instante, me dijo que si podía invitarme un café, yo vi mi reloj y dije ¿Por qué no? Es mejor que estar ebrio hasta la madrugada, y platicamos de todo en ese lugar, no me quedó ganas de volver en la tarde a embriagarme como cada noche, miré de nuevo mi reloj, eran las cinco en punto, no supe como pasaron tres horas, y al ver la fecha y la hora supe, que nada sería como antes, y solo deseaba, al mirar por la ventana, que tu pasaras frente de mi, y que caminando hacia tu dirección, pasara la persona que no te hiciera sentir sola, y cuando mis prisas se fueron acabando, deseaba que te vieras con ese alguien, a unas cuadras fuera o mil kilómetros, en otro horario, en otro sitio, y esperaba pensaras en mi, y cuando eso sucediera, lo sintieras en tu ser, no necesitamos estar solos pero no venimos acompañados, tú y yo sabemos mejor que nadie que el amor no nos hace dejar de estar solos, que no hay privilegio alguno de sentir mariposas en el estómago, que no hay privilegio cuando tienes una bella sonrisa sin dedicación, es tuya - dejé caer una pobre lágrima, y Robert la limpió con su dedo, sostenía mi cara con un suaves manos, tal como suelo recordarle -



-Y si te digo que solo quiero volver a casa, se que estaré sola pero, quiero volver a casa, quiero volver a cruzar la calle para llegar a tu puerta, quiero jugar en la sala, a brincar en mi cama, y correr hacia los brazos de mi padre - solo escurrían unas lágrimas, y Robert cristalizó sus ojos, cuan culpable soy ahora por hacerlo sufrir - Ruego por ser la niña de siete años, que solo tenia que preocuparse de peinar a sus muñecas - me sonrió de nuevo entre lágrimas, y fue como ver la lluvia mientra aún hay sol -



Cuando Nos Descubra La Casualidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora