Él Volvió

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-Tomy Tomy Tomy - hice un ruido extraño con la lengua mientras negaba con la cabeza, llevábamos las maletas a rastras, y estábamos esperando a que el chófer pasara por Tom, y desde nuestra llegada sus fans ya le pedían fotos y me miraban con molestia -

-No les hagas mucho caso ya las conoces solo están celosas por que salgo con alguien, pero oye no puedo ser el novio imaginario de todas ¿O si? - entrelazo su mano con la mía, lo hizo por que sabía que me molestaba un poco la actitud de algunas de sus fans, empezando por que me odien por salir con el sujeto que aman a distancia - No se por que presiento que ese lugar será nuestro nuevo destino turístico, vi como le sonreías al pay de manzana, y a los dulces rellenos de chocolate, y al chocolate relleno de chocolate, y como una sonrisa malvada se dibuja en tu cara al ver como comía y comía -

-En parte si, adoré todo ese dulce y me encantaría volver, claro debemos evitar comer tanta azúcar por que hace daño y por que la princesa dice que ya no le quedan sus vestidos - me burle de él y el me miró serio -

-Sabías que a las mujeres les gusta bañarse cuando el agua demasiado caliente - puse cara de extrañeza al no entender - Si por que eso les recuerda al infierno de donde vienen - reí con sarcasmo -

-Olvídalo, si vas a decir que te tengo en engorda la comida está descartada - el auto ya estaba afuera estacionado, y llegamos hasta el no sin antes ser blanco de las fotos que sabia serian trending en solo un par de horas -

El auto me llevó a mi casa, aun era de tarde pero necesitaba darme una ducha y descansar un poco. Tom llevó mis dos maletas dentro de mi casa, mientras el chófer esperaba.

-Te diría que te quedaras a comer pero, estas cuidando la figura - ahora lo nuestro era hacernos bromas - Mañana vuelvo al trabajo, suena de flojera pero tengo que hacerlo - resoplé con pesar, en realidad no quería ir a trabajar, es la peor parte de crecer, cuando somos niños vemos a los adultos ir con ropas que creemos son geniales y daríamos todo por crecer y hacerlo que ellos, hasta que creces y te das cuenta que ser adulto apesta -

-No yo no diré nada al respecto - Tom levantó las manos en señal de rendirse - No, aun cuando me encantaría que te quedaras pero no podría pedirte que lo hagas, ellos también necesitan su tiempo de calidad con Madelein, para cirugías y chistes malos, y como eres buena para hacer gordos - de nuevo reí con sarcasmo -

-Si Comelón yo no te llené la boca de donas fuiste tu solito, además podríamos ir a caminar ya sabes para bajar la panza - le di una palmada en el estómago - Iremos despacio mientras agarras condición - me sujetó de la mano y me acercó a él, me miraba serio, directamente a los ojos -

-Jamas me volverás a engordar - estaba demasiado cerca de mi, en definitiva no podría distraerme con esos ojos - Pero la dieta y el ejercicio empiezan mañana, no hoy, de hecho, estaba pensado si regreso en un par de horas, y traigo pizza o sushi para que veamos una película -

-Me convenciste, hay comida, películas, y con el paquete un Tom Hiddleston, no podría rechazar semejante oferta - me dio un pequeño beso en los labios, luego me dio un corto beso en la mejilla -

-Te veo en un rato cariño - me soltó de su agarre y salió, sonriente -

Yo fui cual niña ilusionada casi cantando y brincando a mi habitación, saqué ropa de mi closet, unos jeans negros y una blusa color verde, tomé mi toalla y me di una ducha larga en el jacuzzi, casi me quedo dormida. Salí envuelta en muchas toallas cual momia. Me vestí con calma en mi habitación con la ropa que había elegido, sequé lo más que pude mi cabello, en realidad no use mucho maquillaje, solo un poco de base, y rimel, no más, no quería usar pero tendría visitas. Me puse un par de calcetines cortos y mis tenis negros. Acomodé la sala para ver la televisión con Tom, preparé algo de dip de cebolla, y saqué un par de copas para vino, o vasos para refresco, aunque también preparé algo de café por cualquier cosa. Tuve que limpiar por que todos esos días fuera bueno la mugre y el polvo ya habían hecho de las suyas. Tom llegó a las nueve de la noche, en punto, como buen inglés. Estacionó su auto color azul afuera de mi casa, justo al lado del mio, y fue como un míni presagio. Corrí a abrir la puerta, ya venía con dos cajas de pizza, además de esas papas picantes, y yo era quien debía estarlo engordando.


Cuando Nos Descubra La Casualidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora