Conociendo A La Familia

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Cada día que pasaba con Tom, me daba más cuenta de que lo quería como a nadie. No se si así debe ser o si va a durar mucho, pero, como cuando te regalan flores y se marchitan, voy a ponerles agua y cuidarlas como si fuese ese día. Fuimos a ver el hobit, toda la trilogía en un mismo día, a su casa, y si, la pantalla de su sala era tan grande como la pared, podía ver sin problemas cada cabello y cada arruga de los personajes. Y había cocinado los postres más deliciosos de todo el mundo, la mayoría son biscochos ingleses con té. Me contó sobre sus hermanas y su madre, les habló sobre nuestra relación, están felices, no entiendo muy bien por que habló tan pronto de nosotros, que haya hablado de mi con su familia, es un escalón muy alto, los e visto en fotos y parecen ser amables. Me gustaría poder hablar como las parejas normales, sobre eso que tengo con mi familia, contarles por horas lo que lo hace maravilloso, todo eso que lo hace ser irresistible para mi, pero para mi desgracia esa idea es nula conmigo, y no me molesta del todo, cuando pienso la clase de personas que son. Me sentí parte de una familia con Mike, y como con la primera me traicionaron, pero esto, la última vez, fue una inesperada, una que me atacó justo a donde sabía me dolería más que nada, con la primera ya lo veía venir, era predecible. Y cuando Ann llegó al hospital, y dijo eso, lo hizo solo para convencerme, iba a forzar a su pobre hija a llevar un nombre que no pidió solo por que su madre quería pedir disculpas, sería una basura si lo permitía, eso es muy hipócrita, y cómo dolió. Por que si hubiese sido en otro escenario, donde no estábamos enojadas, y donde podía llamarla amiga, me habría sentido halagada, pero no fue así, y ahora que me sentía culpable. Tenía tanto que contarle aún, tantas consejos que pedir, tantas noches de hablar, como habría sido feliz de haber sido su médico, quizá de recibir a su bebé, de ir a su fiesta de cumpleaños, pero, yo no lo pedí así. Y hay tantos sentimientos en mi, revoloteando, haciéndome partícipe de ideas tontas, no voy a pedir perdón por algo que no hice, solo espero que ese pobre bebé inocente, no lleve mi nombre, no es bonito, no es nada lindo, no hay canciones con ese nombre.

Mis días en el hospital han sido algo pesados, entre el piso de pediatría y la sala de traumas, tuve que ir a urgencias con los otros por que muchos del personal tuvieron que ir a brigadas o estaban de vacaciones. Ya estaba cansada, tenía que volver a la sala de descanso un momento por un poco de agua, y en el pasillo hacia mi piso estaba Mike, sosteniendo de manera extraña la mano de su ahora nueva conquista, se conseguía una nueva cada semana, ya no puedo culparlo de todo, también fue mi culpa, debí ver que es lo que estaba pasando. El volteó a verme y su perfecta sonrisa se desvaneció en un instante, lo miré, y aun que fue solo un segundo, sentí como si hubiese pasado tanto tiempo. Di la vuelta y seguí mi camino. Me llamaron de nuevo a la sala de maternal, no tengo mucho que hacer ahí, más que asistir al ginecólogo, y supongo eso iba a hacer, lleve a Finn, quien es una celebridad últimamente entre los niños, mejor dicho las niñas, dicen que tiene cabello de princesa, y a mi me apodaron valiente. Entramos a la sala de maternal y para mi mala fortuna ahí estaba Ann, tal como suele vestirse, acompañada de su esposo, y Mike, por que como el tío preocupado, su deber era estar ahí obstruyendo el trabajo de los demás médicos.

-Doctora al fin llegó, espero y haya recibido el historial de la paciente - si los había recibido pero no los había terminado de leer, me acerqué al pie de la cama y tomé la libreta medica que suele dejarse ahí -

-¿Problemas? - leí detenidamente, y no podía ser, de ninguna forma, miré a ver a Ann que parecía no saber que sucedía, ni Mike, en ese instante pedía que no fuese yo quien hiciera eso -


-Esta en su tercer trimestre y  presenta placenta envejecida - solo me preocupaba el primer diagnóstico, Mike sabía de lo que hablaba pero no completamente, no había mayor preocupación pero la cara palidecida de Ann y de su ahora esposo eran las más preocupantes -

Cuando Nos Descubra La Casualidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora