Viejos Amigos

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Narra Tom

Sabía que esos días habían sido pesimos para ella, y la obligué a salir para divertirse necesitaba otros aires ver personas hablar con la gente, no quedarse en casa deprimida, pero no imaginé nada, no sabía que su padre estaría ahí y no sólo que estaría ahí, que le diría a todo el mundo, eso que Madelein a negado toda la vida, el sujeto estaba bastante ebrio y quizá no todos lo creyeron, eso espero, Emma si sabía que sucedía pero Elizabeth y Scarlett realmente apoyaban a Madelein, y en un par de minutos, después de abofetearlo y que esos dos sujetos lo sostuvieran, ellos que la lastimaron como nunca, me daban asco, y de no ser por que sostenían a ese horrible sujeto, apuesto que habría perdido la cordura y me hubiese lanzado a golpearlos, hasta dejarlos inconscientes. Pero para mi desgracia, debía aguantarme. Alguien entró por David y se lo llevó, mientras él solo maldecía, y gritaba, era un ebrio asqueroso. Y ellos miraron, en mis ojos podían ver la rabia, quería escupir les, pero mi educación no me lo permitía, no frente a mis amigos, volteé a ver a Madelein y ella ya se habia ido, no lo había notado, salí corriendo a la puerta, no había cámaras, ni gente de la prensa, cosa que le facilitó la huida, miré a ambos lados de la calle, no tenía idea de hacia donde ir, temía de que camino tomar, por que podía equivocarme, y corriendo detrás de mi llegaron ellos, sabía que ahí perdería la cordura y lo estába haciendo.

-Deberías llamar a Robert - dijo el rubio acercándose a mi, giré de inmediato y lo miré retador - Ni siquiera te conozco, no quiero pelear contigo, se que me odias y estas en tu derecho, pero antes de que hagas lo que sea que pienses hacer, llama a Robert, ahora - el de cabello negro y un poco más bajo que yo, el cual se veía bastante amable miró hacia la derecha como si viera algo -

-Apuesto que se fue hacia allá, siempre corre en esa dirección - y eso, que dijera siempre, como si nunca le hubiera hecho daño, como si la conociera, lo decía por que cuando la lastimó ella corrió en esa dirección - Ella no quiere vernos Tom, y es comprensible, pero aunque no lo creas, necesitas de nuestra ayuda, quizá quiera alguien a quién maldecir y ya estamos acostumbrados -

-Bien - dije ya muy molesto - Pero yo decido si le hablan o si se acercan a ella - mi auto estaba aparcado en el estacionamiento, subimos en el y conduje justo donde me guiaba, y mientras conducía tuve que llamar a Robert, era emergencia total - Robert, iré directo al grano, David se acercó a ella, demasiado, dijo frente miles de personas que era su padre, y todas esas estupideces, y Jai y David aunque suene raro estaban ahí, ellos detuvieron a su padre de hacer una locura, no se qué demonios hacer no se a dónde se fue ni a dónde pudo haber ido -

-Demonios - dijo molesto, hizo una pausa, se notaba que estaba pensando, pero en serio no podía esperar - ¿Qué tan lejos está el parque central de dónde estás? - indiqué al GPS que me marcará la distancia, solo a diez minutos en auto pero sin todo ese trafico a pie o mejor dicho corriendo solo a siete - Empieza por ahí, si no tienes suerte, amigo por ahora no se que más decirte, iré para allá, y otra cosa Jai, es el momento - Jai resopló empañando el vidrio, no entendía a que se refería, pero parecía algo importante - Los veo mañana - colgó de inmediato y yo acelere, pero el trafico era horrible -

Estacioné el auto y salí corriendo al igual que los otros dos, recorrí por varios minutos el lugar, atravesé corriendo mientras gritaba su nombre, pero nada, corrí hacia el pequeño lago pero no parecía estar en ninguna banca ya no tenía más opciones. Me sentía frustrado. Ni siquiera pude defenderla cuando me necesitó, me sentía como basura, dejé que la hicieran sentir mal, que la trataran como basura frente a todos y no dije nada, no la merezco, y ella no se merece eso que dejé que pasara, me soltaba golpes a la cara para hacerme reaccionar.

Narra Madelein

Jai y David no se separaron, de hecho fueron a buscar juntos, querían encontrarme primero y eso hicieron, no tengo idea de como, o bueno, si, no era un gran escondite si te pones a llorar a casi todo pulmón. Abrazaba mis rodillas ocultando mi cara, tenía las piernas empapadas de lágrimas y ya sentía dolor en mi garganta. Movieron las hojas que me cubrían y se quedarnos ahí parados mirándome, sabía que eran ellos, y me sentía mil veces peor, por que era la escena exacta de algún día de mi juventud.

Cuando Nos Descubra La Casualidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora