• Ganador Romance spring awards 2017.
Katherine Allen D' Luca Edwards de la famosa y rica saga familiar D'luca, a sus veintiséis años, no tiene novio ni proyectos de tenerlo, jamás se ha enamorado ni ha fantaseado con estarlo, su vida ha ido en tor...
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Katherine
El sonido de la puerta abriéndose hace que me despierte, pero me niego a abrir los ojos. Me encuentro tan cómoda acurrucada en mi mullidita cama, me casaría con ella si pudiese y fuese legal.
Un dulce y ligero olor afrutado me tienta a abrir los ojos para descubrir qué es ese delicioso olor, noto un pequeño peso a los pies de mi cama y yo soy demasiado curiosa para negarme a abrir los ojos para ver a qué se debe todo eso.
Abro los ojos y lo primero que veo frente a mí me deja con la boca hecha agua. Y no, no por ver que el peso que hay en mi cama sea una bandeja de desayuno, llena de comida, con una pinta riquísima, que la tiene. Tampoco por los maxibatidos de fruta que lleva Jayden en cada una de sus manos, si no por Jayden en particular.
Un Jayden que está mucho más apetecible que la propia comida que ha traído. Se me olvida comentar que está semidesnudo, llevando para tapar su formidable cuerpo nada más que los pantalones de chándal que le di ayer, que cuelgan de forma casual de sus caderas, dejándome ver una escena matutina completamente sexy.
Sigo embobada mirando sus marcados abdominales, cuando se da cuenta, finalmente, de que estoy despierta y mirándole, me llama.
— Katherine, he preparado el desayuno, espero que no te moleste —me dice con una arrebatadora sonrisa de las suyas. Este chico es increíble, ¿a qué loco le molestaría que le traigan el desayuno?, porque a mí desde luego no me molesta.
— No, qué va, al revés, grazie — digo incorporándome y dando golpecitos en el colchón con la palma—. Ven y desayuna conmigo. Por cierto, llámame Kate, los más cercanos así lo hacen y, aunque sea de mentira tú serás mi marido ¿Qué hay más cercano que eso?
— Tienes razón, así que llámame Jay —dice sentándose en la cama con las piernas cruzadas.
Estamos desayunando en un silencio sorprendentemente cómodo cuando, de pronto, mi móvil suena informándome de que me acaba de llegar un mensaje. Alcanzo el móvil, que se encontraba en la mesita al lado de mi cama, y veo que lo que ha llegado es un mensaje de mi madre, en el cual se disculpa por la pelea que tuvimos el otro día, pero se mantiene firme en la fecha que me dio para encontrar a "alguien que me alegre el corazón", palabras suyas.
Quedo atónita frente a la pequeña pantalla hasta que esta finalmente se apaga. Sin poder creerlo aún sigo mirando boquiabierta la pantalla y bufo, dejando caer el móvil de nuevo donde estaba. Al notar mi cambio de humor, la voz de Jay inunda mis oídos cuando me pregunta.
— ¿Qué ha pasado, quién era? —dice rozando mi cara con sus duros y a la vez tiernos dedos, elevando levemente mi mentón, haciendo que lo mire directo a los ojos, esos preciosos ojos que me devuelvan la calma tan rápido que incluso me sorprende.