Katherine
Subimos hasta mi cuarto con las manos entrelazadas. Nada más llegar a mi puerta, quedo perdida en su mirada ambarina, decidiendo si lo dejo pasar o se queda tras la puerta.
Tanto mi cabeza como mi corazón se ven enfrentados en una lucha feroz, mientras la una me dice que me meta a la seguridad de mi cuarto y deje a Jay fuera, el otro me pide que calme esta necesidad que siento por él, entre sus brazos.
Me encuentro perdida, pensando en cuál es la decisión acertada, mientras Jay se aproxima a mí y dificulta la, ya de por si, dura decisión, dejando pequeños besos esparcidos entre mi barbilla y la clavícula, sin dejar de atender ni un solo milímetro de mi piel.
La tensión del momento es palpable y, mientras un sentimiento de excitación se sitúa en el centro de mi estómago y un cúmulo de diversos animales alados hacen estragos ahí, afectando poco a poco a mi trastocada calma, Jay cesa por completo sus movimientos para observarme de una manera tan íntima y cercana que resulta un poco intimidante.
— Cre...creo, que… —me detengo un momento para calmar mi creciente nerviosismo—, es mejor dejarlo aquí. —Termino volviendo a la paz de mi habitación, cerrando la puerta tras de mí y dejando fuera a Jay.
Pego mi cuerpo a la fría madera de la puerta de mi habitación. Siento cómo ese frío penetra poco a poco en mi piel, entibiándola para intentar calmar el extremo sofoco que han provocado en él las escasas caricias de Jay. Con la respiración completamente descontrolada y un casi insoportable dolor que me cruza por todo el cuerpo, necesitando la cercanía del chico que he dejado fuera, escucho cómo Jay posa sus manos contra el otro lado de la barrera que nos separa.
— Katherine, por favor —suplica con su marcado acento británico—, abre —termina su suave orden, provocando con su ronco tono de voz un descontrol en mi interior.
Algo me dice que esto no es lo correcto, algo me grita que no es lo adecuado y mi mente y mi cuerpo entran en un enfrentamiento, cuando mi corazón toma control de cualquier reacción sobre mi cuerpo y decido abrir de nuevo esa puerta.
Nada más abrirla me encuentro con un agitado Jay, quien me mira como si pudiese comerme entera y lejos de sentir miedo, deseo que así sea. Ambos nos movemos para que nuestros labios se encuentren en un beso irrefrenable, voraz y candente en el que cada uno de los toques que me dan sus labios, enardecen las terminaciones nerviosas de mi cuerpo de una manera que jamás he experimentado con nadie.
Coloco ambas manos alrededor de su nuca a la vez que Jay me alza sin abandonar la calidez de mis labios y, por puro instinto, envuelvo las piernas alrededor de su cintura. Jay avanza tranquilo hasta mi cama y me posa con gentileza sobre ella.
Deja mis labios e inmediatamente emito una queja que muere en mis labios en el momento que comienza a dejar una estela de pequeños besos a lo largo de mi cuello para llegar a mi escote. Sus manos comienzan a recorrer mi cuerpo como si fuera una obra de arte que hay que admirar con devoción.
En su caricia me transmite calidez, ternura y las tremendas ganas que tenía de que esto ocurriera. Es una caricia que hace erizar incluso mis huesos, proporcionándome un placer inmenso que, hasta el momento, nadie me había dado y aún no hemos pasado de los besos.
Intensos besos, porque, viniendo de Jayden, jamás algo podría considerarse simple, pero besos, al fin y al cabo.
Se separa de mí un momento y me mira desde arriba, momento que aprovecho para tomar el control. Hago que cambiemos rápidamente de posición, quedando sobre Jayden. En esta postura puedo ver con mayor claridad lo mucho que afecto a Jayden, al igual que él a mí.
Su pecho se alza y desciende a un ritmo casi imposible, sus mejillas se encuentran ligeramente sonrojadas resaltando su precioso color de ojos. Sus labios se encuentran ligeramente rosados e hinchados debido a la intensidad de nuestros besos y su cuerpo se encuentra ardiente al igual que el mío.
Algo dentro de mí no puede evitar saltar de emoción al ver que provoco todas estas emociones en Jayden. Mi sensación de victoria hace que olvide por unas horas la posibilidad de que Jay tenga alguien en su vida. Ahora mismo solo puedo pensar que, el hombre del que posiblemente me haya enamorado, siente lo mismo que yo por él, está a mi lado y no al de ella y pienso disfrutar de este momento.
Sin tardar más, comienzo a dejar besos por todo su cuello y pecho, como ha hecho él minutos atrás. Disfruto de su tacto, de su sabor y su calidez mientras, apenas soy consciente, de como va desapareciendo poco a poco la ropa.
Pieza a pieza van dejando de estorbar entre nosotros. Primero su corbata, para comenzar a quitar uno a uno los numerosos botones de su camisa, a la vez que voy degustando su torso a base de pequeños besos, mordiscos y alguna que otra marca para probar que todo esto es real, que Jay ha sido mío.
Un impulso de posesividad se adueña de mí y destiro de ambos lados de la camisa, rompiéndola en el proceso y deshaciéndome, de una vez por todas, de los molestos botones que no hacen más que dificultar la tarea en la que estoy metida y planeo terminar.
Cuando llego a su terso y musculoso abdomen, Jay gruñe ante mis caricias y, con eso, no hace más que alimentar la pequeña fiera que llevo dentro y que poco a poco se va despertando con ganas de jugar.
Las manos de Jay, que no han dejado por un momento de navegar por todo mi cuerpo, se cuelan juguetonas por debajo de mi vestido y, de manera veloz, se deshace de el.
Vuelvo a atacar sus labios, esta vez con más pasión si cabe y Jay, aprovechando que estoy concentrada en sus labios, gira sobre sí para volver a ponerse sobre mí.
— Kate —dice con la respiración entrecortada.
— ¿Mmh? —gruño a modo de pregunta y parece entenderlo, ya que continúa.
— Quiero que esto sea real —dice sin separar su boca de la mía. Su aliento se entremezcla con el mío y percibo el movimiento de sus labios contra los míos, generando un pequeño cosquilleo que me hace jadear. Cosa que él aprovecha para unir su lengua con la mía, en una danza sensual y muy tierna. Adoro que sea tan cariñoso.
Sus manos ahuecan mis mejillas en un gesto lleno de amor, sin dejar de acariciar el interior de mi boca.
— Mmm —gruño a modo de respuesta a la pregunta que me ha realizado, cuando recuerdo que aún espera respuesta.
Un pinchazo de emoción ante sus palabras nace en mi pecho. Deseo en lo más profundo de mi ser que esté siendo sincero.
— ¿Te proteges? —pregunta Jay mientras yo navego sobre una nube de placer, desde el momento en que una de sus manos se pierde en mi zona más sensible.
Sin poder hacer otra cosa más que asentir con un leve movimiento de la cabeza, me limito a darle esa precaria respuesta mientras aumenta el ritmo de sus movimientos.
— Bien —sonríe complacido, antes de inclinarse sobre mí y unir nuestros cuerpos con un movimiento lento, sin prisas y sin dejar de esparcir besos por cualquier zona donde sus labios tuviesen acceso.
Su cuerpo me estaba reclamando suya y mi cuerpo no se quedaba atrás. Mientras cedía a sus deseos, un sentimiento de pertenencia nacía en lo más profundo de mi interior. Cada movimiento de uno tenía su respuesta en el otro y viceversa. Esto va más allá de simple sexo. Cada uno de sus toques entibia mi corazón y despierta mis sentidos, que hasta ahora parecían dormidos.
Cuando nos acercamos al momento más álgido, Jay me pide en el oído que solo lo mire a él.
— Solo quiero que me veas a mí.
— Eso hago —respondo agitada y sin pensar, sin temor a delatar mi propio corazón, en este momento nada más importa, salvo Jay y yo.
— Mírame a mí... —es lo último que dice antes de caer ambos en un profundo sueño.
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Te necesito Saga Necesidad #1 #wattys2023
Romance• Ganador Romance spring awards 2017. Katherine Allen D' Luca Edwards de la famosa y rica saga familiar D'luca, a sus veintiséis años, no tiene novio ni proyectos de tenerlo, jamás se ha enamorado ni ha fantaseado con estarlo, su vida ha ido en tor...