Capítulo 49

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*Mientras tanto en SkyWild*

Maratón ''Secretos no tan secretos'' 2/3

En aquel pueblo todo lo que se escuchaba eran las ruidosas sirenas provenientes de las patrullas policiales y de la ambulancia.

Mónica se había despertado a causa del ruido y se había llevado una gran sorpresa al encontrarse con el cuerpo de alguien siendo trasladado en una camilla hacia las puertas de la ambulancia, pero no pudo reconocer de quién se trataba.

—¿Qué mierda...? —preguntó mientras se frotaba salvajemente los ojos.

Salió de la casa y se acercó a la ambulancia, pero cuando intentó entrar para ver de quién se trataba, un paramédico la detuvo.

—Señorita, no puede entrar ahí. —le anunció, tomándole del brazo y alejándola un poco.

—Oh, claro que puedo, una persona murió mientras dormía. —se defendió.

—No volveré a repetirle que no puede entrar ahí. —le respondió, sin soltarle del brazo.

—¿Al menos me podría decir de quién se trata? —habló con cierto tono de molestia.

—Un chico, creo que su nombre era... Jared. —dijo finalmente y restándole importancia.

—¿Ja... Jared?, ¿nuestro Jared? —tartamudeó Mónica con rostro horrorizado.

—No creo que haya otro Jared en la ciudad. —le miró con tristeza al notar como de sus ojos brotaron unas lentas y pesadas lágrimas.

—¿Pero qué le pasó? —preguntó con voz temblorosa—. Esto no puede ser real, aún estoy dormida. —habló consigo misma y se pellizcó el brazo izquierdo con mucha fuerza, causando que se enrojeciera esa área.

—Él se tiró a la piscina y a las personas que estaban con él no les dio tiempo a salvarle, ya había ingerido demasiada agua hasta el punto de tener los pulmones repletos de ella, impidiéndole la respiración. —le respondió con tono profesional pero amable a la vez.

El conductor de la ambulancia llamó al paramédico y éste le dio unas palmadas a Mónica para darse la vuelta e irse de allí dejándola sola. 

Mónica se quedó estática en aquel lugar, ella siempre le había temido a la muerte, y en el lapso de tres días ya había tenido que lidiar con dos, cosa que le agotaba física y mentalmente, cuando logró romper su burbuja de pensamientos se dirigió a la sala de estar, donde se encontró a Cole sentado y leyendo el periódico como si nada hubiera pasado.

Al otro lado de la sala estaba una mujer la cual no reconocía, pero sabía que era muy cercana a Jared ya que estaba en una esquina llorando desconsoladamente, se acercó a ella y la abrazó, sintió como las lágrimas de aquella mujer mojaban su camiseta, pero no le importó.

—Lamento mucho lo que le pasó a Jared... yo, ¿dijo algo antes de hacerlo?, ¿estaba molesto? —se separó de ella y le miró.

—Estaba molesto porque sentía que era un estorbo para todos nosotros, yo soy su madre biológica... —habló entre lágrimas y dejando atónita a Mónica, Jared nunca hablaba de su vida personal, pero sabía que tenía problemas en su hogar.

—Yo soy la culpable de que lo hubiera hecho, debí hacerle hecho caso las veces que intentó hablarme, igual como no debí haberle gritado a Patry que le odiaba aquel día, debí haber hecho tantas cosas...—hizo una pausa para limpiar una lágrima que había caído de su ojo derecho, no se sentía digna de derramarlas—. Pero no hice nada. —se desmoronó.

—Cariño..., las personas somos muy estúpidas, y no medimos el daño que hacemos con nuestras acciones o palabras, soy un claro ejemplo. —habló con tristeza y sonriendo un poco para animarle.

—No creo que lo que usted haya hecho supere lo horrible persona que he sido. —miró fijamente a la lámpara que colgaba del techo. 

—Oh, no tienes ni idea de las cosas que he hecho... —dicho esto dirigió su mirada hacia Cole, quien le sonrió falsamente y continuó leyendo el periódico, cosa que le hizo fruncir el ceño y mirarle horrorizada.

—Bueno... este... —comenzó a hablar Mónica refiriéndose a que no sabía su nombre.

—Maitel. —respondió de forma amable y desarrugando la blusa que llevaba puesta. 

—Exacto, creo que iré a darme una ducha, necesito... necesito pensar. —se excusó y aceleró el paso camino al pasillo, pero se detuvo cuando escuchó la voz de Maitel.

—Recuerda que tienes una familia que te ama, y no dudes que Patry también lo hace. —le recordó.

Mónica no respondió pero sin duda aquellas palabras hicieron efecto en ella, porque no tenía pensado sólo ir a darse una ducha como le había dicho, esa vez había acertado y sabía cuál era el sentimiento de Mónica, por lo que prefirió aconsejarle antes de fuera tarde.

Maitel salió de la casa y al ver la cinta amarilla rodeando la piscina volvió a sentir el nudo en la garganta y las ganas de llorar, decidió tomar el celular y llamar a la única persona en que confiaba. 

—Alyam. —habló con voz temblorosa.

¿Maitel?, ¿eres tú? —preguntó alarmado.

—Necesito que vengas, Alyam. —ignoró su pregunta mientras las lágrimas brotaban de sus ojos como una cascada. 

Maitel, no puedo, sabes que debo mantenerme en el callejón hasta que vuelvan los chicos. —habló con voz triste. 

—Por favor... Jared... —las palabras no querían salir. 

¿Tu hijo? —preguntó. 

—Sí, Alyam, mi hijo... —dicho esto se cayó de rodillas sobre la tierra y se quedó allí llorando.

Ya voy. —colgó la llamada, dejando a Maitel ahogándose en su propio mar de lágrimas.

Mientras tanto Cole solo observaba a Maitel desde la comodidad del sofá y reía silenciosamente, pensando en que tenía a alguien menos en su lista, para él las cosas serían más fáciles a partir de ese momento, y faltaba poco para su último movimiento.

El Callejón de Corazones © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora