Capítulo 31

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POV Patry

Pasaron un par de horas y yo seguía con la cabeza recostada sobre la pierna de Tommy, estábamos jugando a las Preguntas y Respuestas sobre nuestra infancia, a pesar de que Tommy había crecido en la calle, sus historias eran más interesantes que las mías, por el factor de que él siempre había sido más extrovertido que yo.

—¿Me estás escuchando? —habló Tommy, agitando una mano en frente de mi cara.

—Eh, sí... bueno, no.

Estaba con la mirada perdida en la caja, tenía que ver lo que había dentro.

—¿Quieres que veamos lo que hay? —preguntó Tommy al ver hacia donde tenía la mirada.

—¡Sí! —chillé de la emoción.

Tommy sonrió y me ayudó a levantar, el dolor en el dedo había disminuido pero todavía sentía una punzada cada vez que trataba de hacer algún movimiento.

—No te muevas de aquí. —dijo en tono de burla.

—Por ese chiste si pudiera saldría corriendo. —le miré mal hasta que vi como iba en busca de la caja.

—¿En serio quieres ver esto?, está todo lleno de sangre. —fingió que iba a vomitar.

—¿Tan mal está?

—Velo por ti misma. —Giró la caja en mi dirección dejando a la vista un grupo de cosas llenas de sangre, me dio un poco de asco pero se me pasó de una vez.

—Rayos, pero sí que perdí mucha sangre, seguro hasta dejó de ser gordo el dedo. —dije y nos echamos a reír.

—Yo no sé tú, pero yo quiero ver lo que hay, así que. —le arrebaté la caja y la dejé a mi lado.

—Ahora que lo pienso, un poco de sangre no me hará nada. —señaló las tumbas y se acercó a la caja.

Fue sacando poco a poco lo que tenía dentro: un vestido, un collar, el otro par del arete asesino de dedos gordos, y por último, toallas sanitarias.

Cuando creí que no había más nada, Tommy sacó una bolsa negra con algo dentro, rápidamente la tomé y desaté el nudo.

—Vaya, no se olvidaron de ti. —dije, al ver que en la bolsa habían unas camisetas para hombre.

—¿No me trajeron toallas a mí también?, porque creo que está por visitarme Andrea. —dijo Tommy con voz de mujer y haciéndose el ofendido.

—Tú no eres normal. —respondí, mientras que mi risa se escuchaba como un eco por todo el callejón.

—¡Niña!, ¿te puedes callar? —me gritó un hombre que estaba durmiendo en una esquina.

—Perdón. —bajé la mirada tratando de controlarme. Pude ver como Tommy reía mientras inspeccionaba las camisetas.

—¿Quién nos habrá traído esta caja?, ¿y cómo sabrá que estoy aquí?, oh no. —me pregunté con una preocupación inmensa.

Si alguien me había traído eso, era porque sabía que estaba aquí, y si lo sabía no tardaría en venir a buscarme.

—Debes dejar de preocuparte porque te encuentren, si esa persona no ha dicho nada, ya no lo hará. —posicionó sus manos todavía sucias de sangre sobre mis mejillas, estaba anhelando un beso, pero con la intención de molestarme se separó y siguió viendo las camisetas.

—¡Oh, vamos! —hice un puchero y traté de olvidar el hecho de que alguien sabía donde estaba. Tommy se hizo el que no me escuchó y sólo sonrió.

—Esta tela es muy suave. —habló para sí mismo, ignorándome por completo.

Ya molesta me di la vuelta, quedando de espaldas a él, estaba pensando en las mil maneras de asesinar a alguien con telepatía cuando sentí el brazo de Tommy sobre mi hombro.

Inconscientemente levanté mi mano para tocar la suya y me giré lentamente.

—¿Sabes algo? —preguntó mirándome fijamente.

—No. —gruñí.

—Eres hermosa. —soltó de repente y no pude evitar sonrojarme, cosa que le hizo sonreír grandemente.

—Pues me lo has dicho un par de veces. —respondí, quitándole importancia.

—Al menos he hecho algo bien. —dijo.

Iba a decirle que había hecho muchas cosas bien, pero sus labios sobre los míos borraron todo rastro de palabra.






El Callejón de Corazones © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora