Capítulo 50

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*Mientras tanto en SkyWild*

Maratón ''Secretos no tan secretos'' 3/3

Cole dejó de leer el periódico y se dirigió a donde se encontraba Maitel sentada, le tocó el hombro y ésta le miró con los ojos rojos e hinchados.

—Este... lamento mucho lo que pasó. —mintió, tratando de sonar lo más convincente posible.

—Sé que no lo haces, no tienes que fingir conmigo. —le respondió con desagrado.

—Que bien, ya me había cansado de actuar. —le sonrió.

—¿Es que no tienes corazón?, él era tu amigo. —habló fría.

—Mi corazón lo tiene Patry, así que no. —miró a un punto fijo de la calle.

—Deberías decirle que te lo devuelva, te hace falta.

Aquellas palabras no causaron ningún efecto en Cole, pero lo que no sabía Maitel era que ya tenía pensado hacer eso, sólo que aún no era el momento, y esperaba tener la ayuda de ella y de Alyam para hacerlo.

—Tienes que volver a NorthLand, no me he podido comunicar con Alyam, creo que se le ha dañado el celular. —le ordenó mientras se frotaba la barbilla.

—No lo creo, nuestro trato se acabó. —le miró mal.

—¿A qué te refieres? —le preguntó con superioridad.

—Teníamos un trato, ¿lo olvidaste?, me uní a tu estúpida y enferma misión con la idea de acercarme más a mi hijo... —se le cristalizaron los ojos, pero se negó a mostrarse débil delante de alguien como él—. Pero tú y yo hemos presenciado como esa idea se ha ido por la borda. —le miró desafiante y con postura firme, ya se había levantado del suelo.

—No puedes hacer eso. —sonrió ampliamente.

—Pues parece que lo acabo de hacer, oops. —sonrió con malicia y se fue, dejándole sin respuesta.

Mientras tanto en la habitación de Mónica ésta veía las fotos y vídeos que tenía con Patry en su celular, el recuerdo de aquellos momentos se plasmó frente a sus ojos como si los estuviera viviendo una y otra vez.

—Debemos subir al auto, rápido Mónica. —repitió las palabras de Patry una vez que iban camino al concierto de Adele, lágrimas corrían por sus mejillas y una bella sonrisa les interrumpía el paso.

—¡Patry! —escuchó a lo lejos, se alertó y recorrió la habitación con la mirada, hasta que se dio cuenta que no había sido nada más que un producto de su imaginación.

—Necesito hablar con Cole, creo que tiene algo para contarme.    —pensó en voz alta.

Se dio una última mirada en el espejo ya que se veía horrible, pero hizo caso omiso a su apariencia y salió de la habitación a paso decidido.

Cuando iba por el pasillo se encontró a Maitel, quien le saludó con una débil sonrisa, pero al pasar por su lado ésta le tomó del brazo y le detuvo.

—Cuidado con Cole, no sabes de lo que es capaz. —le advirtió, mirándole fijamente.

—Lo tendré, pero creo que él tampoco sabe de lo que soy capaz. —le soltó y siguió con su recorrido.

Cole se sorprendió al encontrarse con Mónica frente a él observándole con el ceño fruncido, había vuelto a sentarse en el cómodo sofá mientras leía las mismas líneas del periódico.

—Vaya, ¿a qué se debe tu visita tan de repente? —le preguntó con una sonrisa, tratando de disimular la molestia que le causaba su presencia.

—Se debe a que haz estado ocultándome cosas, no me cuentas nada de lo que está pasando. —le respondió colocando sus brazos debajo de sus pechos.

—Esas palabras se me hacen conocidas, no planeas tirarte a la piscina tú también, ¿cierto? —dijo de forma cruel y sin rastro de tristeza en su voz.

—Te juro que me estás dando razones para darte unos golpes. —le amenazó.

—Adelante, me gustaría verte golpear al sofá. —dicho esto se levantó rápidamente y se fue en dirección a su recamara.

—Maldito cobarde. —le gritó, causando que éste riera y cerrara la puerta.

—¿Disculpa? —preguntó la tía Sheryl mientras se paraba frente a ella.

—No no, me... estaba hablando con Cole. —soltó una risita nerviosa.

—Hija, Dios reprenda esas palabras de tu mente y de tu corazón. —trazó una cruz sobre su frente y se fue de allí.

Mónica frustrada y enojada se sentó en el sofá, vio que Cole había dejado el periódico encima de éste y sin perder un segundo, comenzó a leerlo, se quedó hecha piedra cuando en una de las hojas encontró algo que Cole había escrito con un marcador rojo, tenía los nombres de todos, incluso el de Patry, pero los nombres de Rachel y de Jared tenían una x, lo que hizo que soltara el periódico y lo mirara con horror, entendiendo de qué se trataba la lista.

—Eh... Mónica. —le llamó un hombre que no conocía, sacándola de su estado de horror.

—¿S... sí? —tartamudeó.

—Me llamo Alyam, seguro no me conoces, pero ando buscando a Maitel. —le preguntó con un poco de vergüenza.

—¿Usted es su esposo?, de todos modos, tiene que estar en una de las habitaciones. —habló un poco más calmada.

—No no, un compañero de trabajo nada más, gracias. —dicho esto se marchó, Mónica tomó su celular y marcó el número de Ryan.

Alyam recorrió todo el pasillo hasta que se encontró con Maitel en una de las habitaciones, tenía la puerta abierta y estaba sentada en la esquina de la cama con las manos cubriendo su rostro, cuando notó su presencia sonrió un poco, pero dejó de hacerlo cuando notó a alguien detrás de él.

—Cole, ¿no quedó claro lo que te dije? —le preguntó con amargura, Alyam se giró y vio a Cole, inmediatamente dio dos pasos hacia atrás y se adentró a la habitación.

—¿Qué hace él aquí?, se suponía que debías estar vigilando a Patry y a Tommy. —ignoró su pregunta y miró con desprecio a Alyam.

—Vino porque sí tiene sentimientos.

—Vine porque me harté de toda esta estúpida y enferma misión. —respondieron al unísono.

—Bien, ustedes lo decidieron, igual no los necesitaba, ahora si me disculpan tengo algo que hablar con Patry. —dicho esto se dio la vuelta y salió de la habitación, luego de la casa, luego de esa calle, y se encaminó a la parada de autobuses.

El Callejón de Corazones © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora