Capítulo 28

50 13 4
                                    

POV Patry

No entendía el qué había pasado, le había contado que Rachel Heisel era mi madre, y se había convertido en otra persona, ¿no que eran mejores amigas?

—Mamá, ¿qué estás diciendo?, ella se queda. —le contradijo Tommy.

—Tú no lo entiendes. —respondió, con esa mirada fría y rencorosa hacia mí, yo no le había hecho nada, pero de la forma en que me había mirado sentía como si hubiera cometido el peor de los crímenes.

—No creo que necesite entender nada, ¿qué te hizo la madre de Patry? —Tommy le habló de la misma manera que ella lo hizo conmigo y se me erizó la piel, ya sabía que eso no iba a llegar a nada bueno.

—El día del accidente... —bajó el tono de voz y se mostró más pasiva, en ese momento ocurrió algo que nunca llegué a imaginarme.

—No bajes el tono de voz ahora, cuéntamelo todo de la misma manera que lo hiciste hace unos segundos. —le interrumpió Tommy acercándose más a ella, enserio le había molestado la manera en que me había hablado.

Deisy recobró su postura anterior y continuó hablando.

—Su madre me defraudó, juró amistad eterna, pero esa promesa se desvaneció en los cinco segundos de aquella llamada. —respondió de forma tediosa y calculadora.

—..."Estoy en el spa con Marie, te llamo al rato", ¿crees que le debes responder eso a tu mejor amiga, cuando te llama pidiendo ayuda por su familia?, siendo ella la primera persona que me llegó a la mente cuando ocurrió...
—continuó, bajando el tono de voz y mostrándose más apacible.

En ese momento no pude soportarlo más y me fui de allí, mi madre siempre había sido una mierda de persona, ¿sino por qué estaba yo allí?, pero saber que pudo llegar a tener tan poco tacto con su mejor amiga me causaba una rabia inimaginable, y que yo tuviera que pagar por sus pecados, también.

—¡No la quiero en esta casa! —gritaba Deisy totalmente fuera de control, mientras que yo sólo observaba la escena sin formular una sola palabra.

—Se va a quedar aquí porque así lo deseo, necesitas mi ayuda, quiero brindartela, pero mi única condición es tenerla aquí conmigo. —Tommy me miró y pude notar cierta sinceridad en sus ojos.

—Si te quedarás conmigo no la quiero aquí. —dijo finalmente Deisy, ignorando la única condición que había puesto Tommy.

Creía que Tommy retrocedería y saldría de esa casa conmigo, pero al ver que se había acercado más a ella, supe que no tenía intención de hacerlo.

Y corrí fuera de esa casa, sintiendo un peso mucho más grande que el día en que fui perseguida por cientas de personas.

A pesar de que sabía lo que pasaría, me acerqué un poco para poder escuchar.

—Me hiciste elegir entre tú y ella, el único motivo que necesitaba para no quedarme. —le recriminó Tommy, dejando a Deisy sin palabras.

Me había quedado helada al escuchar esas palabras, al sentir sus pasos cada vez más cerca de donde me encontraba, pero antes de marcharse por completo, se giró y le habló por última vez.

—Si muero junto a ella, en aquel callejón, moriría feliz, pero si me quedo junto a ti en tu castillo de madera, viviría como si estuviera muerto, es lo que me acabas de dejar en claro. —dicho esto continuó con su camino directo a la salida.

Al verle lo primero que hice fue abrazarle, lo necesitaba en ese momento, y mucho más un abrazo de los que sólo él sabía dar.

—Vámonos de aquí, pequeña bruja. —me tomó de la mano y nos fuimos directamente al callejón.

Cuando estuvimos allí comencé a recordar todo lo que había dicho, y me di cuenta de había faltado algo.

—Oye Tommy, creo que se nos quedó algo en casa de tu madre. —me le acerqué y le miré con una expresión seria.

—No pienso volver a esa casa, más tarde llamaré al centro psiquiátrico para que le envíen varios enfermeros, pero yo no quiero tener nada que ver con ella. —se negó rotundamente.

—No me refiero a eso. —le miré con mi cara pervertida durante unos segundos hasta que lo entendió.

—Oh...¿te refieres al...?

Antes de que pudiera terminar la pregunta estampe salvajemente mis labios contra los suyos, todo había pasado tan rápido que accidentalmente nuestras narices chocaron.

—Auch, dicen que el amor te hace sufrir, pero no te paga el trasplante de nariz que voy a necesitar. —se quejó con una hermosa sonrisa en la cara, no me podía ver al espejo, pero podía sentir como mi cara parecía un pequeño tomate.

—...O tal vez podrías pagármelo de otra manera. —continuó.

Antes de que pudiera preguntar a qué se refería, me besó, y no fue un beso cualquiera, fue un beso con sabor a...Tommy, mi platillo favorito.


El Callejón de Corazones © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora