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Primera parte: Demonio.

Los gritos desesperados de sus padres continuaban taladrándole los oídos y el corazón, no podía dejar de temblar.

Había sido capturado junto a un grupo de mujeres y niños la noche anterior. Se abrazó a sus rodillas tomando con fuerza la tela de la sábana blanca que lo cubría, en realidad era lo único que ocultaba su desnudez. Estaba cambiándose de ropa cuando la puerta de su casa fue derribada, no pudo tomar algo más. Por fortuna o desgracia lo suficientemente a tiempo para no ser visto sin ella.

De estar lidiando con circunstancias normales se sentiría especialmente ofendido al ser confundido con una mujer, pero ahora solo tenía miedo.

Los comerciantes de personas cometieron crímenes terribles en su pequeña aldea con tal de tomar la mercancía más valiosa que encontraron a su paso. Semejante atrocidad era impensable para el soleado y pacífico hogar de unas pocas familias de pescadores.

Los hombres que intentaron proteger a sus hijos, hijas, esposas y hermanas fueron degollados o apuñalados sin misericordia. Las mujeres e infantes que se resistieron o intentaron escapar terminaron golpeados hasta la inconsciencia.

Sus propios padres resultaron muertos en su fallido intento de ayudarlo.

Recordaba ser puesto en la parte trasera de una carreta que avanzó a toda velocidad a través de la oscuridad de la noche sin nadie que la detuviera, sin nadie que los rescatara.

El fuego a lo lejos era la señal final de la destrucción absoluta del único hogar que conocía.

No comprendía como seres humanos normales y racionales le hacían eso a otros, debía tratarse de monstruos aparentando lucir cómo personas.

Al llegar a una zona apartada más allá de la costa todas fueron puestas en una bodega corroída de gran tamaño y solo una ventana. Yuri sentía que habían transcurrido días de viaje y no horas en las que compartió lágrimas y lamentos con numerosas mujeres. Los niños fueron enviados en una carreta distinta y temía por ellos también.

Se había atado la sábana lo mejor que pudo para que no cayera fácilmente. Restaba esperar, lamentablemente no algo bueno pero evitarlo era imposible.

Maldijo a todos, deseaba matarlos él mismo y escapar. Pero allí estaba, silencioso con la mirada pérdida en el suelo mugroso sin atreverse siquiera a levantar un dedo, conteniendo la respiración y tratando de ignorar cuando un hombre ingresaba, observaba "el rebaño" y tomaba a una de las muchachas por el cabello arrastrándola hasta la puerta.

Ninguna regresaba una vez que era elegida.

No quería ni pensar en lo que sucedería si descubrían que era un hombre. Seguramente le cortarían la garganta antes de desechar su cuerpo o lo torturarían hasta la muerte.

Los traficantes eligieron mujeres y niños por una razón, no necesitaban a un hombre que a simple vista alguien confundió con una chica debido a su cuerpo esbelto y rasgos delicados. Nunca estuvo muy feliz por recibir burlas gracias a su apariencia casi afeminada, Yuri era un hombre hecho y derecho. Solo tenía quince años, su cuerpo cambiaría tarde o temprano ¿no? el imperdonable crimen era parecerse a su bella madre joven que lo amaba tanto, muchísimo, cómo para negarse a escapar al percatarse con horror que su hijo estaba en manos de monstruos.

Preguntas tristes daban vueltas generando preocupación dolorosa, ¿alguna autoridad haría algo? ¿notarían el caos y muerte en una pequeña comunidad alejada de la civilización? La justicia divina y terrenal le pareció un chiste.

Bon voyage!  «Otayuri | Yuri On Ice AU Piratas»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora