XXIV

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"Vence el miedo y la ira que hay en ti. Deja entrar una luz clara que derrita el hielo de tu corazón. Eso es volverse fuerte de verdad."

El joven llamado cuervo.

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—¿Cómo me encontraste aquella vez?

Desatento, Otabek lo ignoró involuntariamente. La calma llegó finalmente tras minutos de tensión e incomodidad, Yuri hizo su máximo esfuerzo para no presionarlo a hablar o iniciar una discusión, todavía. La decisión de aclarar cada punto y detalle era firme. Repitió la pregunta, hasta entonces Otabek le dio una respuesta.

—Escuché la noticia de un pescador y sabía lo suficiente de tu familia para confirmar que vivían en el pueblo atacado. Acudí al punto de reunión de esas personas, el más cercano de donde estaba. Tuve suerte de acertar.

Yuri no lo miraba. Mientras Otabek se vestía él limpiaba el desastre. Las acciones del pirata arrojando cosas al suelo y tratando de arrancarse los puntos de sutura, haciéndose daño, lo preocupaban más de lo que le gustaría. No obstante era un hombre impulsivo, en pocas palabras no le sorprendía.

Le daba la espalda, explorando curioso los artefactos recién puestos otra vez en el escritorio. Misteriosos de formas diversas, ni siquiera le alcanzaba la imaginación para atinar su utilidad.

—Mentí diciendo que buscaba comprar. Gracias a eso supe lo que había ocurrido y a quienes capturaron. Solo mujeres y niños pequeños. Originalmente, en esa bodega olvidada, esperaba encontrar a tu madre.

Aclaró la garganta, terminó de echarse la capa a los hombros y colocarse de nuevo los guantes de Víctor. Esperó un comentario, una reacción, Yuri permanecía ocupado jugando con un compás.

—Te pareces mucho a ella.

De nuevo los ojos brillantes y ansiosos buscaron los suyos. Yuri se dio la media vuelta.

—Seguías vivo y llegué a tiempo para sacarte, hasta verte en pie amenazando con arrojarte del barco si no te liberaba caí en cuenta de la seriedad del asunto.

Lo miraba con las cejas alzadas y una media sonrisa, posiblemente recordar la primera "conversación" que mantuvieron luego de descubrir que yacía en un barco desconocido no era grato, aunque también ayudaba a meditar en los sucesos ocurridos desde entonces. Las cosas cambiaron para bien, Yuri no volvió a creerse una víctima indefensa y patética incapaz de mover un dedo en beneficio propio. La inexperiencia lo obligaba a no confiar un cien por ciento en su instinto, guardaba distancia y era cuidadoso. Aprendía.

—¿Conociste a mi madre?— preguntó en baja voz, nunca antes tocaron el tema de la familia.

—Se marchó cuando yo tenía cuatro años pero por supuesto la conocí.

Otabek se volvió hacía el escritorio ahora ordenado, extenso, cubierto de mapas y libros escritos en la lengua original de su padre proveniente de las regiones apartadas del Oriente. Rodeó al de cabello rubio para situarse en su silla.

—Tu abuelo es el indicado para hablarte de ese tema, no yo.

Asintió con un simple movimiento de cabeza. La razón detrás del distanciamiento entre sus padres y abuelo, no saber nada de este último durante años le generaba una obvia curiosidad. Pero esperaría a escucharlo de sus labios.

—Mi padre reparaba barcos de pesca y carga, cientos de ellos víctimas de piratas. Terminaban destrozados y perdidos mar adentro— habló con soltura y una expresión calmada en el rostro— Escuché historias, me advirtió hasta el cansancio de gente como tú.

Bon voyage!  «Otayuri | Yuri On Ice AU Piratas»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora