IX

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—¿Cómo mierda se le saca el aire a un bebé? Eso no tiene sentido.

Yuri estaba de pie justo en la línea que separa la frustración del pánico absoluto. Los bebés eran más complicados de lo que pensaba.

Después de regresar al barco corrió a esconderse bajo el escritorio de Otabek, cerrando la puerta del camarote y rogando a todos los dioses que el capitán no cambiara de opinión.

Pero cuando el llanto del niño se hizo insoportable pese a los intentos por calmarlo de la misma manera que recordaba ver en la chica que vivía junto a su casa, salió disparado para buscar a Leo.

El único que no parecía querer matarlo. Siempre sonriente y amigable, al menos si lo comparaba con el resto de los hombres.

—Recuerda hacerlo eructar después de comer o va a llorar por la incomodidad.

Leo sostenía al pequeño contra su hombro y le palmeaba la espalda con precaución, explicando como debía hacerse para no lastimarlo y ayudarle a expulsar el aire. Yuri veía con atención, repasando para no olvidar.

Del bote de pesca atacado lograron recuperar unas pocas cosas de utilidad, en su mayoría ropa y calzado pertenecientes al hombre. Todo lo demás fue tomado por los piratas incluyendo las vidas de sus tripulantes, a excepción de ese bebé que Yuri defendió por encima de las órdenes de Otabek.

Tres cambios de ropa, una botella para alimentarlo, un recipiente de leche en polvo y unos pocos pañales limpios fue lo único que consiguieron sacar. Lo suficiente para dos días al menos y como una grandiosa coincidencia también lo que faltaba para llegar al siguiente puerto.

Podía buscarle un lugar seguro y olvidarse para siempre del tema.

Leo se marchó muy pronto, dejar su trabajo por más de unos minutos sería imperdonable.

Yuri ahora sabía prepararle la leche, hacerlo eructar y cambiar los pañales. Con paciencia no sería complicado arreglárselas solo. Era un niño de buen peso y apariencia sin mayores daños físicos salvo pequeños rasguños sin importancia. Lo dejó sobre la cama, estaba inquieto pero afortunadamente no volvió a llorar. Sólo lo miraba, preguntándose quizá si su madre llegaría.

No iba a incluirlo en "ideas más inteligentes" sin embargo, tampoco se perdonaría si no evitaba otra muerte teniendo la oportunidad de ayudar.

Volvió a cargarlo tal y como Leo le enseñó, sin motivo de por medio. Observó al niño en sus brazos, le inspiraba una ternura que no pudo explicar, los ojitos verdes y despiertos se clavaron en el rostro de Yuri con curiosidad.

No le agradaban los bebés, eran ruidosos y siempre se ensuciaban, pero ese en específico le caía bien por ser tranquilo y no tan feo.

Hundió la nariz entre el delgado cabello claro, olía bien. Comenzó a arrullarlo, la sensación resultaba tranquilizadora y agradable, igual a un momento feliz lejos de todo el horror. Los dos tenían una cosa en común por la cual consolarse mutuamente.

—¿Por qué estás ignorándome?

La burbuja de paz reventó cuando la voz del Capitán se escuchó fuerte y clara.

—No sabía que estabas.

Y no mentía, hasta entonces no se percató de la presencia de Otabek. Le hizo gracia lo indignado que estaba, alguien con ese ego encontraba ofensivo no ser tomado en cuenta. No se disculpó.

—¿Seguro qué podrás cuidarlo?

Yuri frunció el ceño.

—Crees que no soy capaz pero yo puedo, en serio.

Bon voyage!  «Otayuri | Yuri On Ice AU Piratas»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora