Despertó con la respiración agitada y un malestar general de la cabeza a los pies. Abrió los ojos, temeroso de lo que iba a presenciar pero la oscuridad cubría parcialmente a su alrededor.
No sabía donde se encontraba, lo último que recordaba era estar en los brazos del hombre que lo compró llevándolo al exterior de la bodega donde estuvo cautivo.
Del resto no tenía idea. Por fortuna tuvo la decencia de vestirlo con pantalones y una ligera camisa que le quedaba grande.
No estaba a salvo, cualquiera que pagara el precio puesto a un ser humano en negocios repugnantes con asesinos no era una buena persona.
Además, se encontró recostado encima de un trapo nada cómodo en el duro suelo de una cocina que distinguió gracias a la pequeña lámpara en lo alto de la pared que iluminaba muy escasamente.
Yuri quiso dormir otra vez pero las imágenes de sus padres siendo atravesados por largos cuchillos no se lo permitieron.
Necesitaba escapar o morir intentándolo.
Se levantó sujetándose de la pared fría a su lado derecho, estirando sus adoloridos músculos y reuniendo las energías que le quedaban para moverse.
Trastabilló hasta llegar a la puerta que se abrió sin problema, para ser un cautivo nadie se tomó el tiempo de encerrarlo como era debido.
La esperanza de salir bien librado lo embargó y asomando primero la cabeza confirmando que no era vigilado echó a correr como pudo.
Parecía un laberinto de puertas y escaleras, no iba a arriesgarse a topar con alguien dentro así que no se acercó a lo que parecían ser pequeñas habitaciones.
Se concentró en las escaleras. Todas lo dirigían hacia abajo, iba a decidirlo al azar. Antes de descender por una de ellas el fondo del pasillo llamó su atención. Más iluminado.
Conteniendo la respiración se acercó con precaución, la vista de escaleras en mejor condición que llevaban hacía arriba por poco lo hace llorar.
Presentía que era el verdadero camino a la salida, a su libertad.
Subió el primer escalón, después el segundo, el tercero y antes de llegar al cuarto un movimiento fuerte casi lo arroja fuera del barandal del que se sostenía. El aroma salado le inundo las fosas nasales generando molestias pero no frenó su marcha.
Una última puerta entreabierta lo separaba del exterior, era muy tarde para acobardarse. Inhaló y exhaló ruidosamente.
Hasta no poner los dos pies fuera el estómago dejó de doler. La luna creciente por encima del océano hizo su gran entrada, Yuri resistió el impulso de maldecir a todo pulmón.
Estaba en un maldito barco.
Odiaba los barcos, odiaba cómo comenzaba a sentir nauseas gracias a los movimientos oscilantes más notorios desde la cubierta.
—Todavía no es hora de levantarse, ¿qué haces aquí?— Otabek no se molestó en mirarlo una segunda vez, entretanto con los brazos encima de la borda jugaba con sus dedos.
Yuri resopló con alguna clase de nueva furia comenzando a bullir en su interior. Permanecía aterrado pero tuvo el tiempo de desearle mentalmente la peor de las muertes a ese hombre.
—Quiero irme, no voy a permanecer aquí. Déjame marchar o me suicidaré saltando al mar— sentenció seriamente, las piernas le temblaban.
—Voy a fingir que no escuché eso, Yuri.
¿Cómo sabía su nombre? No preguntó. Absolutamente los libros que su padre solía leer para él cuando niño estaban equivocados, los piratas no usaban ropa vieja ni parches en los ojos, tampoco olían mal ni llevaban un ave en el hombro. De hecho el que se encontraba a un metro de distancia con sus ropas extraordinariamente elaboradas en colores dorado y granada parecía más un príncipe o un conde.
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Bon voyage! «Otayuri | Yuri On Ice AU Piratas»
Fiksi PenggemarDurante los años de auge de la piratería, Azarath el gran océano, es el bastión de poder de aquellos piratas que han logrado consagrarse. Ni las leyes estrictas que castigan con la muerte, ni las disputas con otros delincuentes merman las ansías de...