Especial: Un año antes.
—Guang Hong, ¿qué estás haciendo aquí?El chico pareció asustarse por la voz imponente saliendo de entre la oscuridad de un callejón de la avenida principal. Relajó el gesto después, era la primera vez que se encontraban a solas.
—¡Capitán! Creí que estaba ya en el barco.
Otabek ahogó un suspiro. Guang sólo llevaba encima una gruesa bata bordada de múltiples colores y sandalias, no muy prudente ante las bajas temperaturas.
—Regresé a comprar chocolate. Se hará tarde pronto, ve a casa.
Y por única vez, Guang no quiso obedecer. Llevó la mirada hasta el suelo cubierto por piedra lisa, su rostro entero estaba rojo y encantador, Otabek no adivinaba si era resultado del viento frío que los golpeaba como pequeñas navajas o se sentía avergonzado.
—Estaba con Leo, acaba de marcharse.
Entonces la expresión de Otabek se ensombreció por la preocupación. Señaló un banco cercano, desde donde había una bonita vista de la plaza atiborrada de gente. Dejó que Guang eligiera y se sentó a su lado dejando una respetuosa distancia entre ellos.
—Empeora y probablemente no seguiré aquí el siguiente mes al regreso de Leo. Hablamos de eso y pasamos un rato juntos.
Dijo dulcemente, sonriéndole. Otabek se sintió conmovido por su expresión calma. Aunque la tristeza que experimentó fue inusual y totalmente desagradable. No era un experto del tema pero sabía del vínculo que ellos dos formaron, respetaba eso y los apreciaba individualmente. Se abrazó torpemente a la larga capa de lana.
—Es un buen hombre, a pesar de que se esfuerza en esa imagen de pirata malvado usted es gentil, me he sentido cómodo desde el primer día. Gracias por dejarme viajar en su barco.
No pudo responder, con tranquilidad atrapó la mano derecha de Guang y besó sus dedos. Pensó en palabras apropiadas sin embargo, decidió guardar silencio esperando que el pequeño muchacho comprendiera.
—Adiós Guang Hong.
Mirándolo a los ojos, Otabek sonrío con sinceridad. Era una despedida improvisada pero necesariamente justa, después de todo cualquier conversación saldría sobrando. De repente le alegraba haber regresado por sus golosinas, pudo perderse la oportunidad de verlo una última vez.
—Adiós Otabek.
🌹
Todos sus hombres guardaban posiciones, viajar de noche nunca fue un problema. Otabek no les daba el crédito necesario, eran organizados y rara vez daban problemas.
Mientras se revisaban los detalles finales subió a bordo y caminó al camarote para disfrutar del delicioso botín en sus bolsillos.
No estaban en invierno pero la región era fría y lluviosa.
Leo lo esperaba al exterior de su puerta, tenía los labios apretados y con los ojos desorbitados cuando notó a su capitán acercándose, se llevó ambas manos a la cabeza.
Otabek comprendía, era su turno de ser un amigo para aquel que tanto significaba en su vida. Al estar frente a frente, no sin un poco de timidez, extendió los brazos apretando a Leo contra sí, rodeó su cintura y le susurró cuanto lo quería.
El primer abrazo. No lo soltó por un rato extenso, escuchar y sentir a Leo llorar en su hombro lo estremeció de pies a cabeza. Nunca en el pasado creyó atravesar una situación así. Leo estaba perdiendo a la persona que amaba.
No volvieron, continuaron viajando en una ruta alterna. Leo no estaba listo para enfrentarse al desenlace.
•
La ciudad de Snegov era el puerto seguro preferido de Otabek, muy cerca del área que navegaban con frecuencia.
Suministros útiles, económicos y siempre disponibles gozando además de una tranquilidad inusual para situarse en una ruta pirata. En ocasiones bajaban anclas sin motivo en especial, sólo el gusto de aspirar su aire limpio y comer el estofado de cordero especialidad de la región.
Otabek y Leo acudían, si la oportunidad se prestaba, un poco más allá de las tiendas y el polémico pero adorado prostíbulo local. Al norte, junto a faldas de la montaña se encontraba una casa de huéspedes atendida por una familia discreta, servicial y amable.
En los alrededores el pintoresco paisaje natural les emocionaba como niños. Los bosques y praderas aledaños mostraban sus hojas húmedas en una planicie de belleza desconcertante, eternamente agitada. Porque el viento levantaba olas de hojas en lugar de olas de agua, verdes elevaciones como en el mar.
Y el clima permanentemente frío les recordaba que seguían vivos.
Una o dos veces al mes visitaban Snegov, gustosos y despreocupados. Por supuesto Otabek percibió rápido la prisa de Leo por llegar a puerto cada vez.
El hijo menor de aquella casa, Guang Hong, podía ser el responsable. Otabek no decía nada, miraba en silencio y ocasionalmente dirigía una sonrisa cómplice a su amigo.
Sin embargo, pronto notaron que el muchacho no gozaba de la mejor salud. Tampoco pretendían hacer preguntas incómodas, fue él mismo quien decidió contarles del mal que lo aquejaba en medio de una cena improvisada, una de esas noches reunidos los tres juntos.
Un debilitamiento severo, dolor agudo en el pecho y problemas para respirar, los doctores lo atribuían al corazón. No mejoraba a pesar de los esfuerzos.
Quizás temiendo lo peor, sus padres hicieron una petición que Otabek no negó pese a lo mortalmente peligroso de las vidas en alta mar.
Guang quería navegar. Disfrutaba del agua y los barcos pero nunca antes montó uno.
Por diez días completos fue un miembro más de la tripulación o mejor dicho, un huésped especial en el Vanya. El destino tuvo lástima y el viaje transcurrió en paz, calma inolvidable.
Los meses siguientes mantuvieron las visitas y charlas constantes.
Leo se negaba a aceptar que era un último deseo siendo cumplido.
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•Un capítulo breve, no sé si tendré oportunidad de indagar mucho en Leo así que decidí dar un vistazo breve pero claro de su pérdida. Ya saben, me gusta el Leoji y el drama.
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Bon voyage! «Otayuri | Yuri On Ice AU Piratas»
Fiksi PenggemarDurante los años de auge de la piratería, Azarath el gran océano, es el bastión de poder de aquellos piratas que han logrado consagrarse. Ni las leyes estrictas que castigan con la muerte, ni las disputas con otros delincuentes merman las ansías de...