Capítulo 3

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Poco a poco los colores se fundían y se mezclaban con armonía sobre aquel lienzo en blanco.

Pero no era suficiente, su cabello no era tan claro, sus mejillas no estaban tan brillantes y sus labios no eran tan llamativos.
Definitivamente el óleo no era la mejor forma de representarlo.

Además, tardaba mucho en secar, quería poner sombras más marcadas a su cabello pero los colores se mezclaban dando como resultado un gris sucio.

—No está funcionando —murmuré agotado.

Habían pasado horas desde que ambos parientes se fueron a dormir. Yo solo me quede en mi cuarto con las luces pagadas hasta que todos los sonidos de la casa cesaron. Y cuando considere que estaba totalmente fuera de peligro me escabullí hasta mi estudio para dibujar y pintar ese hermoso perfil que tenía en mente.

En verdad Víctor era muy guapo, aún más cuando sonreía. Tal vez mis nervios me jugaron una mala pasada horas atrás impidiéndome tener una correcta comunicación, pero nada podía con las imágenes que guardaba mi mente.

Casi podía recordar con claridad su melodiosa risa y cómo unas pequeñas arrugas se le formaban alrededor de los labios.
Mi corazón dio un vuelco de alegría, y me deje llevar por la emoción de tenerlo bajo el mismo techo.

—Una vez más —me motivé.

Sentí como deje de ser yo al pintar, me dejé llevar por los colores que se mezclaban, se mimaban y se fundían entre ellos.

Como dos enamorados.

Pero no era suficiente, algo no encajaba. No sé si era mucho color, muy poco... era mucha sombra o demasiada luz.

Algo no estaba bien, algo fallaba.

Cuando una técnica no funciona Yuri, prueba con otra. Y el momento en el que se te hayan acabado las opciones, hazlo de nuevo hasta que logres intimidar a los materiales... sin que ellos te intimiden a ti.

La voz de mi tutor resonó en mi cabeza a esas horas de la noche, revelándome una verdad.
Miré el viejo reloj de pared que marcaban exactamente las cuatro de la mañana. Resignado me obligue a limpiar los materiales cuidadosamente y a meterme a mi cálida cama.

—Puedo decirle a Yurio que vayamos los tres a pasear —Susurré, más dormido que despierto—. Podré hacer muchos bocetos...

Y pensando en todas las posibilidades, me deje arropar por Morfeo.

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— ¡Maldita sea! —La voz de Yurio volvió a hacer eco en mi mente—. No creas que te despertaré todos los días de tu vida.

Noté cuán humedecida se encontraba mi mejilla derecha y mecánicamente me limpie la baba que se escapaba.

— ¿Qué hora es? —balbuce desperezándose.

—Pasadas las doce —Una camiseta se estrelló contra mi rostro, conocía la fuerza que podía tener aquel chiquillo—. Vístete, Víctor dice que te enfermarás por no almorzar un día... te esperamos abajo.

No sé cuánto tiempo me quede mirando un punto fijo en la habitación. Cuando pude salir de mi pequeño coma, me vestí lo más rápido posible. Ignorando el frío que hacía, si la ropa que me ponía combinaba o cuán manchada podía estar.

—Lamento la demora —me disculpé cuando los vi. Sentados, tranquilos y charlando.

— ¡Wow! Yuri, creí que nunca bajarías —Víctor sonrío divertido ladeando la cabeza—. Cuando Yurio me mencionó que podías dormir como oso, no creí que fuera verdad.

Sentimientos en AcuarelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora