Capítulo 15

1K 179 73
                                    


Me dolía la cabeza, me dolía el cuerpo... el solo hecho de respirar parecía una tortura.

La débil luz del día entraba por la ventana, no me atrevía a moverme siquiera... mucho menos a abrir los ojos, pero notaba la luz.

Entonces escuché un sonido, un débil sonido que amplificado y daba la impresión que iba a romperme los tímpanos.

Muy a mi pesar tuve que abrir los ojos, uno después del otro para encontrarme con Yurio; sentado al lado de la ventana que había en mi cuarto, dibujando.

Levantó la mirada y se cruzó con la mía, levantando la ceja se acercó con un vaso de agua y algo en la mano.

—Tks...creí que tendrías peor aspecto —Dijo entregándome una pastilla y el vaso de agua—. El viejo parecía no haber dormido nada anoche, esta mañana lo acompañé al servicio postal y al volver se fue a dormir.

—Entonces —Tomé la patilla y me volví a recostar con el brazo sobre los ojos—. Víctor no está despierto.

—No y no creo que despierte pronto, llegamos hace no más de media hora.

—Bueno, creo que deberíamos a preparar el almuerzo.

—Que será como la cena teniendo en cuenta de que son las tres de la tarde.

No quise espantarme al escuchar la hora, simplemente dejé que el dolor de cabeza se fuera poco a poco y cuando tuve la capacidad de moverme, bajé para hacer la cena.

Era un día particularmente cálido, el cielo estaba espejado y aun se sentía una gélida brisa que delataba al cambio de estación. Sin embargo, no me hacía frio.

Eso no evitó que me estremeciera, sentía una presión en el pecho y un nudo en el estómago. Tenía la sensación de que estaba olvidando algo muy importante, trataba de recordar que había pasado la noche anterior pero sola obtenía imágenes sueltas y un leve escalofrió que recorría mi columna.

—Yurio —Ambos nos encontrábamos en la cocina—. De casualidad...
¿Víctor no menciono nada de lo que pasó anoche?

El rubio me miró levantando una ceja—. Pues solo me dijo que se les pasaron las copas a todos y que alguien comenzó a comer las plantas que tenía Yuko en su salón. ¿Había algo más que tenía que decirme?

—No, solo era curiosidad.

Ambos continuamos con nuestras tareas, él seguía picando las verduras y yo las salteaba. Al final quedo un estofado de verduras que tenía muy buen sabor y parecía lo bastante consistente como para llenar el estómago.

—No tenemos pan —Yurio se ponía su abrigo, mientras entraba a la cocina—. Iré a ver si puedo encontrar un poco. Si el viejo despierta dale una de esas pastillas, me las dio Yuko esta mañana.

—No tardes —Lo acompañé hasta la puerta y después subí hasta mi habitación.

Tomé el primer fajo de papeles que encontré en el estudio y junto con un lápiz y borrador comencé a hacer bocetos de las imágenes que venían a mi mente, esos pequeños destellos de recuerdos que conservaba.

Unos minutos después pude escuchar el débil sonido de una puerta abriéndose, me asomé por las escaleras y encontré con un Víctor desalineado con el cabello alborotado y la mirada perdida. Esa imagen se iría a mi colección privada de ilustraciones.

— ¡Víctor! —Lo llamé cuando vi que entraba a la cocina.

— ¿Qué hora es? —Me preguntó adormilado.

Sentimientos en AcuarelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora