Capítulo 11

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—Cada año se celebran alrededor de dos a tres ferias por estación, depende de la cantidad de turistas que lleguen. Las más populares son las del solsticio de verano y esta que es la última feria en invierno.

Habíamos estado caminando por casi una hora mientras le contaba todas las actividades programadas para la velada y que hacia esta noche más diferentes a las demás.

Era agradable ver en como Víctor se interesaba en cada palabra que decía, porque siempre lo he dicho: Cuando una persona te presta atención... se nota.

—Y pues creo que eso sería todo —Terminé cuando llegamos al final de todos los puesto, muy cerca de la tarima improvisada donde actuarían en unas horas.

—Es realmente bello —sus ojos se elevaron al cielo y soltó un suspiro—. Vi muchas personas disfrazadas ¿Es parte de todo?

—No en realidad, hay una pequeña obra de teatro al finalizar la feria. Ya que hoy es el último día más frio del año, siempre cuentan una historia.

— ¿Este año que toca? —Los ojos de Victor se iluminar como el de un niño emocionado.

—El cuento de la mujer de la nieve. Hay muchas versiones de la historia, pero aquí se cuenta una muy particular...

Un sonoro bostezo se escapó de los labios de Víctor, contagiándome aquello terminamos los dos bostezando y arreglándonos los abrigos.

—Cuéntame la historia —me pidió.

Ambos nos fuimos a sentar a un lugar un tanto alejado pero donde podíamos ver trabajar a Yurio perfectamente así como él podía vernos a nosotros. El clima de pronto me pareció más relajante, limpio y sublime.

—Bueno, se trata sobre una joven que se enamoró del prometido de su prima. Ellos se veían sin falta todos los días exceptuando los de invierno pues eran los más peligrosos para la pareja... la nieve podía delatarlos. 

—Un amor prohibido —Escuché como Víctor suspiraba y yo me limitaba a mirar mis zapatos, jugando con la nieve que tenía debajo—. Peligroso y seductor.

—Sí, bueno, les costó la vida a ambos. Su prima se enteró del caso y mando a matar al prometido y la muchacha murió horas después de la pena y el frío. 

—Trágico.

—Como todos los amores prohibidos. 

—No todos, hay algunos que solo pasan en el tiempo equivocado.

Y mi mente comenzó imaginar muchos escenarios trágicos y finales nada agradables...

Ya comenzaba a decaer. Era natural que después de elevar mis niveles de ansiedad al cielo, me sintiera fatal y pesimista cuando volvía a la realidad.

— ¿Qué haces en Rusia? —Cambié de tema.

Su mirada se tornó un tanto opaca—. Soy economista.

—Suena interesante. 

—Si, tal vez lo es —otro suspiro, esta vez fue uno cargado de melancolía.

Detrás de esa sonrisa y esa personalidad tan vivaz, se encontraba algo que callaba y seguramente lo atormentaba. Al verlo podía sentir ese débil dolor en el pecho y la inconformidad en su mirada.

—A veces me irrita mucho —Víctor miró a Yurio, quien para mi sorpresa tenía la mirada muy fija puesta sobre nosotros—. Le gusta dar órdenes pero no seguirlas, es rebelde pero en el fondo tengo cierta cantidad de respeto hacia él.

Quería encajar las piezas en mi cabeza—. ¿Por qué?

—Él fue capaz de hacer lo que quería sin miedo a defraudar a alguien.

Sentimientos en AcuarelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora