Capítulo 12

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—Se supone que todos estaban dormidos —Víctor se acercó para quitarme el cuaderno que tenía en mis manos y se volvió a sentar—. Si hubieras esperado, podría habértelo mostrado todo.

— ¿Todo?

—Me gustan los cuentos, las historias con finales tristes y el invierno. Escribo sobre eso —Comenzó a buscar entre las hojas de su cuaderno, cuidando las que estaban sueltas.

Encontró un par de escritos que me los tendió sin mirarme. Parecía estar leyendo algo.

No perdí la oportunidad y comencé a leer lo que me mostraba. Al principio creí que era solo una historia pero no, eran un conjunto de relatos contados de maneras muy diferentes.

Me trasporté a diferentes mundos con cada cuento; me sorprendí al leer sobre la muerte de una princesa, mi corazón se encogió cuando el campesino dio la vida por su familia o cuando la niña pequeña tuvo la aventura de su vida para despertar de un sueño a una realidad de la cual huía.

Cada una de sus historias contaban algo diferente pero trasmitían lo mismo: Melancolía, tristeza y hasta algo de nostalgia.

¿Eran acaso los sentimientos que Víctor tenía guardados?

No me demoré mucho tiempo en leerlos, eran historias cortas pero sustanciosas de aquellas que te provocaban escalofríos.

— ¿Eso es todo? —pregunté después de leer la última palabra. Un doloroso "Adiós" que prometía una siguiente visita pero significaba un "Hasta nunca".

— ¿Quieres más? —Noté que estaba escribiendo algo pero al escucharme levantó la mirada sonriente—. Todavía no hay más. 

—Me... me dejó un leve vacío —Noté como hacia una mueca—. ¿Qué?

—Es lo que usualmente dicen las personas cuando leen lo que escribo —Comenzó a golpear el cuaderno con el pulgar—. Si me gustan los finales tristes, pero quiero trasmitir un nuevo comienzo con lo que escribo... dar esperanza.

—Da pena.

Ladeó la cabeza e hizo un puchero—. No estoy haciendo algo bien.

— ¿Y que escribes en el cuaderno? — A diferencia de las hojas sueltas, el cuaderno tenía mucho menos dialogo y más descripción.

—Cosas —Lo cerró rápidamente y se quitó los lentes.

Lo tenía sentado en un sillón antiguo, con la luz de la luna entrando por la ventana enmarcando sus finos rasgos. Sostenía los lentes con una mano mientras descansaba la frente en la otra.

Estaba en una postura perfecta.

— ¿Puedo pintarte? —Lo había pintado tantas veces sin su consentimiento, que se sentía extraño pedirle permiso para hacerlo.

Solo levantó la mirada y sus ojos azules me hipnotizaron— ¿Ahora?

—Tiene que ser ahora, puede que mañana no entre la misma cantidad de luz. Arruinaría el cuadro.

—Yuri, es tarde y...

—Por favor —Junte mis manos y me incline levemente—. Tratare de no tardar demasiado. Puedo llegar a pintar rápido.

Sonreía—. Entonces no pierdas el tiempo.

Dibujarlo sin haberlo conocido fue extraño pero interesante, cuando lo hice en casa fue algo caótico pero resulto bien... mas ahora, era una sensación nueva. Sentía como el corazón se quería salir de mi pecho, las manos me sudaban un poco y tenía un débil nudo en el estómago.

Estaba eufórico.

Bajé los materiales necesarios desde mi cuarto dos veces más rápido de lo normal y de la manera más sigilosa posible, despertar a Yurio era como abrir la caja de pandora y desatar el mal.

Sentimientos en AcuarelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora