Historia de Cynthia acabada, os dejo la de Annie, (la cual nada tiene que ver con la yandere xD), os recuerdo que los Juegos del Hambre y sus personajes no me pertenecen, sino a Suzanne Collins. Yo solo me divierto con ellos. Esta historia está ligada a mi fanfic Una profesional Diferente y por ello os recomiendo leerlo antes de adentraros en ella, os ayudará a comprender muchas cosas.
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1Rojo.
La lava que la persigue es de color rojo. Rojo brillante, en realidad persigue a todos los tributos hasta el lugar del banquete de los Sexagésimo segundos del hambre. Pero yo solo puedo puedo prestarle atención a ella...
Denalie Cresta.
Mi hermana mayor.
A causa de ella, yo, Annie Cresta, tuve que aprender que son los juegos del hambre con solo nueve años. De oír su nombre en la cosecha, de que fuera lanzada a un juego donde la única forma de vencer es matar a todos. No importa como.
Mis padres comenzaron a hablarme de ellos nada más escuchar como Samantha, la escolta de nuestro distrito, la llamaba a la plaza.. Cuando les pregunté por qué la llamaban y por qué mi padre reaccionaba como si fuera a llorar, romper algo, o las dos cosas.
Mi madre, en cambio, sonreía.
Porque para él iba a morir, para ella ganar.
Ser vencedora, tal y como quiso ella siendo más joven.
Aunque yo, por aquel entonces, no lo sabía.
Solo sabía que había escuchado su nombre y nada más oír a mi padre decir que era muy probable que muriera, quise llorar.
No quería perderla.
En el edificio de despedidas fue cuando lo supe todo, por palabras de ella. Le hice prometer que ganaría, que volvería conmigo, a todo precio. Y ella asintió.
Sin embargo había algo en sus ojos que me decía que no confiaba en sí misma.
Lo mismo que distinguí en los de aquel niño pelirrojo que ella solía acompañar a la academia de profesionales y, hasta vi en mi casa una vez, cuando Denalie cumplió quince años.
Le regaló un colgante con un dije en forma de rayo. El mismo con el que juegan mis dedos de una forma casi frenética. Todavía recuerdo la fuerza intensa con la que me estrechaba, cuando me lo dio poco después, más lo que me susurró:
"Si muero, haz lo posible por no dejarte caer, Annie, Eres mi rayo de luz en la oscuridad, cada vez más cruenta, que destruye este mundo. ¡No te apagues!"
Mi rayo de luz, así me llamaba ella, lo mismo que le vi hacer ante aquel muto con unos cuchillos para matarlo, y así salvar a su compañero de distrito.
Neil Fisher.
No sé por qué retuve su nombre. Mis padres dicen que es mejor que no lo haga, que no empatice con los "contrincantes" de mi hermana, quizás porque él no lo parecía en aquel momento, solo un chico malherido.
O quizás fue por la extrema tristeza que lucían los ojos de ella al matarlo.
La misma que mostraron los ojos de ese niño al salir del edificio de justicia. Se llamaba Sean y él y ella eran muy amigos, peor todavía, en la entrevista, que nos hicieron antes de lo que estoy viendo ahora en pantalla, la periodista del Capitolio adivinó que la amaba.
A pesar de tener solo once años.
Y ahora, al ver a mi hermana correr, saltar, esquivar y así llegar al lugar del banquete, no puedo evitar preguntarme cómo se sentirá ¿Tendrá tanto miedo como siento yo ahora por ella?
Mi madre dice que no debería de inquietarme por él, peor todavía, que es muy probable que mi hermana esté allí por su culpa. Yo no entiendo, fue Samantha quién sacó el papel con el nombre de "Denalie Cresta" de aquella urna de cristal, no él.
Cristal.
Es lo que llevo sintiendo desde que comenzaron los Sexagésimo Segundos juegos del hambre, como si hasta entonces me hallase rodeada de una burbuja de cristal que se va resquebrajando con cada herida que sufre mi hermana.
Pero el verdadero impacto fue aquella noche.
La lava había dejado de correr para rodear la tierra oscura del lugar del banquete. Mi hermana luce sofocaba pero preparada, al igual que lucía él.
El tributo del distrito dos.
Al cual decidí odiar nada más ver aquella sonrisa maliciosa en sus ojos y la forma en la que parecía más jugar, que luchar con mi hermana.
Un juego macabro en busca de dominio y sumisión hasta que, sin remordimientos, la tira a la lava.
Y yo, al verlo, no puedo más que gritar y llorar hasta que mi padre apaga el televisor.
Porque, a pesar de ser solo una niña, sé que la he perdido para siempre.
Al igual que mi inocencia.
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El color de la locura
FanfictionRojo, así es el color de la venganza. Rojo brillante, lo único que me domina desde la muerte de mi hermana Denalie. Pero, ¿quién me diría que ese color me llevaría a la locura? Nadie, ¿verdad? Ni siquiera yo misma. Me llamo Annie Cresta y soy la ven...