Siguiente actualización, estuve algo liada con una especie "revolución de los syot" que hay en fanfiction, mirando fotos, comentando, hasta tenemos un grupo de whatsApp. xD. Os dejo el Capítulo.
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13
Jugar los juegos según mis reglas.
Más que un capricho, un propósito que nació en mí, junto a las ansias de vengar a mi hermana, y no sin razón.
Todavía recuerdo sus juegos, como se negó a aliarse con los demás profesionales. Determinada a vencer según sus propias reglas. Todas las muertes que provocó fueron sorpresivas, rápidas e indoloras.
El tributo del distrito uno, cuando este intentó presionarla de una forma nada amigable a aceptar su alianza, en el baño de sangre. La llamó estúpida, pero ella, al matarlo, demostró que no lo era. El del diez, en defensa propia, su compañero de distrito, por compasión, y así con todas sus víctimas.
Lo cual, junto con el once de la sección privada y su actitud mordaz y enérgica en la entrevista, le hicieron ganarse muchos adeptos por algo obvio. Mientras los profesionales y demás tributos seguían un patrón fijo, ya fuese matar sin compasión, o huir y esconderte hasta que te olviden, ella, la Nereida del distrito cuatro, brindaba sorpresa tras sorpresa.
Los Capitolinos la llamaban así por el traje que llevó en el desfile de los Sexagésimo Segundos Juegos. Las Nereidas, al igual que las Sirenas, también son una leyenda marina, aunque no supe de su existencia hasta que Caesar las nombró. Según una mitología mucho más antigua incluso que Panem y lo que hubo antes, estas eran las hijas de divinidades como Nereo y Doris que ayudaban a los marineros que surcaban los peligrosos mares. Desde que supe que Denalie y Sean se conocieron porque ella le salvó de morir ahogado cuando se tiró al mar agitado, solo por escapar de unos agentes de la paz, vi el apelativo ideal para ella.
Por ello pienso que merecía ganar y no el cruel manipulador que la mató, menos su desquiciada compañera. Era astuta, sorpresiva e inolvidable, mataba a quién quería, como quería y cuando quería, pero no por ello la despreciaban, al contrario, estaba entre los favoritos del público, al igual que Finnick Odair o Dalila Marín, en sus juegos
Por eso los admiré, en su momento, demostraron que no siempre el más sangriento profesional debe ser ganador. Ellos fueron distintos, al igual que ella y Sean.
Sean...
Su técnica es, en cierto modo, la que estoy siguiendo actuando como quiera en estos juegos, introducirme en los profesionales sin por ello ser una sanguinaria asesina. Demostrar valor, astucia, pero no desafío. Seré rápida, valiente, imprevisible, certera y letal.
Y así venceré.
En eso pienso, mientras espero a que me llamen para la sección privada de los vigilantes, mi plan para estos juegos. Estamos a tercer día de entrenamiento y seré la tercera profesional en entrar, justo después de Roy.
Mi mejor amigo y yo estamos cada día más unidos y compenetrados. Él, como yo, tampoco está dispuesto a jugar al sanguinario asesino por vivir. Por ello espero que nuestro plan funcione, que él logre disolver la alianza, para luego huir y así no encontrarnos al final. Si ya en la cosecha me veía incapaz de matarlo, ahora menos.
Tampoco me llevo mal con Circe y Silber, aunque esta última me parece tonta por creerse importante porque ella es voluntaria por conseguir gloria y fama; y odiarme por eclipsar a todos en el desfile. Su arma es una espada larga y afilada por ambos lados de la hoja, llamada Claymore. Sheet, del siete, aparte de leñadora, es misteriosa pero no por ello desagradable. Aceptó nuestra alianza por vivir y no parece odiarme, como otros, por ser voluntaria o amiga de Finnick Odair. Una actitud razonable.
Amiga de Finnick Odair.
Es lo que me considero ahora que, con el tiempo, conseguí que me dejase llevar la voz cantante en estos juegos. El liderazgo de Roy de la alianza profesional influyó bastante en ello, yo estoy dispuesta a seguir sus reglas por amistad y él posee la prudencia, inteligencia y control que me falta. Me ayuda a no hacer estupideces.
A los demás profesionales me limito a soportarlos, no me agradan, pero matarlos, antes de romper la alianza, solo me traerá problemas.
– Annie, ¿qué crees que debería hacer?–Me pregunta Roy, dudando, cuando llaman a la chica del tres. Sabe que después le tocará a él. – Mags dijo que no puedo mostrarme débil si quiero parecer un líder digno de seguir, pero no demasiado fuerte, para así evitar ser el primer objetivo de nuestra alianza ¿Cual nota crees que es el término medio?–Me encojo de hombros.
–No lo sé, quizás un diez. La mayoría de los profesionales fuertes lo sacan. –Respondo balanceando mis piernas. Debo reconocer que estoy más que nerviosa, Finnick me recordó astutamente que mi desfile es como un arma de doble filo. Tengo a los patrocinadores en mis manos y por ello varios tributos se enemistarían por vida conmigo si además sacase la nota más alta. – Yo sigo buscando un modo de mostrar mis habilidades con los cuchillos, sin sacar un once. No sé qué es peor.
Entierro la cabeza entre mis manos, frustrada, quiero hacer su rayo, ¡maldita sea!, pero, ¿y si eso me trae problemas? Me da miedo lo que supondría.
– Tal vez solo dedicándote a ellos. No es que sean una arma muy popular, ¿sabes? –Dice él, pensativo. –Podrías intentar que el rayo fuese un acto de suerte, mostrarte sorprendida pero orgullosa. – Lo miro con la boca abierta, mala idea no es.
– Gracias. – Murmuro y él sonríe natural.
– De nada, Annie, quiero ayudarte en todo lo posible. Una parte de mí piensa que si no gano estos juegos sería fantástico que lo hicieses tú. Te lo mereces. – Confiesa. Agacho la cabeza, avergonzada, cada vez me enfurece más el hecho de que para que yo gane él debe morir y viceversa. No es justo.
– Me pasa igual. –Susurro, entrelazando mi mano con la suya, en un intento de calmarme. – Apunta bien, ¿vale?
Son las últimas palabras que le dedico antes de que le toque hacer su prueba.
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El color de la locura
FanfictionRojo, así es el color de la venganza. Rojo brillante, lo único que me domina desde la muerte de mi hermana Denalie. Pero, ¿quién me diría que ese color me llevaría a la locura? Nadie, ¿verdad? Ni siquiera yo misma. Me llamo Annie Cresta y soy la ven...