Capítulo 8... Yoonmin...

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—Buenos días, pequeño —una dulce voz se instaló a su lado, al igual que un peso extra en el colchón. Jimin abrió los ojos inmediatamente y se paralizó un milisegundo después—. Oh, no. No te asustes, pequeño. No vengo a hacerte daño —esa voz sonaba alegre, amable. Sin duda no era la del demonio que venía a chupar su piel—. Sólo vengo a quitarte algunas cosas que ya no necesitas. Seguramente bastante incómodos ahora que siguen conectados a ti —Jimin se tensó ante la idea, ni siquiera recordaba cuando los conectaron a su cuerpo pero que los quitaran estando consciente, no le garantizaba suavidad—. Tranquilo, no dolerá...

Jimin apretó los ojos.

—Listo —suspiró aquella persona, como si hubiese hecho un largo y arduo trabajo. El humano parpadeó sorprendido ¿Cuándo...?—. Ya está —comenzó a guardar todos los instrumentos dentro de una bolsa de plástico, el pequeño pudo darse cuenta al mirar por el rabillo de sus ojos—. Ahora debes mantenerte saludable ¿De acuerdo?

¿Era una broma? ¿Ahora era su responsabilidad? Jimin tuvo tantas ganas de decirlo, de gritarlo... pero se contuvo. No estaba en posición. Era la parte débil y su boca apenas estaba acostumbrándose a no tener un tubo metido en ella.

—Te traeré comida en un momento. Espero ya puedas hacerlo por tu cuenta sin molestia alguna

Frunció el ceño ¿Qué estaba ocurriendo ahí? ¿Estaba siendo amable con el prisionero? ¿Por qué?... ¿Por qué no se abalanzaba sobre él y le robaba la vida como el otro?

Cuando pudo despejar esos pensamientos que le hacían temblar de miedo otra vez, aquel sujeto no estaba, no había nadie ya y se asustó mucho porque hace un segundo, un demonio estaba hablándole suavemente. No lo escuchó salir, tampoco la puerta crujiente abrir y cerrarse. 

Al menos cuando el otro venía, abría la puerta con brusquedad y se acercaba como un depredador. Le daba tiempo de asimilar lo que iba a pasar pero ese aparecía de la nada, al igual que los ojos dorados. No entendía nada. Estaba volviéndose loco.

¿Con qué clase de demonios estaba? ¿Acaso podía confiar en el que acaba de marcharse?

[***]

—Vamos, siéntate en la cama.

Jimin saltó en su posición. Se había quedado despierto viendo a la nada. Bueno, ciertamente no podía ver mucho, todo el tiempo siempre estaba a oscuras, pero al menos, esta vez los ojos dorados no aparecieron y le reclamaron cosas. Comenzaba a fastidiarse de ese otro sujeto.

—Mierda, ¿Yoongi tiene que mantener siempre su habitación así? —sus ojos se quemaron, la cegadora luz lo provocó ¿Había al menos algo de electricidad en ese infierno? No supo exactamente cómo, aunque ahora estaba sentado en el colchón intentando ayudar a sus ojos a recuperarse—. Te traje comida...

Bajando sus dedos lentamente, Jimin notó por primera vez el rostro de ese chico de voz suave. Dios, era bellísimo. Más que eso. Era como un ángel caminando hacia él.

Tan grácil, tan perfecto. No podía creer que lo que imaginó ser un monstruo fuera un ser tan apuesto y extraordinario. ¿Dónde estoy?...

— ¿Sucede algo? —avergonzado sin ninguna razón, intentó apartar la mirada. Le gustaban los chicos pero cuando ellos le descubrían observando, no podía más, le daba pánico y vergüenza, intentaba esconderse lo más pronto posible. Ahora era distinto, tenía más pánico que nada, aunque lo siguiente que llamó su atención y evitó que se escondiera, fue una bandeja de comida en las manos de aquel precioso individuo— ¿Tienes hambre? —Jimin asintió—. Muy bien, espero que te guste mi comida.

Fue esa pequeña sonrisa lo que hizo a Jimin dudar. Oh, no. Ese hombre podía tener la apariencia de un ángel, sin embargo, cuando sonrió... lucía completamente diferente. Tenía algo, algo terrorífico en ella. Algo antinatural. A pesar de que todo en él luciera igual, aunque fuese sumamente perfecto.

Observó la comida con otros ojos. Recordó lo que pensó hace un instante ¿Cómo podía confiar en alguien ahora?

—Oh, vamos. No le puse nada malo —el chico insistió con dulzura, o eso era lo que quería hacerle creer— ¿Vas a comerlo? —cuestionó enarcando una ceja cuando él no se acercó ni se movió por mucho tiempo—. Se enfría —el humano se atrevió a negar con la cabeza. El chico cambió su expresión. Ira—. Bien —la tiró al suelo sin remordimiento alguno—. No tengo porque cocinarle a alguien tan débil como tú.

Jimin miró con sorpresa a aquel sujeto. Cuando se enojaba resultaba más aterrador y su rostro se deformaba. Aunque no le hizo nada, ni siquiera se acercó a amenazarlo o se atrevió a caminar hacia él, sabía por demás que no podía pasar por alto esa advertencia. Tenía más miedo ahora.

Maldición. Moría de hambre.

Al siguiente día, el chico de voz suave apareció con una nueva bandeja de comida. Jimin se quedó abrazando sus rodillas, viéndolo con cautela desde la cama. Aquel chico volvió a sonreír como si nada.

El desastre del día anterior había desaparecido.

—Muy bien, pequeño. Eres un buen chico —dejó la bandeja esta ocasión en la vieja mesa de noche, a lado del colchón—. Si sigues así, le diré a Suga que al menos te portas bien.

Jimin se estremeció al escuchar ese nombre. No era muy difícil suponer a quien le pertenecía, pero nombrar al demonio de sus pesadillas le causaba dolor.

Se escondió detrás de sus rodillas como un niño asustado.

—Bien. Te veo mañana.

[***]

Los siguientes días fueron así. El chico de voz suave aparecía una vez al día y le dejaba de comer. Jimin intentaba permanecer inmóvil para no hacerlo enojar y sacar la peor parte. De hecho, todo estaba funcionando bien. Se había acostumbrado.

Era un prisionero y no podía esperar mejor trato que ese, pero seguía sin explicarse ¿Por qué?... ¿Por qué él?... ¿Qué hizo?... ¿Al menos alguien estaba buscandolo allá afuera?

Abrazó más fuerte sus rodillas y lloró un poco. Siempre lloraba después de comer, sin embargo ahora la comida se había retrasado, se preguntaba si realmente alguien le iba a traer algo. Quizá no. Pasaron un par de horas más de la puntualidad del chico de voz suave, o así se sintió, no obstante ese chico siempre había sido éso, puntual. Su estómago rugía pero se obligó a no pensar en comida.

—Jin-hyung me dijo que te estás portando bien ¿Es cierto? —Jimin levantó los ojos llorosos de sus rodillas y se encontró con el rostro demasiado cercano del chico que bebía de su cuello.

Traía su comida. Lucía aterrador y al mismo tiempo hermoso.

Algo golpeó su cabeza, era un recuerdo aunque se sintió como una roca. Se mareó. 

Tenía mucho tiempo que no lo veía a la perfección. Es más, ni siquiera lo veía. Tenía días de que incluso llegara, tomara su sangre y se fuera ¿Por qué?... La última vez que lo encaró fue cuando estaba borracho y apenas recordaba su rostro con claridad.

—Ya no tienes tus regordetas mejillas, pequeñín ¿Por qué? —Jimin se alejó del helado tacto del chico sobre su piel y se encogió un poquito—. Sabes que no funciona mucho ponerse difícil, pequeñín —sonrió. Jimin tembló y dejó que lo tocara. Aterrador.

Si dejaba que tomara lo que quería se iría pronto. Comida. Su estómago rugió. Esperaba que al menos le dejara comer antes.

—¿Tienes hambre? —se burló y el humano apretó los párpados—. Yo también...







Bloodstream -Yoonmin-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora