Prólogo.

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Una mujer corre desesperada con un pequeño bebé en brazos, sola en mitad de la noche y mirando nerviosamente hacia todas direcciones, incapaz de encontrar ayuda y también viéndose con el tiempo cada vez más corto.

Mi bebé, te amo, mamá te ama, quiero que siempre lo sepas

Le dió un beso mientras lo deja frente a un orfanato antes de volver a salir corriendo.

—¿Y esto? —Del orfanato, un hombre de cabello blanco miró a aquel infante con sorpresa—. ¿Has sido abandonado, pequeño? Debe ser duro, pero no te preocupes, yo jamás lo haré.

La mujer entre lágrimas corre sin mirar atrás esperando que aquello realmente pueda permitir que su amado hijo viva una vida tranquila y feliz, alejada de ese sujeto a toda costa, aquel demonio que dice ser un hombre.

—¿Eh?

Pronto se vio rodeada, solamente se quedó de pie, sonrió y todo acabó en un parpadeo.

—¡¿Dónde está el niño?! ¡Encuéntrenlo! Fueron órdenes estrictas de Lord Gerard.

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