Capítulo 5.-Confianza.

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—Oye, ¿Eres imbécil? —cuestiona Moisés.

El vándalo rubio tiende la mano a Jesús, quién le mira para luego tomarla y levantarse.

—Gracias —responde el príncipe.
—Entonces ¿Irás tras ella? —cuestiona Moisés.

—¿Acaso eso se pregunta? Es mi her-

Al recordar que acaba de besar a Elías, Jesús no tuvo siquiera el valor para decir que es el hermano mayor.

—Soy un idiota —contesta el Soleil mientras se deprime.

—No te entiendo, hasta donde tengo entendido tu eres un mujeriego ¿Por qué tan de repente comienzas a preocuparte por una mujer? —pregunta Moisés.

—No te incumbe —responde Jesús.

—Supongo, entonces, te deseo suerte —Se despide el "vándalo" rubio.

El cielo se nubla y comienza a llover, empapando la ropa del príncipe.

《¿En qué estaba pensando cuando hice eso?》

Aún sin estar totalmente convencido de lo que está haciendo, comienza a correr con pasó firme hacia dónde está su "hermano".

Al llegar a las murallas, logra pasar corriendo a los guardias de la puerta, saliendo del reino, sin parar ni un sólo momento corre hacia aquél lugar.

Pero, debido a su pobre condición, el aire le falta y su costilla derecha le duele. Ya ha comenzado a respirar por la boca y su paso se vuelve cada vez más lento, desplomándose en el suelo.

Con unas cuantas raspadas en los brazos y rostro, vuelve a correr, entrando al bosque para poco después llegar a un pequeño altar donde hay unas escaleras mugrientas y un templo lleno de plantas enredaderas.

El musgo abunda en el lugar, el lodo está en prácticamente todos lados. En las escaleras está Elías cubriendo su rostro entre sus piernas. Su ropa se empapó por el agua.

Jesús trata de decir algo pero las palabras no salen, al avanzar quiebra una rama y Elías levanta el rostro, mostrando unos ojos rojizos.

《Así que a pesar de su edad sigue siendo un niño pequeño y aún así yo》

Al ver a su hermano, Elías se limpia los ojos y se pone de pie.

—¿Qué quieres? —pregunta la pelinegra con la voz un poco ronca.

—Y-Yo.......esto.....

—..........

—Lo siento, aún siendo el mayor actúe como un simple mocoso al no considerar tus sentimientos.

El sonido de la lluvia es lo único que se oye, Elías no parece reaccionar ante la disculpa de su hermano.

—No es eso........ —musita la pelinegra—. ¡No es eso! Es sólo que, ¿Por qué?

—¿Eh?

—¿Por qué me convertí en mujer? ¿Es por eso? ¿Sólo me ves como otro pedazo de carne?

—No, por su....

—¡Cállate! Si no es así, ¿Por qué me besaste? ¿Por qué actúas tan raro desde que me convertí en mujer? ¡No lo entiendo!

—Porque...yo..... —Jesús aprieta su puño y mira a la pelinegra—. ¡Te amo! ¿Sí? Podrá sonar estúpido, pero, yo.....desde hace tiempo que me siento así ¿Bien? Traté de camuflar estos sentimientos pero, cuando te convertiste en mujer ya no pude evitarlo.

El rostro de Elías se ensombrece.

—¡Pero somos hermanos!

—Lo sé, por eso traté de ser un hermano para ti, pero en ese momento llegué a mi límite —declara el príncipe.

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