Capítulo 3 •El Culpable•

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Salí de casa un poco abrumada, mi padre ya se encontraba esperandome arriba del auto.

Hoy era el día en el que empezaria nuestra venganza hacía los Leyva, y a decir verdad aún no aceptaba la idea de que tendría que matar a alguien.

—¿Sabes exactamente lo que tienes que decir, verdad?— Me preguntó mi padre sacándome de mis pensamientos.

—Si, lo ensayamos durante toda la semana— Contesté un poco enfadada.

—Bien, no quiero que lo eches a perder.

Viré mis ojos, mi padre seguia pensando que no servía para nada. Pero está vez le demostraría lo contrario, él se sentirá orgulloso de mí cuando logré con éxito cumplir esta venganza.

—Llegamos— Mi padre estacionó el auto.

Miré por la ventanilla, la empresa si que era demasiado grande, no me imaginaba la cantidad de dinero que de seguro ganaba este señor al día.

Tomé mi botella de agua y di un fuerte trago, solo esperaba que mis nervios se esfumaran.

—¿Que esperas? Baja ya— Miré a mi padre por unos segundos y después bajé del auto —Te esperaré aquí.

Comencé a caminar hacía la empresa. Debía dejar estos estupidos nervios a un lado y sacar de ese coraje y valor que llevaba dentro.

Una vez dentro del lugar me di cuenta que no sabía en dónde podía encontrar al señor Leyva, y no tenía tiempo de buscarlo por cada rincón ya que mi padre se desesperaría y me iría peor.

—Disculpa, ¿puedo ayudarte en algo?— Giré mi vista hacia aquella sonriente señora de aproximadamente unos cuarenta años.

—Am..si— Aclare mi garganta —Estoy buscando al señor Edward Leyva.

—¿Para que lo buscas?— Su tono de voz se torno desagradable.

—Asustos personales— Sonreí hipócritamente, odiaba lidiar con gente chismosa.

—Pues lamento decirte que el señor Leyva no se encuentra en estos momentos.

Maldije. Ahora debiamos posponer todo para mañana.

Regresé por donde habia entrado, mi padre tendria que averiguar para la próxima en que horarios se encontraba ese señor aquí.

Cuando sali de la empresa mi estupida yo chocó con alguien, lo peor fue que esa persona cargaba un maletín y ahora todo lo que llevaba dentro de este, estaba regado por el suelo.

—Lo siento— Me excuse ayudando a recojer las cosas, pero él ni siquiera se había dignado a tomarme en cuenta ya que hablaba por teléfono.

Tomé todos los papeles dispersados y me incorporé para dárselos.

—Usted— Dije al momento de ver su rostro.

Él arrebató los papeles de mis manos y entró a la empresa, rapidamente reaccioné y lo seguí, esto era un milagro, que él apareciera justo cuando estaba apunto de irme.

—Señor Leyva— Lo llamé, él solo me dió una mirada rápida pero siguió hablando por teléfono.

Me apresuré para entrar al elavador junto a él antes de que las puertas se cerrarán, él solo frunció el ceño.

—Señor de verdad necesito hablar con usted.

—Ahora no niña, ¿que no vez que estoy ocupado?— Dijo de mala gana.

—Soy hija de Julia Morales— Me miró con asombro.

—Rick, hablamos despues— Quito el teléfono de su oreja y lo guardo en su bolsillo.

—¿Por que me mira así?

—¿Tu eres ____?— Asentí.

Las puertas del elevador se abrieron, el señor Leyva me hizo una seña de que lo siguiera. Entramos a una gran oficina la cual tenia una hermosa vista hacía toda la ciudad.

—Siento..siento mucho lo de tu madre— Dijo después de unos minutos incomodos de silencio.

—Debería— Me miró extrañado.

—¿Por qué dices eso?

—¿Usted sabe la razon por la que mi madre se quito la vida?— Negó algo apenado.

Saqué de mi bolsillo la carta que había dejado mi madre y se la arroje sobre su escritorio, él algo confundido la tomó y comenzó a leerla.

Su rostro se ponía cada vez más palido, esperaba que por lo menos estuviera sintiendo algo de culpa.

Dejó caer la carta una vez que terminó de leerla, me miró apenado y después bajó su rostro. Me preguntaba como se sentía en estos momentos, si solo estaba actuando o en verdad se sentía mal.

—Yo..no se que decir.

—Usted no pero yo si, ¿por qué le hizo esto a mi madre? ¿Por qué llenarla de falsas ilusiones? Sólo se aprovecho de ella, no le importo en lo más mínimo el como se sentía con todo esto— Dije enojada y al borde del llanto.

—Yo en verdad la quería— Era increible lo cinicas que podian llegar a ser las personas como este señor.

—Si en verdad la hubiera querido, le hubiese dado su lugar— Apreté mi mandibula —Pero alguien como usted así de basura, jamás habría permitido que la gente se enterará que su secretaria, sería su nueva mujer.

—Escuchame niña tu no sabes nada, ¿si? Así que es mejor que te vayas, ¿o cual es la verdadera razón por la que estás aquí?

—¿Que no leyó la carta? Mi madre dijo que si necesitaba de algo lo viniera a buscar a usted— Dije ironica.

—¿Y que es lo que quieres? ¿Dinero?

—Si, y un lugar dónde vivir— Me miró desconcertado.

—¿Que no vives con tu padre?

—Vivia, también murió, ¿y adivine que? Usted tambien fue el culpable de su muerte.

—Lo..lo siento mucho— Dijo apenado.

—Ambos sabemos que no lo siente, así que solo deme dinero si no quiere que le cuente a su amada esposa sobre su aventura con mi madre— Me senté sobre uno de sus costosos muebles.

—¿Qué? ¿Pero qué es lo que te pasa? ¿Quién te crees que eres para venir a amenazarme?— Elevó su voz.

Este señor no era nada facil de manipular, y no lograba recordar el plan B de papá.

—¿Sabías que tengo demasiados contactos y puedo hacer que ya mismo vayas a prision?— Mi nerviosismo volvio, sabía que hablaba en serio.

—Escuche, tan solo entiendame, estoy sola en el mundo y necesito dinero para salir adelante.

—Si pero no es mi obligacion mantenerte— Tomó asiento —¿Quieres dinero y un hogar? Bien, viviras en mi casa y trabajaras con los de servicio.

—¿Qué? ¿Yo trabajar? ¿Y de sirvienta? Oh no esta lo...

—Es todo lo que te puedo ofrecer.

Estaba a punto de ponerme de pie y darle una fuerte bofetada, pero entonces pense en mi papá y en la venganza. Debía aceptar esto que me ofrecía si o si. Ademas supongo que vivir bajó el mismo techo que su hijo me facilitara el poder asesinarlo.

—Bien, acepto.

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La Venganza | Freddy Leyva |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora