Capítulo 16 •Abrázame•

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Leyva estacionó su auto, habíamos llegado a casa. Bajé del auto y caminé hacía la entrada de la casa.

—_____— Leyva me llamó antes de que pudiera abrir la puerta.

—¿Si?— Me giré para verlo.

—¿No quieres ir al lago? Es un lindo día cómo para que lo desperdicies encerrada en tu habitación— Me quede pensando un momento, tampoco quería pasar mucho tiempo con Leyva, pero tenía razon, el día era perfecto para ir al lago.

—De acuerdo— Contesté sin mucha importancia.

—Vaya, en serio me estás sorprendiendo bastante— Reí en voz baja y comencé a caminar de camino al lago, Leyva venía detrás de mi.

Tomamos asiento en el suelo, justo bajo un árbol que cubría los rayos del sol. El aire chocaba contra mi rostro haciéndome sentir relajada, sin duda me encantaba disfrutar de la naturaleza.

Miré a Leyva, y me sorprendí al ver su mirada, conocía perfectamente lo que decía esa mirada, reflejaba tristeza.

—Leyva..¿estás bien?— Le pregunté.

—Si, si, es solo que este lugar me trae recuerdos.

—¿Que clase de recuerdos?— Bajó la mirada.

—Siempre venía aquí con mi abuelo, hasta hace un año que murió— Hice una mueca y me acerque a él —Mi abuelo siempre fue un padre para mi, él siempre estuvo ahí cuando mi papá solo pensaba en el trabajo o en cualquier cosa.. menos en mi.

—Sabes que yo sé perfectamente lo que sientes, y creo que la vida es malditamente injusta, siempre nos quita a personas que no deberían de irse— Dije triste. 

—Estoy de acuerdo— Soltó un suspiro.

—Pero no estés triste Leyva, es raro verte así— Me sonrió levemente.

—¿Sabes? Eres muy buena compañía.

Sentí como algo se removió dentro de mi, nunca nadie me había dicho algo así, ni siquiera André. Y se sentía bien saber que a alguien le alegraba tenerte a su lado. Leyva en verdad era una persona increíble, pero no, no debía tomarle cariño, no debo olvidar mis verdaderos motivos del porque estoy aquí.

—Ven— Leyva se puso repentinamente de pie y me estiró la mano.

—¿Que? ¿A dónde?— Fruncí el ceño.

—Daremos un paseo por el lago— Tomé su mano aun sintiéndome algo confundida.

Camine detrás de el hasta al orilla del lago mientras trataba de buscar algún tipo de lancha en la que suponía que daríamos el paseo, pero no lograba ver ninguna, era extraño.

Leyva tomo balsa hecha con troncos delgados de madera, estaba loco si pensaba que me subiría en eso.

—Vamos— Negué rápidamente con mi cabeza.

—¿Estás loco? Esa cosa no soportaría tenernos a los dos arriba— Se rió.

—Mi abuelo las diseño para soportar hasta cuatro personas, no pasara nada ¿o acaso la valiente _____ tiene miedo?

—Estupido— Dije para después acercarme hasta la orilla del lago junto a él.

Con la ayuda de Leyva pude subir a la dichosa balsa. No sabía si era más seguro quedarme parada o sentarme, pero estar aquí me ponía nerviosa, sentía que en cualquier momento esto se hundiría. Leyva se subió a la tabla y provoco que esta se moviera, haciéndome sentir aún más asustada, pero no podía demostrar el miedo que sentía frente a Leyva, no quiero que piense que soy una cobarde.

—Bien, hora de divertirnos— Me dijo para después quitar la cuerda que unía la balsa y el muelle del lago.

Tomé rápidamente asiento y me abracé a mis piernas, trataba de relajarme, tal vez así el miedo se esfumaría.

Observe todo a mi alrededor, cada vez nos alejábamos más de la orilla. Y todo lo demás solo eran arboles, pero alcance a distinguir una casa igual de grande que la de los Leyva.

—¿Quien vive ahí?— Le pregunté señalando la casa.

—Mis tios y mi primo Alan, no se si lo recuerdes— Asentí.

—Otro hijo de papi como tú— Leyva me miró mal.

—Creí que ya no pensabas así de mi.

—Que esté pasando un día contigo, no quiere decir que ya seas mi amigo, Leyva— Aclaré.

—¿Algún día dejaras de decirme Leyva y me dirás Freddy?— Se quejó, era divertido molestarlo.

—Claro, cuando me agrades— En su rostro se formo una sonrisa —O sea, nunca— Esta vez fui yo la que sonrió.

—Eres muy mala _____.

—Gracias, me encanta que me digan eso.

La mirada de Leyva cambio de molesto, a maliciosa, pero antes de que pudiera preguntar en que estaba pensando, me había arrojado agua con sus manos.

—¿Que te pasa?— Tallaba mis ojos para poder ver.

—Eso te pasa por meterte con un Leyva— Dijo entre risas.

—¿Así que quieres jugar Leyva? bien, juguemos— Comencé a arrojarle agua de igual manera que él lo había hecho, pero esto se había convertido en una batalla ya que él no se quedaba atras e igual me arrojaba agua.

—De acuerdo basta, no puedo abrir mis ojos— Dijo después de unos minutos y empecé a reír.

—Que delicado— Rodé mis ojos.

Leyva se puso de pie sobre la balsa, provocando que esta se balanceará.

—Sientate— Pedí sintiendo como el miedo de caer al lago volvía.

—¿Mmh asi que te da miedo?— Sonrió con maldad.

—Leyva, no estoy jugando, sientate— Exigí.

—Estarás más a salvo si te paras junto conmigo— Miré sus ojos, hablaba en serio —Ven— Me estiró su mano y la tomé rápidamente.

Con su ayuda logré ponerme de pie, pero me sentía menos segura así.

—Quiero volver— Dije sintiendo como el pánico se comenzaba a apoderar de mi.

—Tranquila— Soltó una pequeña risa, lo cual me hizo molestar.

—Regresa esta maldita cosa a la orilla— Ordené con voz elevada y alejándome de él.

—Bien, pero tienes que abrazarme si no te quieres caer.

—¿Qué? Preferiría caer antes de abrazarte.

—Bueno, luego no digas que no te lo advertí.

Leyva se puso de cuchillas y busco algo debajo de la balsa haciendo que esta se balanceará, y entendí a que se refería cuando caí de la tabla. Solté un grito y trataba de mantener mi cabeza afuera del agua pero era imposible.

—¡Leyva! ¡Leyva! ¡No..no se nadar!— Grité luchando por no hundirme, pero no podía más.

Sentí rápidamente unos brazos alrededor de mi cintura, y después vi el rostro de Leyva. Me subió de vuelta a la balsa y comencé a toser expulsando el agua que había tragado.

—¿Por que no me dijiste que no sabías nadar? Te habría dado un salvavidas— Lucía molesto, pero esta vez ya no era divertido.

—Quiero ir a casa— Dije al borde del llanto.

—Volví a arruinar todo, ¿verdad?— No dije nada, simplemente escondí mi rostro en mis piernas y comencé a llorar.

Sabía que algo malo me pasaría, estaba siendo un día increíble pero todo se arruinó, yo no estaba destinada a ser feliz.

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La Venganza | Freddy Leyva |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora