Capítulo 19 •¿Que Estoy Haciendo?•

1K 143 13
                                    


—¿____? ¿Qué haces aquí?— Leyva entró a mi habitación y limpié rápidamente mis lágrimas, agradecí que la habitación estaba oscura y solo entraban pocos rayos del sol.

—No..no me sentía bien— Traté de contestar lo más normal posible.

—¿Que tienes?— Tomó asiento en el suelo justo a mi lado, miré sus ojos.

—No lo sé, estoy cansada de todo, ¿crees que pueda tomarme el día?— Pregunté aún sintiendo un nudo en mi garganta.

—Claro, pero porque no vienes conmigo y mis amigos— rápidamente negué.

—Quiero..quiero estar sola.

—La soledad te está deprimiendo _____— Paso una de sus manos por mi mejilla, haciéndome sentir muy nerviosa.

—Lo sé, créeme— Dije triste.

—¿Qué es eso?— Preguntó viendo la chaqueta que había dejado del otro lado de mi.

—Oh es un regalo que me había dado Helen, pero la arruine toda.

—Déjame verla— La tomé del suelo para después entregársela —Wow, ¿cómo fue que le hiciste esto?— Preguntó con tono divertido, pero no era el momento de bromear, así que opté por no contestar —Te puedo comprar otra igual, si eso te hace sentir mejor.

—No es necesario, solo te pido de favor que no le digas nada a Helen— Le pedí.

—Si no te preocupes, soy alguien en el que puedes confiar— Sonreí.

~•~•~

Abrí mis ojos lentamente debido a que sentí como alguien estaba acariciando mi brazo, y vaya sorpresa que me lleve al ver a Leyva.

—¿Qué estás haciendo aquí?— Pregunté tallando mis ojos, aún tenía sueño.

—Te traje algo de desayunar, estoy seguro que ayer dormiste sin haber comido algo antes— Miré la bandeja de comida que había dejado sobre mi mueble.

—Leyva esto esta mal, yo soy la que debe atenderte a ti, si tu papá ve...

—Mi papá ya se fue a trabajar, así que puedes comer a gusto.

—Gracias— Sonreí.

—No hay de que, y bien creo que ya es hora de que me vaya a la universidad, te veo en la tarde— Deposito un beso en mi mejilla, provocando miles de emociones desconocidas dentro de mi.

¿Que me estás haciendo Leyva?, me pregunté a mí misma recargando mi cabeza en la cabecera.

Mi celular comenzó a sonar, y de solo imaginar de quien se trataba, me daba una tremenda migraña. Tomé aquel aparato y contesté de mala gana, como siempre.

—Solo para recordarte que hoy nos toca vernos para que me des el dinero de las últimas dos semanas— Dijo la voz dura de mi papá.

—Si, ya lo sabía— Contesté cortante.

—Y tráeme algunas joyas de la señora Leyva, necesito dinero extra— Me quedé helada.

—Pero..pero.. papá te dije que yo no pensaba robar nada, si me descubren perderé el trabajo y..

—Tú vas a hacer lo que yo te diga, ¿de acuerdo? Y no creó que seas tan inútil como para que te descubran, te veo en el lugar de siempre— Colgó la llamada antes de que pudiera decir algo.

Mi hambre se había esfumado, así que me puse pie para tomar un baño.

Salí de mi habitación con camino hacía el baño. Me di una rápida ducha y al momento de salir al pasillo, miré la habitación de la señora Raquel, no quería robarle, no a ella, pero no tenía opción, si no complacía a mi padre, me iría muy mal.

Entré lentamente a la habitación percatándome que no hubiera nadie en la planta alta de la casa. Miré su joyero y me acerqué por completo. Tenía miles de joyas valiosas, tomé rápidamente dos de estas y solo anhelaba que jamás notara la ausencia de estas dos joyas.

Salí rápidamente de la habitación sintiendo la enorme culpa dentro de mí. Entre por ultima vez a mi habitación solo para tomar el dinero y ponerlo en mi mochila juntó con las joyas, di una mordida al pan tostado que estaba en la bandeja de desayuno y después salí para bajar las escaleras.

Tomé la perilla de la puerta para poder salir de la casa.

—¿Hey jovencita a dónde crees que vas en tu día de trabajo?— Me giré.

—Lucy— Dije entre dientes —Es una emergencia pero te juro que en menos de dos horas estoy de regreso.

—¿Está todo bien? Ayer también me dejaste sola y hoy te vez muy..nerviosa.

—Si, si todo bien, será la última vez que falte, lo prometo— Salí de la casa, ahora si me sentía como una verdadera criminal.

Prácticamente corrí hasta el bulevar donde tome un taxi para ir al centro de la ciudad. Tenía que calmar esta culpa, solo era un pequeño robo, aún no hacía la peor parte que era matar a una persona.

Bajé del taxi cuando había llegado a mi destino, mi papá aún no llegaba lo cual era algo bueno.

Llegó un punto en el que me quede pensando que demonios era lo que estaba haciendo ¿en que momento me convertí en esto? Yo..yo no quería ser así, no quería sentir más esta culpa, era una mentirosa, si, pero no quería ser una ladrona, siempre he odiado a esas personas y pensar que ahora yo estaba haciendo lo mismo, me ponía muy mal.

—¡____!— Fruncí el ceño al ver a lo lejos a un niño corriendo hacía mí, pero detrás de él miré a mi papá y abrí mi boca en forma de sorpresa.

—¿Martín?— Me puse a su altura cuando estaba por llegar a mi y lo recibí con un fuerte abrazó —Por dios estás tan grande.

—Te extrañe mucho _____, ¿por que ya no vives en tu casa?

Estaba por contestar algo pero fui interrumpida por mi papá quien rápidamente me exigió el encargo, saqué el dinero de mí mochila y se lo entregué.

—¿Y lo demás que te pedí?

—Me fue imposible, la señora Raquel nunca salió de su habitación— Traté ocultar mi nerviosismo.

—Eres una estupida— Dijo molesto.

—¿Por qué Martín esta contigo?— Pregunté para cambiar de tema.

—Lo de siempre, su mamá fue detenida, pero al parecer en una semana saldrá— Encendió un cigarrillo —Vámonos mocoso— Se dió la vuelta para comenzar a caminar, Martin me miró con tristeza.

—¿Por qué no vienes con nosotros ____? Mi tío es muy malo— Mi corazón se estrujó, tomé la mano de Martin y traté de alcanzar a mi padre.

—Papá— Lo llamé para que se detuviera.

—¿Que?— Dijo de mala gana.

—Me iré con ustedes— Dije.

—¿Qué estas diciendo?

—Solo será esta semana, quiero cuidar de Martin, pero primero debo ir a casa de los Leyva a explicarles.

—Haz lo que quieras— Siguió con su trayecto.

Como podía ser así, ni si quiera su propio sobrino de tan solo siete años le importaba.

Martín tenía una vida similar a la mía, su mamá era igual que mi padre, supongo que era de familia ser así. Lo malo era que su mamá siempre iba a la carcel y nosotros nos teniamos que hacer cargo del pequeño, para mi y para mi mamá jamas fue una molestia, y no me imaginaba como lo habia tratado mi papá los dias que estuvo solo con él, estaría mejor conmigo allí.

•••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••

La Venganza | Freddy Leyva |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora