Capítulo 5 •Freddy Leyva•

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—¿Y bien, que te parece la casa?— Me preguntó el señor Leyva.

—Es linda, y mucho mejor que donde vivía— Respondí.

—Me alegra que te guste— Hice una mueca, el comportamiento del señor Leyva era completamente diferente al que tuvo ayer conmigo en su oficina —Si quieres puedes dejar aquí tu maleta, mandare a alguien para que la lleve a tu habitación.

—Prefiero llevarla yo— Respondí al instante, no quería arriesgarme a que alguien viera el arma que llevaba dentro de esta.

—Bien como quieras, ahora sígueme, te presentare a mi familia.

Camine detrás de él, mientras pensaba cuales eran sus intenciones al tratarme así. Y ahora que lo pensaba comenzaba a entender. Seguro tenía miedo de que dijera algo sobre la aventura que tuvo con mi madre, y la mejor manera de mantenerme callada sería teniéndome de su lado.

Era una gran manera de aprovecharme de él, ahora debía cumplir con lo que le pida, sino, hablaría.

Llegamos a una sala gigante, en donde vi sentadas a dos personas, la vista de ambos se poso en mi y me sentí un poco incomoda.

—Tu debes ser _____— Dijo la señora poniéndose de pie.

—Si— Dije apenas audible.

—Que gusto que estés aquí— Me dió un abrazo el cual no correspondí —Yo soy Raquel, esposa de Edward— Fingí una sonrisa mientras pensaba las ganas que tenia de darle una bofetada a esta señora.

—_____— Me llamo el señor Leyva —Este es mi adorado hijo, Freddy Leyva— Llevé mi vista hacía el joven que estaba parado a su lado, lucía igual de patético que su padre.

—Un placer conocerte _____— Me estiro su mano, lo pensé por unos momentos pero al final la acepte.

—Lo mismo digo— Sonreí, ahora ya sabía quien era mi víctima.

—Tu habitación está subiendo las escaleras, a la izquierda hasta el fondo— Me explicó la señora Raquel —Tal vez te gustaría ir a dejar tu maleta.

—Si— Di media vuelta para ir escaleras arriba.

Seguí las indicaciones que me habían dado y llegue a la que sería mi nueva habitación. Era igual de pequeña que la mía, pero mucho más bonita, solo que por la ventana entraba demasiada luz, pero ya me encargaría de poner unas cortinas más oscuras.

Puse mi maleta sobre la cama y la abrí, el arma seguía envuelta en el pañuelo, debía buscar un buen lugar para esconderla. Pero por el momento la puse bajo mi almohada, y comencé a sacar mi ropa para acomodarla en los cajones.

Escuché a alguien golpear la puerta de mi habitación, pedí que pasara sin tomarle mucha importancia, ya que seguía acomodando mi ropa.

—Hola— Me giré y pude ver al famoso Freddy Leyva, para mi mala suerte.

—Hola— Dije aún desde el suelo.

—¿Necesitas ayuda?

—No, yo puedo sola— Respondí.

Me puse de pie para tomar más ropa de la maleta, él me miraba un poco extrañado.

—¿Que pasa?— Pregunté.

—Nada, solo que tu ropa es..nada femenina, parecen camisas de mi primo— Comenzó a reír, pero yo no le encontraba gracia a su comentario.

—Si solo viniste a criticar mi manera de vestir, puedes irte— Dije de mala gana.

—Oye tranquila, solo era una broma— Me cruce de brazos —¿Sabes? Siempre quise tener una hermana, tal vez tu puedas ser como una— Fruncí el ceño y la que ahora comenzó a reír fui yo.

—Yo solo estoy aquí por necesidad, no porque haya querido venir a buscar una familia.

—Auch, eso dolió.

—¿A si? Pues te dolerá más cuando te rompa la cara si no te vas ya mismo de mi habitación— Me acerqué a él desafiante.

—Oye oye espera, ¿por que me hablas asi? Yo solo quería venir para conocerte mejor y poder ser.. no lo sé ¿amigos?

—Yo nunca seré amiga de un estupido niño rico como tu, asi que vete— Como quisiera sacar en este momento el arma y matarlo de una buena vez.

No dijo nada más solo se puso de pie y salió de mi habitación. Continúe con lo mío, era hora de buscar un lugar donde pudiera poner la foto de mi mamá. Creo que la pondría sobre mi mueble mientras le compraba un portarretrato.

Me dejé caer en la cama una vez que había terminado de instalarme, ahora solo quería dormir un rato, solo esperaba que no tuviera que empezar a trabajar hoy.

La puerta de mi cuarto fue abierta de golpe provocando que me sobresaltara, el idiota había vuelto.

—¿Ahora que quieres?— Dije molesta.

—Te traje algo de comer— Miré la bandeja de comida que llevaba en sus manos —Supuse que estabas hambrienta y por eso estabas de mal humor— Se sentó en la orilla de la cama y coloco la bandeja a un lado de mí.

—Yo estoy de mal humor siempre, pero la comida la aceptaré— Respondí y el rió.

—Entonces, _____ ¿cuantos años tienes?

—No te importa— Dije con mi boca llena de comida.

—¿Tienes novio?

—Deja de preguntarme cosas que no te pienso responder nada, estupido Leyva.

—Soy Freddy, Freddy Leyva— Aclaró.

—Si tú como sea que te llames ¿puedes irte?— Pedí.

—Un por favor por lo menos, ¿no crees?— Lo fulmine con la mirada —Bien, bien, me voy, tal vez mañana sea un mejor día para platicar— Se puso de pie.

—Lo dudo— Dije apenas audible mientras miraba como salía de mi habitación.

—Ouh una ultima cosa, deberías peinarte, asi nunca conseguirás novio— Dijo burlon.

—¡Largo!— Tomé una almohada y se la arrojé, para mi mala suerte alcanzo a cerrar la puerta y no le pude pegar, pero ya llegara el momento.

Ese tal Freddy Leyva sería una gran pesadilla para mi.

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La Venganza | Freddy Leyva |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora