SANGRE DE BRUJO

Nos encontraron...

Edahí fue a su casa a alertar a su madre. Corrió y deseó en ese momento haber sabido volar bien, necesitaba llegar a su casa cuanto antes. Lili le dijo que los vería en la iglesia del centro para irse. Necesitaban salir de inmediato.

—Mamá— gritó en cuanto entró a la casa. Respiraba con dificultad y se veía rojo por el esfuerzo.

Su madre salió de la cocina con un trapo en la mano. Sonreía hasta que vio la expresión de Edahí.

—Nos encontraron— dijo con dificultad.

Se miraron unos instantes y corrieron a la parte superior por sus cosas. No eran muchas ya que al huir de Erytinen tuvieron que viajar ligeros.

Edahí entró al cuarto de su hermana Violeta y guardó de inmediato lo que pudo.

—Vi— dijo mientras la movía. Sentía esa opresión en el pecho como cuando escaparon de México. Ese miedo a ser encontrado. Ese miedo a perder a su hermana, así como perdió a Im y a su padre.

Su hermana abrió los ojos y sonrió.

—Vamos Vi, tenemos que irnos. Ponte ropa cómoda y alístate para salir. Nos vamos en 10 minutos.

La expresión de su hermana cambió de inmediato.

—¿Nos encontraron?— dijo con miedo en la voz.

Edahí sólo asintió y salió del cuarto. Podía sentir las lágrimas calientes en sus ojos. No lloraría, necesitaba ser fuerte por ellas. Su familia era su responsabilidad ahora.

Guardó las pocas cosas que tenía y bajó las escaleras corriendo. Cuando bajó vio a su madre y a un sangre de vampiro. Tenía los colmillos llenos de sangre y tenía a su madre agarrada del cuello.

Edahí se detuvo de inmediato y vio la mirada horrorizada de su madre. Trató de acercarse, pero el vampiro acercó sus colmillos al cuello de la mujer.

—Suéltala— dijo Edahí creando una chispa en sus manos.

El vampiro rio lo volteó a ver.

—Así que eres el famoso Edahí Apraiz— dijo sonriendo. — Mi padre estará orgulloso cuando se entere que por fin eliminé a los impuros sangre de dragón.

—Tendrás que matarme primero— dijo Edahí desafiante.

—Qué linda es tu madre— dijo sonriendo e ignorando el comentario de Edahí— sabes lo que el veneno de vampiro le hace los humanos ¿no? Pobres impuros, metiéndose con humanos y aquí el resultado. Sólo los hace más débiles.

Edahí volteó hacia las escaleras y vio a su hermana bajando, negó con la cabeza aprovechando que el vampiro estaba distraído con su discurso. Ella asintió y subió las escaleras.

—No somos más débiles que ustedes, simplemente nuestra sangre es más fuerte para prevalecer. En cambio, ustedes tienen que conseguirse a otro de su misma sangre para poder reproducirse. ¿Qué harán cuando sólo quede una familia? No creo que quieras meterte con tu hermana— dijo Edahí para provocarlo.

Edahí sabía que lo provocaría. Los que se hacían llamar puros era porque necesariamente debían tener hijos con alguien de su especie o los poderes no se pasaban, en comparación de los impuros que podían relacionarse con humanos y el poder se heredaba. Por eso era tan difícil eliminar a una especie de impuros y sin embargo lo había logrado con los brujos. O al menos eso creía.

—Acostarte con tu hermana los mataría y lo sabes— se burló Edahí. Necesitaba provocarlo para que lo atacara a él y olvidara a su madre.

Finalmente, el chico empujó a la mujer hacia la mesa con la cual se golpeó y cayó inconsciente, y se abalanzó contra Edahí. El chico le tiró una bola de fuego que le dio en el pecho. El vampiro retrocedió, pero sólo por un momento.

Atacó a Edahí de nuevo y le enterró sus uñas en el brazo. Trató de morderlo, pero Edahí fue más rápido y lo esquivó. Lo golpeó con el puño hirviendo y dejó una quemadura en la cara del chico vampiro. El chico gritó y cayó al suelo, pero cuando Edahí disparó su fuego el chico voló y empujó a Edahí a las escaleras.

Edahí se golpeó la cabeza con el escalón y quedó aturdido por un momento. El vampiro aprovechó esa oportunidad para sostenerlo con las uñas de las manos clavadas en el pecho de Edahí.

—Ahora sí Edahí, por fin dejarán de manchar el planeta con su sucia existencia. Adiós, dragón. — Dijo antes de arremeter contra su cuello.