El veneno

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Dante las estuvo observando desde el umbral de la puerta. El chico había sido fuerte por su hermana y por su madre, pero en cuanto estuviera en soledad sabía que se desmoronaría.

No soportaba verlas así; rotas, en pedazos. Así que decidió salir a dar un paseo para despejar su mente. Necesitaba caminar, necesitaba salir de ese aire que sentía que lo asfixiaba.

Salió al bosque, corrió hasta que llegó al borde y no pudo más, toda la ira que tenía dentro de él comenzó a salir. Arrancó árboles de la tierra y los arrojó hacia el acantilado cerca de donde se encontraba. Los árboles caían y crujían con un eco hueco al hacer impacto con las rocas que yacían debajo.

-¿Por qué ella? ¿Qué quieren? -gritó Dante rojo de la furia que estaba dentro de él. Sin darse cuenta comenzó a elevarse en el aire, cuando volteó ya se encontraba varios metros por arriba del pasto.

Entonces comenzó a llorar y cayó precipitadamente al lugar donde hacía unos minutos estaba parado. Lloró y lloró así como lo había hecho Alba, sólo que ahora en su soledad. Su tía merecía un mejor final, no ser asesinada. No tenía que morir tan joven.

Lloro de impotencia, de enojo, de tristeza y sobre todo lloro por no haber podido hacer nada.

De regreso a casa sintió la presencia de alguien detrás de él. Podía sentir la energía alrededor de esa persona, así que cuando dio vuelta en la calle se detuvo y se agachó.

Agarró del cuello a una persona con capa negra justo en el momento en que dio vuelta en la esquina. La capa ocultaba su rostro, pero Dante se encargó de descubrirlo.

-¿Edahí?- preguntó Dante confundido.- ¿Qué demonios haces aquí?

-Yo sólo...- trató de decir, pero Dante estaba sosteniéndolo muy fuerte. Una chispa surgió de la mano de Edahí y Dante lo soltó de inmediato.

-Lo siento- dijeron ambos al mismo tiempo. Aunque Edahí trataba de jalar aire con mucho esfuerzo.

-¿Qué diantres hacías siguiéndome?- preguntó Dante enojado.- Te pude haber hecho algo.

-Yo no te estaba siguiendo- dijo el chico con mucho esfuerzo.- Alba me contó lo de su tía, yo venía a verlos y a ver cómo estaban.

-Estamos bien. Es mejor que te vayas- dijo Dante con un tono no muy amable. Tenía los ojos rojos de haber estado llorando y se sentía sin fuerza.

Dante comenzó a caminar cuando sintió un golpe en la cabeza. Cayó al suelo y vio todo borroso. Entonces sintió una mordida en el brazo. Vio una sombra a su lado y era un chico no mucho mayor que él el que lo estaba mordiendo. Notó algo extraño, sentía algo parecido a lo que sintió cuando vio a Edahí por primera vez.

Un golpe arrancó al chico que lo estaba mordiendo. Vio a Edahí con chispas en las manos y su cara se veía algo siniestra.

-¿Estás bien?- preguntó Edahí. Le tendió la mano a Dante y lo ayudó a ponerse de pie.

En cuanto Dante se puso de pie pudo ver al chico que lo había mordido hacía unos instantes.

-Son los vampiros- dijo Edahí agachándose hacia donde estaba el chico inconsciente y lo examinó de cerca. - No entiendo cómo me encontraron.

Dante trató de decir algo pero un fuerte mareo lo sobrepasó y se tuvo que agarrar de la barda para no caerse.

-Dante, la mordida de los vampiros es venenosa. Tenemos que ir con tu mamá rápido.

SANGRE DE BRUJODonde viven las historias. Descúbrelo ahora