Los que perdemos no se van

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-¡No!- gritó Alba, dos personas a las que amaba morían en sus brazos ese día. No lo iba a permitir. - no me puedes dejar. No lo harás Edahí Apraiz.

Puso las manos sobre la herida de Edahí y justo cuando sus ojos se volvieron completamente rojos comenzó a conjurar:

"Morbus tollit fata refert quid amisi refundens"

No pudo salvar a su madre, pero no perdería a Edahí, todavía quedaba un poco de vida en él para salvarlo.

-¿Qué hace?- le susurró Violeta a Dante.

-Un hechizo de curación- contestó Dante triste, nunca les había salido un hechizo de curación con otra persona que no fueran ellos mismos. Pero tenían que intentar, esa noche habían perdido a su madre, no quería que Alba perdiera a alguien más.

Dante se acercó a Edahí del otro lado a donde estaba Alba, juntó las manos con su hermana y comenzó a decir las mismas palabras que ella.

"Morbus tollit fata refert quid amisi refundens" repetían una y otra vez con los ojos cerrados.

Pocos habían notado lo que los hermanos brujos estaban haciendo, ya que la mayoría estaban ocupados encerrando en las celdas a los que estaban inconscientes y otros tratando de curar a los heridos.

De pronto la herida de Edahí comenzó a brillar, justo como Dante y Alba lo habían hecho el día de su cumpleaños. Alba y Dante abrieron los ojos al mismo tiempo y de pronto Alba sintió en su mano la presión de la mano de Edahí, volteó a verlo y éste estaba respirando otra vez con normalidad. La herida estaba cerrando y Edahí poco a poco comenzó a abrir los ojos.

Alba inmediatamente lo abrazó al mismo tiempo que Violeta comenzó a llorar de felicidad.

-Estás herida- dijo Edahí con la voz ronca unos minutos después, separándose un poco de Alba.

-Edahí, te acabas de morir frente a mis ojos-dijo Alba riéndose y llorando al mismo tiempo-. Nunca me dejes. Soy más fuerte gracias a ti.

-No Alba, siempre has sido fuerte, sólo hacía falta que alguien te lo recordara.

Alba sonrió y lágrimas inundaron su rostro, era una mezcla de felicidad, alivio y tristeza por todo lo ocurrido en la última hora. Edahí se incorporó un poco, acercó a Alba a su boca y los dos se besaron, con sabor a sangre y lágrimas, pero también con sabor a esperanza y a un futuro que creyeron perdido.

Alba de pronto comenzó a sentirse débil, las emociones y el uso de su poder ese día la habían agotado. Su visión comenzó a tornarse borrosa.

-Edahí...- dijo justo antes de que todo se volviera obscuro.

Cuando los sangre de unicornio llegaron inmediatamente comenzaron a curar gente, Dante trató de curar a su hermana tan pronto como ésta perdió la consciencia, pero estaba demasiado débil y había perdido mucha sangre, así que tuvo que esperar a que una chica llegara para curarlos a todos. Se los llevaron al refugio donde Alana esperaba. Violeta se había ido de ahí tan pronto habían llegado al refugio, por lo que se quedó sola.

En cuanto vio a Dante caminar hacia el refugio corrió hacia él, estaba lleno de sangre y con la ropa rota, pero no le importaba, estaba vivo y eso era todo lo que necesitaba.

Dante la recibió con un abrazo y la besó, aunque se sentía todavía algo débil, necesitaba sentir a Alana cerca de él, porque si no lo hacía, creería que todo estaba siendo un sueño, ella era la púnica que lo mantenía conectado a la realidad.

Se quedaron así por lo que parecieron horas, hasta que Dante sintió demasiado cansancio y se separó de Alana.

-Mamá murió- dijo Dante desplomándose sobre una roca que estaba afuera del refugio, adentro todo era un caos, unicornios curando gente, muchas personas ayudando, gritando, transportando más gente herida. Dante no era de mucha ayuda, por lo que decidió que era mejor quedarse afuera, su hermana ya había sido curada y estaba dormida en una de las camillas, Edahí la estaba cuidando.

-Lo siento mucho Dante- dijo sentándose junto a él. Lo abrazó y Dante comenzó a llorar silenciosamente, necesitaba sacarlo todo, se sentía inútil, había visto a su mamá morir frente a sus ojos, y no pude hacer nada. Ahora se cuestionaba si le había dicho lo suficiente cuanto la quería, cuanto la necesitaba y cuanto le dolía que todo hubiera pasado así.

-Me gustaría que las cosas hubieran sido diferentes -dijo Dante entre sollozos.

-Dante, ustedes le dieron a su madre toda la alegría que un hijo le puede dar a una madre, siempre lo he sabido, su madre los amaba tanto que daría la vida por ustedes.

-Me gustaría que no la hubiera dado tan pronto- dijo Dante con una sonrisa triste.

-Las perdidas duelen Dante- dijo Alana entrelazando sus dedos con los de él-. Pero, el dolor eventualmente se irá, porque los recuerdos de aquellos que perdemos nunca se van, siempre se quedan aquí- dijo señalando su cabeza- pero, sobre todo, aquí—dijo señalando su corazón.

Dante le sonrió, la besó y cuando se separaron Alana recargó su cabeza en el hombro de Dante, porque Alana tenía razón, su madre siempre estaría con ellos. Hasta el final.

SANGRE DE BRUJODonde viven las historias. Descúbrelo ahora