Especial

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P.V. PAULA

Londres... qué bonito es Londres... pero más bonito es de noche, paseando con el hombre al que amo, a orillas de Támesis, sin ningún solo ruido, sin ningún solo peatón, los dos solos. Nos paramos bajo la luz de una farola, y se inclina para besarme, mi príncipe... Es como un sueño... Móvil... Móvil sonando... Atronadora musiquita predeterminada del iPhone... No es el mío... Jolin... Era un sueño.

-Álvaro el móvil... -mi voz era una mezcla de gruñido y gemido de somnolencia.

-Álvaro: no sé dónde está... -como todas las noches, tenía la cara oculta en mi nuca, y me abrazaba por la cintura sin dejarme apenas libertad de movimiento.

-En la mesilla... O en tus pantalones... Bah ya voy yo -me levanté y lo vi, encima de la cómoda... ¿Cuándo dejaría este hombre las cosas ahí encima? Lo cogí, y vi el identificador de llamada- Más te vale tener una razón de peso para llamar un sábado a las cuatro de la mañana porque sino te juro que te detengo, y tengo autoridad para ello.

-Blas: mejor al móvil que al telefonillo ¿No crees? O mejor también que entrar por la puerta de vuestra casa y pillaros haciendo cualquier cosa... ¿Me abres?

-¿Estás de broma? -me asomé a la terraza del salón, a pesar del frío que hacía, y le vi abajo, apoyado en el capó del coche- yo te mato Blas.

-Blas: ábreme por favor... No aguantaba más en casa -me fui al telefonillo y le abrí la puerta, y mientras él subía yo fui a despertar a Álvaro, y a preparar café... Desde hacía dos semanas que Noelia le dijo que necesitaba tiempo, o no sé qué rollos, era la cuarta vez que se presentaba en casa de madrugada, y desde que entraba por la puerta ya era seguro que no volveríamos a dormir.

-Álvaro: recuérdame que nos mudemos, y que cambie de número -el pobre se iba dando de golpes con todo lo que se le ponía delante. Abrió la puerta, y un Blas despierto y claramente sin falta de sueño, entró hasta la cocina.

-Blas: buenos días, aquí tenéis el desayuno, para que luego digáis que no os quiero... -había traído churros... ¿Qué puesto de churros está abierto a las cuatro de la mañana?- Pero ¿Y esas caras?

-Álvaro: ¿En serio tío? ¿Te atreves a hacernos esa pregunta?

-Blas: menudos humos, el estar cerca de los 30 te está afectando ya -Álvaro se quedó blanco... El pobre había cogido un trauma cuando cumplió los 29 y se puso a pensar que los siguientes eran los 30...

-No le hagas caso, con 20 o con 30 sigues siendo un amor -le di un beso, y les mandé a sentarse en la mesa de la cocina, donde les dejé dos cafés, y yo por falta de sitio, me senté en la encimera -y bien, cuéntanos... somos los psicólogos 24 horas.

-Álvaro: qué remedio... -estaba bostezando, y no podía ni abrir los ojos.

-Blas: ¿No puedo venir a ver a mis amigos sin tener motivo aparente?

-Lo de detenerte no va de broma, tengo las esposas en el bolso, así que no te vayas por las nubes.

-Blas: a saber qué haréis los dos con esposas...

-Álvaro: buf ni te lo imaginas... -estaba quedándose dormido apoyado en su brazo, y así podía decir hasta el pin de la tarjeta de débito.

-¡Álvaro!

-Álvaro: sí sí, es una historia muy triste, entendemos que estés así -bebió un sorbo del café y se nos quedó mirando- ¿He dicho algo?

-Blas: por suerte no, pero a lo que iba... He estado en la puerta de su casa.

-Álvaro: ¿Otra vez? Como se de cuenta te va a denunciar por acoso, y nadie va a poder sacarte de tal lío, ni siquiera Paula.

-Blas: y qué quieres que haga... No puedo dejar de pensar en ella, encima mi casa parece que guarda su olor.

3- Begin againDonde viven las historias. Descúbrelo ahora