5- Cervezas, margaritas y rosas

1.1K 55 10
                                    

Durante toda la semana tuve a unos u otros ayudándome, tanto a pintar y limpiar como a montar y trasladar muebles. Pero de todos esos días, me quedo con el miércoles.

Miércoles de montaditos. Ese día nos quedamos solo Blas y yo terminando de montar las estanterías del salón, así que cuando terminamos le invité a unas cervezas.

Estuvimos hablando de cómo nos había ido en todo este tiempo, sin meternos en temas sentimentales ni nada de eso. Risas por aquí, cervezas por allá, chistes por allí... Como amigos que hacía mucho que no se veían. Olvidando lo que una vez fuimos.

Blas: si vas a casa de tus padres te llevo. No me importa.- se ofreció al salir del local.

-pues me haces un favor, porque estoy ya matada de tanto viaje en metro...a ver si ya me dan el coche

Blas: nada hombre. He aparcado en tu calle.

-perfecto, porque tengo que subir a por una cosa que me he olvidado y de paso a hacer pipi...-dije rompiendo a reír y contagiándole a él también

Blas: creo que yo te seguiré...tantas cervezas tienen sus efectos...

Subimos, pasé yo primero al baño y luego él mientras yo recogía unos papeles que había dejado por allí. No sé cómo pero al salir él del baño justo pasaba yo por la puerta, y como si de una película se tratase nos chocamos, los papeles se me cayeron, nos agachamos a recogerlos y al levantarnos la escena de hacia unos días se volvió a repetir. Pero esta vez sí terminaba en beso. Volver a sentir sus labios hizo que un escalofrío recorriera toda mi columna, que me devolviera al pasado. Los papeles se volvieron a caer, pero esta vez me daba igual.

El beso fue subiendo de temperatura hasta que terminamos uniéndonos en uno solo, como tantas otras veces había ocurrido en el pasado.

Aún no tenia cama pero me había llevado un colchón hinchable, que hacía dos años habían comprado mis padres, por si se me hacia tarde algún día y me quedaba allí a dormir. Y menos mal. Porque ese día no fui a dormir.

A la mañana siguiente, cuando el despertador sonó y me desperté sentí su brazo alrededor de mi cintura, y con sumo cuidado, sin despertarle me levanté. Me preparé para irme a trabajar y le dejé una nota en la mesilla junto a su móvil diciéndole que se me hacia tarde y que no quería despertarle. Le dejé las llaves y le pedí que cuando se fuera las dejara en el buzón (yo me quedé con la llave para luego abrirlo)

Había amanecido con una energía y una alegría inmensa. Hacía demasiado tiempo que no me sentía tan bien, tan feliz. En el trayecto en autobús solo podía pensar en lo que había pasado entre esas cuatro paredes que forman mi habitación, en qué estaría haciendo él ahora, en lo agradable que es levantarse a su lado, en lo mágico que sería hacerlo cada día a su lado desde hoy,...

Pero duró poco. Justo el tiempo que tardé en entrar en la sala de profesores y encontrarme a Mario con un ramo de flores.

Mario: bueno días, princesa!

-buenos días...-le saludé extrañada

Mario: para ti- dijo ofreciéndome el ramo- son margaritas

-gracias. Son preciosas- mentí. No me gustan las margaritas amarillas, si fueran blancas...todavía, pero amarillas?- y... a qué viene?

Mario: hoy hace 3 años que nos conocemos. Un día como hoy entraste de prácticas aquí. El mejor día de mi vida, sin duda.

-gracias. Lo siento, tengo que ir a buscar a los niños. Luego hablamos.- dije mientras abría la puerta y me iba. Dejando allí las flores.

Por qué tenía que pasarme esto a mí? Justo hoy... Eso me pasa por jugar a dos bandas. Tengo que decidirme por uno. Con Blas aún no he hablado...quizá solo haya sido un polvo y ya. Bueno, céntrate ahora en el trabajo que por ahí viene una madre.

3- Begin againDonde viven las historias. Descúbrelo ahora