Solo una noche más

3.4K 190 13
                                    

En estos últimos casi dos años, habían hablado sí, pero nunca se habían visto a pesar de que Dani y él seguían compartiendo casa en Almería, y volver a verse se había vuelto excitante.

Entraron en la casa, y mientras Diego y Adrián hablaban María se recorría la casa con nostalgia. Con sus dedos acariciaba las paredes, el sofá, la mesa... poco había cambiado y verse ahí de nuevo la catapultó a aquel verano con aquellos tres hombres y sin darse cuento se humedeció. Se giró para verlos. Ahí estaban ellos dos, mirándola, sonriendo. Le faltaba Dani. Caminó hasta la que fue su habitación. Seguía igual. No había cambiado nada. Dentro se sentó en la cama mientras con la cabeza lo miraba lo miraba todo. Diego apoyado en el umbral de la puerta la miraba.

- No te voy a negar que en estos dos años han pasado alguna que otra chica por aquí, pero jamás hemos dejado que nadie se instale en esta habitación, está es tuya - María le miró. Y sin saber porqué se sintió bien. Le sonrió y Diego le devolvió la sonrisa enseñándole esos bonitos y blancos dientes.

Diego había ganado músculo y el pelo le había crecido y estaba más moreno y María no paraba de mirarlo mientras se mordía el labio. Adrián que se había dado cuenta se acercó.

- Si sigues mirándole así lo vas a gastar - Le dijo con sorna. María se puso roja y miró a Adrián.

- Vaya, no me había dado cuenta. Lo siento.

- No lo sientas ojazos - Diego estaba preparando unos mojitos en la barra del bar del jardín, María sentada junto a la piscina con los pies metido y Adrián tras decirle esto último se había ido junto a Diego. María les miraba. Hablaban y se reían.

Estando así varios sentimientos le vinieron al cuerpo. Se sentía bien por una parte, volvía a sentir esas cosquillas en la barriga y en la entrepierna que llevaba tiempo sin sentir, y no es que no quisiera a Nacho, que jolin, parecía que así fuera con todos los últimos acontecimientos. Amaba a Nacho mucho, pero siempre le había cómo faltado algo, aunque siempre sabía que si algún día se alejaba de él, volvería... era como si no pudiera elegir, como ponerle a un niño sus dos platos preferidos encima de la mesa. Pero estar ahí la hacía sentir de una manera diferente, llena. Aunque le dolía en el alma no saber nada de Nacho, haberlo dejado así por teléfono, no poder estar abrazándolo tras haberle dicho lo de las niñas, no poder estar ahí con él, acurrucarse en su pecho mientras él le acariciase el pelo y le dijera que siempre la iba a proteger. Su Nacho, al fin y al cabo, eran parte el uno del otro desde siempre. Él siempre había estado ahí. Sus cumpleaños, sus amores, sus desamores, sus peleas con sus amigas, cada salida, cada grito, cada sonrisa, Nacho había estado ahí... Pero a la vez Nacho le había hecho más daño del que nadie jamás le había hecho. No una, si no dos veces se había acostado con Julia, bueno, esta segunda vez no, pero casi y eso para ella contaba. ¿Acaso tu no has hecho lo mismo María? No es lo mismo. Se dijo. Pero en el fondo sabía que si lo era. Pero Nacho le juró que solo la necesitaba a ella, en cambio ella siempre fue clara, que ella no sabía si en cuanto a sexo iba a necesitar más, con lo que él mintió. Suspiró... que difícil era hacerse mayor.

Diego se acercó con un mojito en la mano y se sentó junto a ella, Adrián que sabía que debían ponerse al día se metió en la casa para darles un poco de espacio y se fue a la que siempre había sido su habitación y se echó un rato en la cama a pensar.

María dio un sorbo al mojito y luego miró a Diego sonriendo mientras le decía lo buenos que estaban y lo mucho que había echado de menos sus mojitos. Estuvieron hablando un rato, María le contó todo y aunque Diego sabía todo sobre la vida de María, se hizo el sorprendido en todo.

Sobre las 3 de la mañana los demás llegaban a Barcelona. Pablo y Lorena dejaban a Julia en casa de su madre, mientras que Rubén se iba a la casa que compartían sentenciando que pensaba recoger todas las cosas para que cuando Julia volviera él no estar ahí. Ella le había suplicado que le diera unos días para que Nil se adaptara pero él no quiso. Nacho se lo miró de lejos y los demás tampoco quisieron meterse ninguno. Pensaron que estaban cansados por el viaje y que mañana lo verían todo de distinta forma, que hablarían y que se arreglarían. Pablo y Lorena llegaron a casa agotados, dejaron las maletas en el pasillo y se metieron en la cama directos. Sin apenas hablar ni tocarse. Cada a uno a su lado y a dormir. Y no porque no tuvieran ganas, ni porque estuvieran enfadados, solo estaban cansado de un largo viaje. Dani y Dunia dejaron a Nacho en casa de él y de María después de haber dejado a Rubén en casa. Nacho antes de bajarse del coche le hizo prometer a Dani que si María le llamaba que por favor se pusiera en contacto con él, pero él le dijo que no le podía prometer eso, que si María lo hacía y le decía que no quería que lo hiciera, él no lo haría. A Nacho le dio rabia, pero en el fondo le gustó saber que María estaba rodeada de gente que velaba tanto por ella. Cerró la puerta del coche y entró en su casa. El olor a María le inundó las fosas nasales hasta penetrar el cerebro. Vuelve pronto por favor. Dijo en voz alta pensando en ella. Dani y Dunia llegaron a casa 15 minutos después. Dani se metió en la ducha y ella con él. Follaron. Estaban cansados pero eso no les impidió follar. Dunia había notado más fogoso a Dani en los últimos días y le preguntó a qué se debía. Se debía a que se había acostado con María, que la había vuelto a sentir y María le hacía sentir así. Se debía a que había estado compartiendo a una mujer y eso le hacía sentir así, pero eso no se lo podía decir. No de momento, claro. Mañana sería otro día.

En la vida de María - Trilogía María parte 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora