Rota

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18 de Agosto

Hoy María cumple 25 años pero ya no es feliz. La vida le ha arrebatado lo que más quería y el dolor que siente se le clava en el pecho con cada respiración. Duele. Duele pensar. Duele imaginar cada paso de su vida sin ellas. Duele cada recuerdo de los últimos años. Y duele aún más cada "y si..." Todo aquello que podría haber hecho para que esto no hubiera pasado. ¿Y si no se hubiera ido aquella noche con Adrián? ¿Si no se hubiera empeñado en salir corriendo? ¿Si hubiera afrontado las cosas de otra forma? ¿Si siguiera con Nacho?

No quiso ir a otro lado que no fuera su casa. Suya y de Nacho, aunque él no dormía con ella. Antes de que ella llegara vaciaron la habitación de las niñas. Recrearon la misma habitación, idéntica en casa de Gloria, para que ella tuviera un refugio, un recuerdo, pero no hasta que se recuperara. Así que Nacho se montó su habitación ahí. María cuando llegó a casa y lo vio no dijo nada. La verdad es que no hablaba apenas, más que algún simple sí, o un mísero no a alguna pregunta. No comía. A penas bebía y solo se levantaba de la cama para ir al baño. Dani le suministraba los calmantes con inyecciones cada 4 horas y había enseñado a los demás a hacerlo también. Un pinchazo en el culo bastaría y cuando él viniera se lo haría por la vía que aún llevaba puesta.

Nadie le trajo tampoco regalo de cumpleaños. Tampoco nadie tenía ganas de celebraciones. A todos les dolía. Sabían que a María más, pero todos sufrían. Mucho.

Septiembre

María había perdido 4 kilos de peso. No salía de la habitación. Solo lloraba y dormía. No hablaba. Seguía sin a penas comer y el poco rato que estaba despierta se quedaba mirando un punto fijo y a penas respondía a estímulos. Dani la iba vigilando y ya iba avisando que al final deberían meterle comida a la fuerza por vena. Que así no podía seguir. Al principio casi siempre era Nacho quien se quedaba con ella por las noches, menos cuando tenía turno de noche, entonces alguien se quedaba con María se sentaban junto a ella y le hablaba o le leía. A veces ponían la televisión. Pero María nunca decía nada. Gloría al principio cuando ella se quedaba se quedaba callada, luego ya cansada empezó a contarle sus chismes, pero María nunca daba ninguna respuesta, ningún estímulo. Pablo siempre se tumbaba con ella, le cogía la mano, le acariciaba el pelo o incluso le contaba cuentos de cuando ella era pequeña, pero nada. Nacho algunas veces también se metía en la cama con ella, esperaba a que se durmiera y luego se iba a la otra habitación y se hinchaba a llorar abrazado a una foto en la que salían María junto a Mía y Leah. Sergio que ya se había tenido que volver a Miami la llamaba cada noche pero ella nunca se ponía. Pero él no perdía la esperanza y lo seguía haciendo todos y cada uno de los días. Dani la evaluaba. Se llevaba todo su material médico y la miraba de arriba abajo. Que si la tensión, las palpitaciones, incluso le había sacado sangre un par de veces.

- Tienes que comer - María ni le miraba - Se que duele-Tú que vas a saber, pensó María - Pero así no vas a conseguir que deje de doler.

Con el paso de los días Nacho empezó a tener cada vez más turnos de noche y a pasar menos tiempo en casa. A finales de septiembre Dani apareció con todo el material para meterle a María alimento por vena y a pesar de lo que esperaban no puso impedimento. Ella se sentía débil. En realidad no es que no quisiera comer, es que no podía. Se le había cerrado el estómago. Dos días después María empezó a recuperar un poco de color y tenía mejor aspecto.

Octubre

Nacho tenía turno de noche y Dani se quedó con María esa noche así aprovecharía para quitarle la vía ya que parecía que había mejorado. A demás esa mañana se había bebido el zumo que su madre le había preparado y lo había tolerado bien. María se sentía con más fuerzas en lo físicamente hablando. Dani le quitó la vía a María y le preparó una sopa. También le habían quitado ya la escayola del brazo y ya empezaba a tener más movilidad con la rehabilitación que Dani y los demás le iban haciendo con el pequeño cursillo que Dani les había dado. Todo parecía ir viento en popa. María se tomó la sopa sin decir nada, luego dejó el plato en la mesita y volvió a tumbarse en la cama. Se quedó mirando al techo y decidió que era momento de ducharse. Llevaba días sin hacerlo. Las pocas veces que se había duchado era porque alguna de las chicas la habían arrastrado a la ducha casi obligándola y Dani cuando vio que lo hacía aprovechó y cambió las sábanas de la cama y aireó la habitación un poco. María estaba en la ducha. Se sentía extraña. Sentía su cuerpo dormido. Había llorado tanto que se sentía vacía, seca, rota, pequeñita,.. quiso gritar pero no le salió y entonces todo empezó a darle vueltas. Intentó recordar algo de sus hijas. Intentó pensar en algo feliz de ellas pero se dio cuenta que no sentía nada. Me he roto. Pensó. Estoy rota. Se asustó. Se agarró a las paredes de la ducha y llamó a Dani entre gritos.

En la vida de María - Trilogía María parte 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora