Londres, 10 de Abril de 1800

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¿Por qué el marqués de Kent visita con tanta frecuencia la mansión de Layes? Hasta mis oídos ha llegado la novedad de que el joven marqués ha visitado a diario a cierta señorita recién llegada a Londres. No sería ninguna novedad, aunque ¿será cierto que Ian Cavendish y Christine Kensington se conocieron meses antes que ella llegara a la ciudad? Bastante raro a decir verdad.
                                         Lady Sparrow

Almerind leyó el diario tres veces hasta entender todo lo que decía, eso le traía el recuerdo de lo que Ian le había dicho, había conocido a Christine en otras “circunstancias”, los días que habían pasado desde su conversación lo había olvidado, se había centrado en el tema principal que era su posible matrimonio. Pero desde entonces habían pasado quince días y no había oído rumores aún de un compromiso, sólo de visitas, eso la tranquilizaba en algo, aunque saber que veía a Christine casi a diario no la complacía. Por su parte ella había evitado al máximo cualquier reunión social, temía encontrarse con él, y aún no estaba en condiciones de hacerlo, además se vio en la obligación de contarle a Bright todo lo que había ocurrido, su escapada a media noche y la conversación con él, Bright estaba furioso, quería enfrentarlo y revelar la porquería de hombre que era el marqués al hacerle eso a su hermana y de esa forma destruir cualquier posibilidad de matrimonio con la hija del marqués de Layes, pero no podía hacer eso sin arrastrar la imagen de su hermana con él.
Bright había consentido en que su hermana no asistiera a los eventos sociales, la compadecía tanto, pero ya no soportaría eso mucho tiempo más y se lo había dejado claro. “Un Hastings enfrenta la realidad” le había dicho, y tenía razón, debía ser fiel al lema familiar, pero dejaría pasar unos días más, o tal vez asistiera a la reunión de té que la madre de la prometida de Joseph había organizado.
Bianca, su futura cuñada, no era para nada de su agrado pero habrían varias señoritas más ahí, irían sus cuñadas y su hermana Emily, y algunas de sus amigas, sería una buena forma de entrar de nuevo en el círculo. Y quizá luego asistiera al gran baile de máscaras que organizaba su hermano Quin, bueno, un quizá no era la palabra, tendría que asistir.
Vio cómo su criada entraba al salón para preguntarle si deseaba bañarse con agua tibia.
- De ninguna forma, Camille. El calor es infernal. Sólo prepara mi baño, y agrégale alguna esencia fuerte –la muchacha salió tranquilamente, su señora al fin se veía algo más decidida que durante los últimos días
Estar en la tina era algo que la relajaba a sobremanera, pero entre todas sus preocupaciones había una que la aguijoneaba constantemente, ¿dónde Ian la había conocido?
- Camille, por alguna razón, ¿tú sabes dónde el Marqués de Kent conoció a la señorita Kensington? –su criada la miró sorprendida, aunque ella sabía que la señora pensaba en el marqués a toda hora, no había hablado de él en varios días
- No tengo la más mínima idea, señorita –respondió con sinceridad
- ¿Dónde crees que pudo haberla conocido? –requirió mientras se jabonaba, trataba de parecer despreocupada pero ella sabía que no era así- ¿tú amiga te ha dicho algo?
- He visto a Molly, pero no me ha dicho nada. ¡Ah! –dijo como si recordara algo de repente- Recuerdo que un día dijo que le había oído decir al mayordomo que el señor había estado en el campo, pero luego le escuchó decir que estuvo en Francia, entonces no sabía qué pensar.
- ¿El campo o Francia? Mmm pero Christine Kensington ha estado en los dos lugares, eso no me dice mucho ¿Algo más?
- Bueno… -Camille no quería decir lo siguiente, seguramente era sólo una coincidencia- El marqués llegó el mismo día que la señorita Kensington a Londres –Almerind se sentó de un respingo en la tina
- ¿El mismo día?
- Eso me temo, señora
- ¿En el mismo carruaje? –preguntó asustada, si habían viajado juntos no quería pensar en lo que habría ocurrido. Pero él le había dicho que había tenido pocas oportunidades de hablar con ella, mucho menos de tocarla, además ella parecía que tampoco lo conocía mucho
- ¡Oh no, milady! Él marqués llegó en su propio carruaje, el señor Jack Jones venía con él, además Tim y Alfred fueron sus lacayos, y si la señorita Kensington hubiera viajado con ellos, créame que todos lo sabrían
Almerind respiró aliviada, quizá fuera sólo una coincidencia o quizá él sí sabía cuando ella tenía planeada su llegada a Londres y por eso viajó en la misma fecha, de todos modos, era algo que tenía que averiguar bien.


El Amor De Una LadyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora