Londres, 27 de Marzo de 1800

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Las calles de Londres durante la noche se convertían en un lugar con borrachos y mujeres ofreciendo sus servicios, así como pequeños pilluelos que correteaban escondidos atentos a la oportunidad de pedir dinero, todo eso intimidaría a cualquier dama, pero ella estaba decidida a enfrentar a Ian. Durante todo el día no había podido salir de su casa, además no tenía la excusa para hacerlo.

Caminó sigilosamente vestida con una larga capa oscura con el rostro cubierto, había algunos eventos sociales, se notaba cuando pasaba frente a las casas grandiosamente iluminadas, mientras los grandes personajes de la ciudad estaban bebiendo brandy tranquilamente, la otra parte de la ciudad estaba en la calle. Un par de enamorados pasaron tranquilamente a su lado, quiso saber quiénes eran, pero eso suponía un riesgo, y que la descubrieran a media noche caminando en dirección a la casa del marqués era lo que menos quería. Ese mismo día, la columna de Lady Sparrow se había transformado en una página completa y había narrado a detalle limpio lo que la hija de Lady Smith había hecho mientras sus padres estaban en el picnic, una visita de cierto joven a la casa no había pasado desapercibida para la mujer. Almerind no entendía cómo la tal Lady Sparrow sabía tanto, suponía que debía ser alguien de la alta sociedad porque conocía todos los detalles de los eventos a los que solo asistía la aristocracia, había relatado en detalle la conmoción que habían causado el marqués y la señorita Kensington, pero de todos modos sabía lo que en esos mismos momentos sucedía en la casa de los Smith. Debía tener muy buenos informantes, definitivamente la capa no estaba de más.

Apenas llegó a la casa supo que entrar sería toda una aventura, las veces en que anteriormente tenía los encuentros íntimos con Ian, él se encargaba que uno de sus sirvientes de confianza la dejara entrar, pero ahora no había nada de eso, tendría que apañárselas sola.

No estaba segura para nada que Ian se encontrara en la casa, últimamente estaba asistiendo a todos los eventos sociales en los que Christine Kensington aparecía, de verdad debía gustarle. En la casa no había ninguna luz en sus ventanas principales, pero sabía que por ahí no podría entrar, tendría que arreglárselas para entrar por la puerta de los sirvientes, hubiera sido un camino fácil que Camille le dijera a su amiga que trabajaba en la casa Kent que le permitiera entrar, pero no se arriesgaría a que alguien más supiera su secreto.

Un ruido dentro de la casa la sobresaltó, pero sólo fue eso y siguió caminando por las caballerizas hasta que se encontró fuera de la puerta de la cocina. Suavemente comenzó a moverla, pero no se inmutó, aunque sentía que la puerta no estaba con seguro, era demasiado pesada, hizo amago de todas sus fuerzas cuando sintió que poco a poco la puerta cedía hasta que vio la tenue luz que llegaba de adentro. Echó un rápido vistazo y un hombre echado sobre la mesa con una botella de vino no significaba ningún peligro, sus ronquidos le hacían suponer una borrachera que no lo dejaría moverse.

Pero la oscuridad era sepulcral, sólo el fuego de la cocina alumbraba un poco la habitación, ella sabía que a diferencia de lo que ocurría en su casa, la casa de Ian era mucho más sombría y oscura, un fiel reflejo de su personalidad. Continuó su camino intentando pasar de la parte del servicio a la parte de la casa que Ian usaba, más oscuridad, a tientas recordó el camino sólo tocando las paredes, debía subir las escaleras, tomar el pasillo de la izquierda y seguir hasta el fondo. Procuró que el sonido del tacón no sonara escandalosamente. Cuando al fin estuvo fuera de la habitación en la que había vivido los mejores momentos de su vida sintió miedo, una línea de luz bajo la puerta indicaba que posiblemente él estaba despierto. Abrió la puerta suavemente, y lo primero que vio fue a Ian acostado en su cama, con el pelo desordenado y el torso desnudo. Miraba atentamente algo que sostenía en sus manos, entonces él supo que ella estaba ahí y la miró sorprendido.

El Amor De Una LadyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora